En busca de Nayib Bukele

El presidente de El Salvador hizo levantar una enorme y moderna cárcel para 40.000 presos detectados como maras en condiciones duras, inflexibles. Se asegura por versiones confiables que pactó con los jefes maras dejarlos marchar hacia los Estados Unidos

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Bukele alcalde. Foto de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, en sus años como alcalde de la capital salvadoreña.
Bukele alcalde. Foto de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, en sus años como alcalde de la capital salvadoreña.

El Salvador es un pequeño país de Centroamérica.

Tiene algunas playas bonitas sobre el Pacífico- claro que las olas son enormes y llegan hasta ellas sobre todo las tribus errantes del surf-, es muy montañoso, una historia de terremotos abundantes y no menos abundantes en matanzas, sangre, violencia en cualquier forma imaginable.

La capital es San Salvador, unos 6400 millones de habitantes en una superficie de 21. 100 kilómetros cuadrados, metro más o menos. Se trata de una república presidencialista soberana que emplea el dólar y el bitcoin, no sería inapropiada considerar pobre con recursos esenciales como los servicios, textiles, manufacturas empresas químicas, ya en posición de mayor dinamismo pero con la sustentabilidad del café. Importante: hay petróleo.

Durante 12 años se sucedió una guerra civil de feroz encarnizamiento entre el FAES (Fuerza Armada de El Salvador) y el FMLN (Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional). Martí construyó el comunismo en El Salvador, no como una manera de decir para referirse a una corriente más o menos de izquierda sino estrictamente comunista y estructural, con nombre y todo puesto.

La cárcel de El Salvador alberga a 40000 presos (REUTERS)
La cárcel de El Salvador alberga a 40000 presos (REUTERS)

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Estados Unidos intervino con asesores y militares además de mil 5.000 millones en apoyo de la FAES, aunque grupos armados revolucionarios se sumaron a FMLN desde otros países.

La guerra se cuenta en 75.000 muertes, las violaciones a cualquier derecho humano alcanzaron sucesos dantescos, con testimonios y fotos casi insoportables del periodista italiano Giuseppe Mezza. Se firmó una paz en México pero las atrocidades y divisiones fueron convirtiendo a El Salvador en el país más violento de la Tierra.

Proveniente del FMLN, pero hoy desde posiciones muy diferentes, es el presidente Nayib Bukele, con fuentes, hechos y seguimiento notables en este diario y con un llamado de atención internacional. Al conversar con Marcelo Cantelmi, responsable periodístico, experto elevado en asuntos globales y en situaciones específicas con un gran prestigio, nos acercan los inicios de la consolidación de Bukele, antes alcalde de la capital: una enorme corrupción tanto en la izquierda inserta en una democracia con el Frente como en la derecha representada por ARENA. Al darse a conocer como lo que se llama antisistema – casta, en el vocabulario de Milei- se produjo el triunfo. El Salvador prácticamente en poder de las maras, gangs, pandilleros territoriales con enfrentamientos entre ellas de extrema crueldad abordan - pongamos abordaban-, la extorsión, el sicariato, las drogas, los asesinatos de adversarios o como pruebas iniciáticas para integrar alguna, se crearon con los hijos de quienes huyeron hacia los Estados Unidos en la guerra y se formaron bandas, cada una por su identidad y en rivalidad fatídica por la gama interminable desde los homicidios hasta la tortura sistemática y la extorsión. Volvieron a El Salvador, o se formaron allí, y la vida común se limitó a alcanzar vivo el día siguiente durante décadas.

Uno ha indagado no solo para narrar sino saber por la curiosidad sagrada desde una perspectiva heterodoxa. De inmediato el joven presidente (41) hizo levantar una enorme y moderna cárcel para 40.000 presos detectados como maras en condiciones duras , inflexibles: se diría, en rigor, que el grado de castigo – comida inferior, sanciones disciplinarias- fue hacia arriba y lo hace cada día.

El Salvador es abundantes en matanzas, sangre, violencia en cualquier forma imaginable (REUTERS)
El Salvador es abundantes en matanzas, sangre, violencia en cualquier forma imaginable (REUTERS)

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También indaga uno por qué Bukele ya disolvió la Corte para nombrar jueces favorables. No para de agregar un gran magnetismo y poder comunicador. Ropa canchera, el pelo hacia atrás con ayuda de brillo y técnica, la barba como un trabajo de jardinería.

Aunque negada, se asegura por versiones confiables que pactó con los jefes maras dejarlos marchar hacia los Estados Unidos como pago para bajar los índices de violencia, la principal política emprendida por su partido propio Nuevas ideas con 61 de los 84 escaños en el Congreso.

En la corriente de populismos con reclamos morales, tradición, crimen y castigo- el que los hace los paga-, una nueva derecha reverdecida, refrescada que se multiplica en la región, en la estela de Trump o Bolsonaro, no ha dejado de mostrarse al hablar sin duda de Norteamérica. “Queremos hacer lo mismo, no que nos hagan hacer otra tarea subsidiaria”. Casi, se diría, una tercera posición.

Miembro de una familia de origen árabe palestino su padre fundó empresas importantes y, a la vez, fue imán religioso y levantó las primeras mezquitas. Nayib se tiene por católico- “he encontrado en Cristo”-, pero no calla que “las religiones alejan de los pueblos”- en referencias a la influencia de credos con sus liturgias, su poder, su presencia en todo ámbito.

Bukele ha emprendido también contra la prensa disidente, al punto que el prestigioso medio El Faro, por amenazas y seguimientos, debió trasladarse a Costa Rica.

Sus hermanos, es un hecho, rodean como una guardia sin fisuras la gestión lanzada por Nayib Bukele y, sin pruebas, forman parte de un cerco de negocios.

Fuimos en busca de Nayib Bukele, no sin agregar que en lo respecto a los medios sus enemigos, asegura, están a sueldo de George Söros, el magnate y filántropo – fue impensado, por cierto-, un nombre que se incluye en toda lista que deja un aire de conspiración judía, y aquí lo estamos.

Un presidente hacia la acracia y con la aspiración de reelegirse, aunque la Constitución lo impida.

¿Podrá su aplastante popularidad conseguirlo?

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