Guerra de talento: una carrera que se pierde en la última milla

Nadie cambia de empleo solo por el dinero. Es un combo que incluye, como mínimo, una oferta económica un 30% superior a la vigente y un paquete de beneficios que, cada vez más, incide en el equilibrio vida-trabajo

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Cuando la persona recibe la propuesta y analiza con detenimiento si va a cambiar, algunos la toman y otros se dan vuelta hacia su actual empleador, esperando una contrapropuesta
Cuando la persona recibe la propuesta y analiza con detenimiento si va a cambiar, algunos la toman y otros se dan vuelta hacia su actual empleador, esperando una contrapropuesta

Bill Gates, fundador de Microsoft, afirmó una vez: “Si 20 personas concretas dejaran Microsoft, la empresa quebraría”. La frase ejemplifica la creciente importancia del talento en la gestión actual.

Como revela la última encuesta de Prioridades de Capital Humano de PAE, retener el talento es hoy una de las preocupaciones principales en el mundo de los Recursos Humanos. En el 75 % de los casos, esa competencia por el talento –que en algunos sectores, como el tecnológico es una verdadera guerra– se pierde en la última milla.

La metáfora del mundo de las carreras alude a esa situación en la que un empleado que piensa cambiar de empresa en busca de una posición mejor, comunica a su compañía empleadora que quiere renunciar.

Antes de cambiar, un candidato mira pormenorizadamente el mercado, “desnuda” a la nueva compañía, lo compara con su nuevo proyecto de vida y elige en función de eso

Ese proceso empezó mucho antes de la comunicación y fue arduo para ambas partes: empleado y nuevo empleador. Antes de cambiar, un candidato mira pormenorizadamente el mercado, “desnuda” a la nueva compañía, lo compara con su nuevo proyecto de vida y elige en función de eso.

Todo empieza con un aviso del nuevo empleador que es una verdadera “declaración de principios” y una propuesta de valor con la que el candidato se identifica. Si es seleccionado, siguen los test y las entrevistas, una instancia en la que hay muchas expectativas de ambas partes y en la que el candidato debe invertir su tiempo, pedir permisos y asistir a citas por fuera de su rutina acostumbrada.

Si en esa etapa la empresa que está “cazando” el talento no trabaja con calidad, con comunicación proactiva y creatividad; si no se da feedback permanente, el candidato puede desmotivarse y comienza el principio del fin.

Perder un candidato en la última milla no es inocuo. Implica como mínimo tres semanas de inversión en recursos y es la señal de que algo no salió bien en el proceso de conquista

Y así se llega a la última milla, a la oferta salarial enmarcada en una propuesta de valor. Es cuando la persona recibe la propuesta y analiza con detenimiento si va a cambiar. Algunos la toman y otros se dan vuelta hacia su actual empleador, esperando una contrapropuesta. En muchos casos, se quedan con lo que ya conocen.

Pero, ¿por qué alguien decide cambiar?

Nadie cambia de empleo solo por el dinero. Es un combo que incluye -como mínimo- una oferta económica un 30% superior a la vigente y un paquete de beneficios que, cada vez más, incide en el equilibrio vida-trabajo: Es el dinero más la posibilidad de ir a buscar a los chicos al colegio, al gimnasio al mediodía o elegir los días que se prefiere trabajar desde la casa.

Perder un candidato en la última milla no es inocuo. Implica como mínimo tres semanas de inversión en recursos y es la señal de que algo no salió bien en el proceso de conquista.

No es sólo una pérdida de dinero y tiempo. Es una estrategia mal gestionada, que no rindió los resultados esperados. Es un volver a empezar justo en el momento en que se daba por cerrado el trato. Así que el desafío hoy, además de retener el talento, está dado por no perder la carrera en la última milla.

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