La utilización del cannabis con fines medicinales viene creciendo en los últimos años a nivel mundial ya que hay muchísima evidencia científica que respalda sus efectos: hasta la fecha se han llevado a cabo un total de 27.264 trabajos asociados al cannabis, de acuerdo al metabuscador PubMed del Centro Nacional para Información de Biotecnología (NCBI por sus siglas en inglés). Por eso, es imprescindible conocer más sobre los procesos biológicos que están detrás y el impacto que tiene en los usuarios.
Todos los mamíferos contamos con lo que se llama sistema endocannabinoide o SEC, un tipo de sistema de comunicación intercelular basado en la neurotransmisión, con receptores a lo largo del organismo y no únicamente en el cerebro. ¿Qué se une a estos receptores? Los endocannabinoides de manera muy específica, como llave a una cerradura, los cuales tienen naturaleza de tipo lipídica, y son producidos por el organismo. Los más estudiados son la anandamida y el 2-AG. Una vez generada la unión, se desencadenan una serie de cambios a nivel celular que actúan en los diversos procesos fisiológicos del cuerpo.
Por su parte, la planta Cannabis sativa posee una clase de compuestos orgánicos, los fitocannabinoides, que pueden activar principalmente a los receptores CB1 y 2 de los mamíferos, impactando sobre el sistema nervioso, digestivo y endocrino, entre otros. Los compuestos principales son el CBD y el THC.
La función principal del sistema endocannabinoide es la regulación de la homeostasis del organismo. El SEC juega un papel importante en muchos aspectos de las funciones neuronales, tales como el aprendizaje y la memoria, la emoción, el comportamiento adictivo, la alimentación y el metabolismo, el dolor y la neuroprotección. También se ve involucrado en la modulación de distintos procesos a nivel cardiovascular e inmunológico, entre otros.
Qué función se encuentre más regulada dependerá de la cantidad y localización de los receptores en el organismo. Por su parte, la cantidad de receptores para los cannabinoides, varía en cada individuo, mientras que la localización de los mismos difieren entre el sexo masculino y femenino. Vale aclarar que estos receptores se activan con los cannabinoides endógenos y los exógenos, es decir los que pueden extraerse de las plantas y los generados en el organismo.
La medicina cannábica se encuentra asociada en su mayoría en el consumo de CBD, el cannabidiol, en diferentes maneras tales como el aceite, vaporizado o de forma tópica (por ejemplo, una crema). Por otro lado tenemos el THC, o el tetrahidrocannabinol, más vinculado al consumo recreacional. En los países que cuentan con una amplia legislación para esta medicina, como: Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania, estos recursos se utilizan para tratar afecciones del sistema nervioso, en salud mental, para cuidados paliativos, sistema digestivo, sistema endocrino, entre otros. Qué genética de planta utilizar, qué relación entre CBD/THC será particular para cada usuario y son aspectos que se analizan junto al equipo interdisciplinario que acompañe las tomas.
Aunque a nivel local su uso viene incrementando de manera progresiva, es difícil poder establecer un número certero de usuarios de cannabis medicinal. Sin embargo, un censo realizado en el 2021, realizado en conjunto por la revista especializada THC y el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica Argentina (Cecca) con la Licenciatura de Historia de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), consultó a casi 65.000 usuarios y sus resultados fueron expuestos en la última edición de ExpoCannabis el pasado octubre: el 98% aseguró que el consumo de cannabis medicinal mejoró su calidad de vida. Y solo dos de cada diez personas pudieron contar con un profesional de la salud que los acompañara. Sin duda, esto está intervenido por la falta de formación, información y legislación.
En algunos lugares del mundo está completamente legislado el cultivo y uso de los diferentes componentes de la planta. A nivel nacional, contamos con la ley 27.350 que es la Ley de investigación científica y usos médicos del cannabis, que genera la posibilidad de acceder al autocultivo por autorización del Estado, por lo que queda excluido del ámbito penal. Esta ley se reglamentó a través del decreto 883/20, creándose el REPROCANN, que es el registro para uso medicinal del cannabis para cualquier persona con un diagnóstico médico que lo avale. El registro habilita el cultivo de cierto número de plantas así como la cantidad de aceite o flores que puede tener el usuario consigo.
Los cambios en la legislación habilitaron que a partir de este año se comenzará con la producción de aceite de CBD mediante la empresa estatal Cannava, con su aceite CBD 10, en la provincia de Jujuy. Esta es la primera empresa estatal dedicada a la producción de derivados del cannabis. El cultivo se lleva adelante en tierras públicas de la provincia.
La provincia de Jujuy adhirió a la ley 27350 con su propia ley provincial (N° 6012). En esta línea, en 2018 el Gobierno Provincial dictó un decreto provincial que crea el Programa Provincial de promoción del cultivo y producción de cannabis y sus derivados con fines científicos, medicinales y/o terapéuticos.
A partir de los resultados obtenidos en los ensayos piloto tanto en invernaderos como en campo, el Ministerio de Salud de la Nación otorgó autorización para escalar el área de cultivo a 35 hectáreas en Finca el Pongo. El cultivo a gran escala cuenta con 26.000 semillas y plantas, en invernaderos y campos. También cuentan con equipos que permitirán procesar hasta 80 toneladas de material vegetal por año.
Es probable que la iniciativa llevada a cabo firmemente por esta provincia sea replicada por otras más adelante, cuando el modelo y la necesidad de promover el cannabis medicinal siga incrementándose, también con la iniciativa de seguir sumando evidencias e información.
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