Whatsapp: esa maldita costumbre

Definitivamente, el impacto en nuestras vidas que provoca la innovación tecnológica y la dependencia de ella, nunca estuvo tan en evidencia a partir del desmesurado crecimiento de las “amenazas” que oscilan entre estafas virtuales y conflictos bélicos de gran escala

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WhatsApp es la aplicación de mensajería instantánea más popular con aproximadamente 2.000 millones de usuarios en todo el mundo (EFE/Marcelo Sayão)
WhatsApp es la aplicación de mensajería instantánea más popular con aproximadamente 2.000 millones de usuarios en todo el mundo (EFE/Marcelo Sayão)

Los mensajes de Whatsapp que evidenciaron la participación y responsabilidad de los implicados en el crimen de Fernando Báez Sosa, tuvieron una contundencia irrefutable. Lamentable y doloroso hecho que no deja lugar a dudas respecto del automatismo al que la tecnología nos ha obligado: los asesinos se auto incriminan casi de manera voluntaria.

En otro eje mucho menos dramático, pero problemático en estos días, las estafas virtuales encontraron en dicha app un aliado insustituible. Si bien juega en equipo con otras plataformas, como Marketplace de Facebook o un mail común y corriente, en la mayoría de los casos Whatsapp se convierte en determinante.

Así lo testimonió una víctima que, luego de ser engañada en Marketplace, una supuesta transferencia errada vía CBU, culminó con la falsa intervención de un “funcionario” de una entidad bancaria que obtuvo: CBU, DNI, clave token y dirección de la persona. Obteniendo acceso a la sesión de homebanking, desde donde se apropiaron de sueldo, tomaron dos préstamos e inmediatamente hicieron dos transferencias a cuentas mulas; todo el evento coordinado y operado por una extensísima conversación e intervención de diferentes jugadores a través de WhatsApp.

WhatsApp es la aplicación de mensajería instantánea más popular con aproximadamente 2.000 millones de usuarios en todo el mundo. Más de 20 horas de uso al mes y 40 minutos por día en promedio. En Argentina, el 80% de los usuarios lo utiliza para el 99% de sus comunicaciones. Definitivamente, el impacto en nuestras vidas que provoca la innovación tecnológica y la dependencia de ella, nunca estuvo tan en evidencia a partir del desmesurado crecimiento de las “amenazas” que oscilan entre estafas virtuales y conflictos bélicos de gran escala.

La universalidad y flexibilidad de Whatsapp es innegable. El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) detuvo, a mediados de 2022, a un “pirata informático” que ofreció asistencia técnica a las tropas rusas al proporcionar servicios de comunicación móvil dentro del territorio. El sospechoso transmitió mensajes de texto a funcionarios ucranianos, incluidos agentes de seguridad, proponiendo que se rindieran y se pusieran del lado de Rusia.

En otra muestra de la potencia y de la poderosa amalgama entre un usuario y la aplicación en cuestión, en 2022 las autoridades de “ciberinteligencia” del ejército británico prohibieron el uso de WhatsApp por temor a que Rusia “escuchara” la plataforma para obtener información. Todo el personal, desde oficiales superiores hasta soldados rasos, prescindió de la utilización del servicio de mensajes telefónicos con fines profesionales, un documento oficial del Ministerio de Defensa confirmó la prohibición ante “preocupaciones de seguridad significativas”.

La hipótesis se vincula con que Rusia utilizó datos de teléfonos móviles del Reino Unido para seleccionar objetivos de ataques aéreos en Ucrania. En el Reino Unido, el Primer Ministro, el Secretario de Defensa, el Secretario de Relaciones Exteriores y el Ministro del Interior utilizan la plataforma. Esta insistía en que su sistema de “end-to-encryption” era seguro y que los gobiernos no podían interceptar mensajes y llamadas personales. Pero agentes de inteligencia de ese país y Estados Unidos interceptaron llamadas de WhatsApp y localizaron mensajes con contenido confidencial y de seguridad nacional, por lo que es probable que Rusia haya adquirido la misma capacidad.

La escalada de inteligencia digital tiene más capítulos: el contraataque se llevó a cabo en Año Nuevo, cuando decenas de reclutas rusos fueron víctimas de los misiles ucranianos. La comandancia militar de la ex Unión Soviética informó que los soldados usaron sus teléfonos con el propósito de saludar a sus familiares y allegados a partir de lo que fueron detectados, revelando su posición y regalando las coordenadas para el ataque.

No se trata de soldados profesionales, sino de jóvenes de 18 años, en su mayoría reclutas con entrenamiento militar básico, concentrados en el frente en un solo lugar. Ucrania sostiene que el número de víctimas podría ascender a más de 400, todas ellas al igual que los ucranianos, compartiendo el fenómeno que va marcando el ritmo de este siglo: un teléfono celular, conexión a internet y Whatsapp. No importa de qué lado estés, qué idioma hables o en qué lugar te encuentres.

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