Acuerdo con el FMI: otra vez sopa, cada vez más fea

Si finalmente se terminara formalizando un nuevo programa de asistencia del Fondo, sería el número 23 en 66 años. Ninguno se cumplió

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Imagen de archivo del logo del Fondo Monetario Internacional (FMI) al interior de su sede al cierre de la reunión anual del FMI/Banco Mundial en Washington, Estados Unidos. 9 octubre, 2016. REUTERS/Yuri Gripas/Archivo
Imagen de archivo del logo del Fondo Monetario Internacional (FMI) al interior de su sede al cierre de la reunión anual del FMI/Banco Mundial en Washington, Estados Unidos. 9 octubre, 2016. REUTERS/Yuri Gripas/Archivo

La evidencia ilustra que jamás sirvieron los acuerdos con el FMI para “hacer el bien”, ni tampoco para “evitar el mal” en serio; a lo sumo sirvieron para evitar un estallido en el cortísimo plazo, pero siempre a expensas de agrandar los problemas de fondo. La película de largo plazo del PBI per cápita, de la cantidad de signos monetarios cambiados, de los ceros quitados, de la inflación, pobreza e indigencia son contundentes en este sentido.

Si este acuerdo se terminara firmando, sería otro nuevo acuerdo político en beneficio de los políticos, pero no un acuerdo económico en beneficio de las empresas y actores económicos que producen, generan riqueza, crean empleo y trabajan. Es un acuerdo que no tiene por objetivo sanear la economía, sino tan sólo permitir que el actual gobierno pueda transitar la segunda mitad de mandato y llegar a diciembre 2023. O sea, sería un acuerdo que lo único que hace es patear el default “cantado” (considerando toda la deuda) para más adelante, muy parecido a los que hizo Macri antes. Este acuerdo es el hijo del acuerdo que firmó el gobierno de Cambiemos, y su resultado será el mismo que tuvo aquel, pero peor. Contrariamente a lo que cantaba Mercedes Sosa cuando entonaba “Todo cambia”; acá nada cambia.

Es un acuerdo que no tiene por objetivo sanear la economía, sino tan sólo permitir que el actual gobierno pueda transitar la segunda mitad de mandato

En 2018 el gobierno de Macri firmó un acuerdo para evitar “volar por los aires” e irse antes de que terminara su mandato. En 2022, el gobierno de Alberto Fernández hace lo mismo. ¿Qué muestra esto? Que los problemas estructurales económicos de Argentina son tan grandes, que ningún gobierno es capaz de arreglarlos, y como no pueden arreglarlos, los patean para más adelante y efectivamente los agrandan cada vez más. Y dentro de esta dinámica, los crecientes problemas estructurales de fondo condenan a que todos los gobiernos sean cada vez peores.

Los problemas estructurales económicos de Argentina son tan grandes, que ningún gobierno es capaz de arreglarlos (Reuters)
Los problemas estructurales económicos de Argentina son tan grandes, que ningún gobierno es capaz de arreglarlos (Reuters)

Así, los resultados obtenidos por CFK fueron peores que los de Néstor Kirchner; los de CFK II fueron peores que los CFK I; los de Macri más pobres que los de CFK II y los de AF serán peores que los de Macri. Las herencias son cada vez peores; ergo, cada gobierno “nuevo” sólo puede procurar patear los problemas heredados para adelante, lo cual en realidad implica agrandarlos a futuro, auto condenándose a una pobre gestión y a malos resultados, pero dejando una herencia aún peor para su sucesor, que queda condenado a una peor gestión todavía. Así, los gobiernos argentinos entraron en un sendero en el cual la reelección es imposible. Mauricio Macri fue el primer presidente que se presentó a ser reelecto y perdió. AF si se presenta a la reelección, seguramente también perdería. Al parecer, ni Máximo Kirchner lo votaría….

Problemas en perspectiva

Si la actual carta de entendimiento se termina convirtiendo en acuerdo, todos los problemas estructurales de Argentina se agrandarán exponencialmente en 2022/2023; y la herencia a recibir por el próximo gobierno en 2024 será muchísimo más pesada que la que heredó AF en 2020 y MM en 2016. Dentro de esta dinámica y considerando los actores políticos involucrados, sería bastante irrealista pensar que el próximo gobierno hará lo que tenga que hacer convirtiéndose en una buena gestión. Por el contrario, lo más sensato sería apostar a más de lo mismo y a la continuación de la actual dinámica económica y política.

Si la actual carta de entendimiento se termina convirtiendo en acuerdo, todos los problemas estructurales de Argentina se agrandarán exponencialmente en 2022/2023

El problema es el sistema, su arquitectura institucional y su esquema de incentivos que nos condenan a esta dinámica. El problema ya rebasa por completo a los personajes políticos, su preparación y sus intenciones. El sistema corrompe.

Analizando las implicancias del contenido de la carta de entendimiento, surge:

Primero y principal, si se firma el acuerdo con el FMI se evita el default con el FMI en 2022/2023, pateándolo para más adelante. En la práctica, para los mercados internistas evitar el default a corto plazo es positivo porque permite una dolarización más barata que con un default. Por el contrario, no es positivo para los exportadores, que deberán esperar un poco más para que cambie la política cambiaria oficial, que inexorablemente deberá cambiar.

infobae

Hay que dolarizarse (según las posibilidades de cada negocio y firma), porque según nuestro análisis, el dólar libre debería ganarle a la inflación en la película de mediano y largo plazo de Argentina. Como no se arregla ningún problema de fondo, nuestra economía será más pobre y nuestra moneda más débil. Con acuerdo, en 2022 habrá más suba del dólar y más inflación que la que hubo en 2021. Sin acuerdo, en 2022 habrá muchísima más suba del dólar y muchísima más inflación que la que hubo en 2021.

Con acuerdo hay probabilidad que el nivel de actividad vuelva a mostrar algunos números negativos en algún momento en el corto o mediano plazo. Con default, la caída del nivel de actividad pasa a ser una certeza, y su magnitud sería más grande que la que podría haber con acuerdo.

Con acuerdo hay probabilidad que el nivel de actividad vuelva a mostrar algunos números negativos en algún momento

Ahora bien, si bien el cronograma de pagos del acuerdo todavía no ha sido presentado, los pagos al FMI deberían tener lugar entre 2026 y 2034, concentrándose en el mismo período que los principales vencimientos de deuda de los bonos bajo ley Nueva York que reestructuró Guzmán. En este sentido, entre 2027 y 2034 los pagos de deuda por los dos conceptos ascenderían entre USD 10.000 millones y USD 14.000 millones cada uno y todos los años. A esto hay que sumarle los vencimientos de la deuda bajo legislación doméstica que tiene tramo en pesos que se licúa con devaluación. Hoy en día no podemos pagar ni USD 1.500 millones.

Fuente: elaboración propia en base a Ministerio de Economía
Fuente: elaboración propia en base a Ministerio de Economía

Obviamente, más allá de que esto implica otro seguro default a futuro u otra re estructuración de deuda que logre patear los problemas más a futuro, sus consecuencias para el sector privado son claras: el costo de capital en Argentina será carísimo en los próximos años; ergo, muy difícilmente haya un sólido proceso de inversión que apuntale un proceso de crecimiento sostenido. En consecuencia, y en términos generales del promedio de la economía, y más allá de excepciones puntuales de algunas empresas o mercados en particular, los planes de negocios agresivamente expansivos sería la excepción; no la regla.

El costo de capital en Argentina será carísimo en los próximos años

Desde el Gobierno se nos quiere vender que la deuda con el FMI es la madre de todos los problemas; pero en realidad es menos de un cuarto. Una sencilla forma de ver que los vencimientos de deuda con el FMI están lejos de ser el único problema, es visualizar que el Estado nacional afronta necesidades de financiamiento totales por USD 58.300 millones en el primer semestre 2022 pagándole al FMI y tan “sólo” de USD 50.500 millones sin pagarle al Fondo.

Fuente: elaboración propia en base a Ministerio de Economía
Fuente: elaboración propia en base a Ministerio de Economía

Obviamente, los colegas economistas dirán que en está “cuentita” está la deuda con el BCRA que no se paga y la deuda con el Anses y otros organismos públicos que se renueva automáticamente. La respuesta a esta barbaridad intelectual es sencilla: nada es gratis y todo se paga: que la deuda con el BCRA no se pague implica que se sigue deteriorando el balance del de la entidad; ergo, más expectativas de devaluación e inflación que terminan en la profecía auto cumplida; que la deuda con la Anses no se pague, implica que se deteriora las arcas del organismo, entonces más desequilibrio previsional, más déficit fiscal, más emisión, más suba del dólar y más inflación.

Este acuerdo potencial con el FMI aseguraría déficit financiero por financiar hasta 2026/2027 incluido

Con respecto al sendero fiscal, este acuerdo potencial con el FMI aseguraría déficit financiero por financiar hasta 2026/2027 incluido. O sea, asegura que Argentina seguirá emitiendo y/o endeudándose; y por tanto, acumulando desequilibrios monetarios, con lo cual se confirma que, sin reformas estructurales que el propio acuerdo no exige, lo más sensato es descontar que la tendencia alcista del dólar y de la inflación debería empinarse en los próximos años. Hay que hacer planes de negocios con este input.

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Economía
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Economía

Sin embargo, el acuerdo plantea mucho más déficit que emisión monetaria. Esta inconsistencia tiene dos soluciones posibles: 1) mucha colocación de deuda en el mercado doméstico; o 2) mucha más emisión de lo planeado. En el primer escenario hay una fuerte disminución del crédito y un fuerte incremento del costo de financiamiento para el sector privado. O sea, para los privados es clave salir a endeudarse a tasa fija en pesos ahora y todo lo que cada uno pueda. En el segundo escenario, hay que descontar todavía más suba del dólar y más aceleración de la inflación de lo que ya descontamos hoy en día.

Los lineamientos de este acuerdo son inconsistentes en términos dinámicos; ergo, está condenado a fracasar en el mediano y largo plazo.

La madre de todos los problemas es el sendero fiscal que vende (una vez más y van…) convergencia gradualista, pero en realidad conduce a un desequilibrio explosivo, con lo cual tarde o temprano la política terminará siendo abandonada.

La madre de todos los problemas es el sendero fiscal que vende (una vez más y van…) convergencia gradualista

El problema es que el sendero fiscal retroalimenta todos los problemas económicos de fondo. ¿Por qué? Porque si los problemas no son atacados desde el principio y con política de shock, los problemas están condenados a seguir agrandándose y consecuentemente, el daño también aumenta cada vez más.

La realidad ilustra lo que explicamos con teoría económica. La política fiscal subyacente en el acuerdo con el FMI es similar a la de Prat Gay 2016; Dujovne 2017 y FMI 2018/2019, pero cada vez peor y montada sobre desequilibrios y problemas mayores. Cuatro senderos fiscales gradualistas en 7 años es la evidencia del fracaso. Va a volver a pasar, pero peor.

Se siguen pateando y agrandan los problemas a futuro, lo cual pone a la macroeconomía en un sendero de implosión que contagia a las finanzas y a la microeconomía de las empresas que pagan los costos. ¿Quién no paga los costos? Todos los políticos. Desde el presidente, hasta el último intendente, desde los senadores y diputados nacionales, hasta el último legislador del Consejo deliberante. Es un acuerdo que sólo sirve para que ellos puedan seguir jugando “en paz” a la política institucional; que sólo le quita y nada le da al sector privado.

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