El Papa Francisco y la doctrina peronista

Las profundas coincidencias en el plano doctrinal obedecen a que el ex presidente era profundamente cristiano

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Juan Domingo Perón
Juan Domingo Perón

La teología del pueblo y la doctrina peronista

El filósofo italiano Massimo Borghesi en su obra “Jorge Mario Bergoglio – Una biografía intelectual”, Ed. Encuentro, afirma que “Bergoglio no ha sido nunca peronista, nunca ha profesado la ‘ideología’ del peronismo”. (Entendemos que el filósofo italiano emplea el término “ideología” no como “doctrina” sino como “enmascaramiento” de la realidad, “instrumento de lucha” de la militancia o simplemente, como conjunto de exaltaciones encaminadas a la acción). Pero en lo que afirma y coincide con la teóloga argentina Emilce Cuda le asiste razón, porque la realidad es que las profundas coincidencias en el plano doctrinal entre el pensamiento de Perón y el pensamiento del Papa Francisco no obedecen a que Cristo sea peronista sino a que Perón es profundamente cristiano.

“Como muchos católicos argentinos -agrega Borghesi –(Bergoglio) vio en el peronismo una realización concreta de hechos que favorecen los intereses populares, de la gente humilde, frente a gobiernos ‘liberales’ preocupados solamente por los asuntos de la alta burguesía.”(pag. 62). Bergoglio -según nuestra opinión- “vio” en esa doctrina política la traducción de los principios cristianos y detrás de ella “vio” aparecer una fuerza capaz de defender al pueblo en su conjunto y en especial a los más necesitados. Perón -ferviente católico- parte de creer en Dios, asumir el compromiso con Cristo y seguir los Evangelios.

La doctrina peronista tiene su raíz en la teología católica

Es válido afirmar que la “doctrina peronista” (no analizamos los hechos y menos aún los gobiernos posteriores que se llamaron peronistas) es la filosofía política que más se acerca a los principios de la religión cristiana según surge de la simple lectura de La Comunidad Organizada. En esta se recurre a la teología católica y de ella se deducen los conceptos que la fundan. De la doctrina cristiana es la concepción del hombre como “ser en relación” (persona) rechazando su reducción a individuo; de la religión y moral cristianas se derivan los principios de verdad y justicia y las nociones de “persona”, de “comunidad”, de “justicia social” y de “amor”. En una introducción a una publicación de algunos discursos suyos, Juan Perón agradeciendo a Dios Nuestro Señor, dice: “Os doy gracias porque habéis tenido el bien de inspirarnos desde el fondo mismo de vuestro Evangelio una doctrina de justicia y de amor” (El Peronismo y la Doctrina Social Cristiana, Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, 1952).

Los cuatro postulados que el joven Bergoglio formula como guía de su pensamiento

25 años más tarde del discurso titulado Comunidad Organizada, siendo aún joven, el padre y profesor Jorge Bergoglio (1974) fórmula cuatro postulados que propone y enseña siendo Provincial de los jesuitas y que reitera en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (2014) acápite III del capítulo IV titulado El bien común y la paz social, después del II titulado La inclusión social de los pobres, y antes del IV sobre El diálogo social como contribución a la paz, que entendemos como una verdadera guía para la construcción de un sistema democrático y participativo y para alcanzar la mundialización respetando las identidades de los pueblos. Ello sobre la base del diálogo, la cultura del encuentro y la amistad social.

Dice Juan Domingo Perón y afirma la teología del pueblo

En su discurso titulado Comunidad Organizada (CO) pronunciado en el 1er Congreso internacional de filosofía celebrado en Tucumán en el año 1949 Juan Domingo Perón examina las corrientes de la filosofía política vigentes a las cuales rechaza, para formular una filosofía iluminada por la teología católica.

En efecto, a partir de una concepción filosófica de raíz aristotélico-tomista, la antropología cristiana (el ser es un ser en relación a imagen y semejanza de un Dios trinitario) y el “personalismo”, Perón sostiene que sólo la “comunidad organizada” salvará al pueblo y al hombre de los extremos del capitalismo individualista que “da lugar al individualismo amoral y a la ideología liberal” fundado en una libertad formal aunque no material del hombre y del colectivismo marxista, filosofía identificada con la “universalidad” donde la totalidad anula al ser.

La C.O. se centra en la antropología cristiana y en los principios permanentes de la Doctrina Social de la Iglesia tales como la “dignidad de la persona humana”, el “bien común”, la “subsidiaridad”, la “solidaridad” y la “opción preferencial por los pobres”, la “libertad”, la “justicia” y el “amor” y los principios también evangélicos del “destino universal de los bienes” y “la participación” de la humanidad en su cuidado y aprovechamiento. Sobre esa base propone un horizonte de conciliación y mutuo entendimiento entre los distintos sectores de la sociedad.

Antes y después de la experiencia de los primeros gobiernos de Perón, después que la Argentina viviera la represión de la llamada Libertadora, después de Medellín, la Teología del Pueblo a la que adhieren grandes teólogos como Gera, Galli, Scannone, Bergoglio, Methol Ferré entre otros, observa igualmente que la realidad del mundo regida por el sistema capitalista impide la realización del hombre por lo cual es necesaria su liberación. Asimismo, ve los fenómenos de la desigualdad y la pobreza como instancias que hay que superar desde la fe que ilumina el camino del hombre. Luego, “Si el hombre es imagen de la comunión, de la comunicación de la participación trinitaria, entonces la salvación es social. Este es el fundamento teológico que ofrece Francisco, como respuesta a un sistema que mata (: “capitalismo salvaje” el agr. es n.).”(Emilce Cuda, Para leer a Francisco, pag. 252, Ed. Manantial).

Dice el Papa Francisco: “El todo es superior a la parte y a la suma de las partes”

El joven Bergoglio formula el postulado aristotélico según el cual “el todo es superior a la parte y a la suma de las partes”. Y afirma que Dios está en la arquitectura de esta “trama” de relaciones y que así como hay que respetar el todo hay que respetar las partes. Y por eso mismo el Estado no puede anular al ciudadano sino que este debe poder participar en el gobierno del Estado y gozar de los beneficios de la libertad, ni la mal llamada “globalización” puede anular las culturas de cada pueblo.

La cultura e identidad de los pueblos y el todo

“La globalización no puede ser manejada por la mera conveniencia del mercado sino que tiene que ser objeto del diálogo social…..Ni la esfera global que anula, ni la parcialidad aislada que castra” dice el Papa.

De ahí que el Santo Padre encuentre en la figura del poliedro entendido como “figura geométrica tridimensional con muchas caras” el modelo de integración de los pueblos que se integran a través del diálogo y hacen posible la búsqueda de un camino común.

Naciones no ligadas por dinero ni por la dominación

Estas caras, en la metáfora bergogliana, se encuentran unidas no ya por el dinero ni por la dominación sino por un vínculo sustancial de naturaleza diferente a ellas mismas, capaz de conducir al bien común propio y universal. Acaso religadas.

Entonces, “no se trata del mundo de la desaparición, de la disolución, de la anulación de las partes, sino de todos en la diversidad tras el bien común.Y no conduce como la esfera al bien de unos pocos y la anulación de las grandes mayorías, donde una “parte” se quiere constituir en el “todo”.”

El ciudadano, como sujeto portador de amor y solidaridad y el Estado

Siguiendo a Bergoglio podemos agregar que el zoom politikon o ciudadano que en un mundo poliédrico se abre paso es el que mira lo global y lo local, lo lejano y lo próximo encarnando la “projimidad” como enseña el Cristo en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10: 25-37), lo cual concuerda con la naturaleza relacional del ser y con la superioridad del amor interhumano. Ver al otro, conmoverse, curar, cargarlo y poner a resguardo.

La unidad latinoamericana

Recientemente el Papa dijo: “El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana. Donde cada pueblo se sienta a sí mismo con su identidad y, a la vez, necesitado de la identidad del otro”: en unidad digamos no al extractivismo, no a la desertificación, no a la contaminación, no a la exclusión social de los aborígenes, ni a ninguna otra.

Bajo el signo de la Cruz del Sur

Juan Domingo Perón quien compartió ese sueño de la Unidad Latinoamericana desde 1946 con Manuel Ugarte y durante sus gobiernos y desde el exilio, con una visión concreta de la realidad mundial, con un profundo espíritu de unidad y trabajando incansablemente para el largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos, asumiendo la tensión entre la plenitud y el límite coincide con el Papa Francisco en la aplicación de su postulado otorgando prioridad al tiempo (véase EG nro. 223 y la obra Tercera Posición y Unidad Latinoamericana 1984 JDP con prólogo de Fermín Chavez). Pregonó y dio pasos concretos en favor de la unidad por encima de los posibles conflictos pero no pudo vencer los intereses de la gran potencia del Norte y sus aliados.

Quedan por desarrollar otras coincidencias fundamentales como el pensamiento polar, la educación, el trabajo humano, la propiedad privada y otros que dejamos para una nota futura, si Dios quiere.

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