Las fotos y la realidad

El Presidente resolvió darles protagonismo a los Gobernadores, involucrándolos en el acuerdo con el FMI. La “sarasa doméstica” no convence a los propios ni impresiona a los organismos internacionales de crédito

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Recientemente se firmó un nuevo Consenso Fiscal entre el Poder Ejecutivo Nacional y los gobernadores provinciales, y cuyo principal objetivo es el de fortalecer la autonomía de las provincias, promoviendo la estabilidad jurídica y previsibilidad a sus gobiernos y a sus contribuyentes, a través de una estructura impositiva que impulse el crecimiento, el desarrollo y la generación de empleo.

Hoy, los gobernadores de provincia están particularmente “activos”, ya que el Poder Ejecutivo Nacional los ha convocado para concretar un gran acuerdo de apoyo para lograr un acuerdo con el FMI. Las expectativas de los anuncios no tuvieron un correlato en la realidad, participaron poco gobernadores, terminó con un “sabor a poco” y la intención de Martín Guzmán de involucrar a los gobernadores en el tema se diluyó con declaraciones de ocasión y compromisos de austera convicción.

Este tiempo de “amor al federalismo” se contradice con la realidad, donde el diseño constitucional en referencia al “federalismo” está en franco retroceso frente al poder central. Podemos afirmar que luego de 168 años de la sanción de nuestra Constitución Nacional, parece cada día más claro que el federalismo en nuestro país tiende a licuarse, y la tendencia es la de dar un mayor robustecimiento al poder central en desmedro de las autonomías provinciales.

El destacado Constitucionalista José Nicolás Matienzo observaba que “los gobernadores argentinos son mucho más poderosos que los norteamericanos, canadienses y australianos”, y respecto a sus atribuciones afirmaba que se le han “conferido al Gobernador una suma considerable de facultades, (...) han contrariado así el viejo consejo de Alberdi de no concentrar el Poder Ejecutivo provincial a una sola persona, para no darle ‘medios de inútil y estéril prontitud a expensas de la libertad’”.

Con este concepto centralista del poder, los Gobernadores se han convertido básicamente en “colectoras electorales” del gobierno nacional, en donde la calidad institucional y desarrollo económico y social de cada una de ellas, se convierten en datos estadísticos menores frente a su capacidad de sumar voluntades en los cuerpos legislativos nacionales. Y en este actual romance entre gobierno nacional y provincias, el Presidente ha resuelto darles protagonismo a los Gobernadores involucrándolos en el acuerdo con el FMI con una “foto de familia” pretendiendo así demostrar un frente interno unido.

Como era de esperar, y la reacción de los mercados lo demuestran, la “sarasa doméstica” no convence ni a los propios y mucho menos impresiona a los organismos internacionales de crédito. El Ejecutivo debe y puede negociar acuerdos, reprogramar y pagar deuda e intereses, pero cualquier escenario o foto de ocasión no anulan los procedimientos establecidos en la Constitución Nacional que, no es más ni menos que el Congreso Federal (Art. 75 inc. 7), donde deben resolverse en definitiva estas cuestiones.

Esto no significa cerrar ámbitos de debate, sino que es saludable promoverlos e impulsarlos en todos los espacios que sean posible porque el intercambio de ideas robustecen el sistema democrático. No hay que tener miedo a escuchar, opinar, a disentir y consensuar, porque de una grave situación con la actual se salen con todos, pero no buscando atajos, sino presentando un plan, un proyecto y serán en definitiva nuestros legisladores los que debatirán con toda libertad la búsqueda de soluciones a los problemas de la Argentina.

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