La pandemia es un reflector que expone las desigualdades entre el norte y el sur de la Ciudad

Es necesario tomar previsiones para que el teletrabajo no provoque un retroceso en los derechos laborales, genere que el Micro y Macrocentro se transformen en espacios vacíos y que el Distrito Tecnológico pierda aún más su propósito

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La población de la Zona Norte tuvo mayor nivel de teletrabajo respecto de quienes habitan en el Sur de la Ciudad (EFE/María Alonso Martos)
La población de la Zona Norte tuvo mayor nivel de teletrabajo respecto de quienes habitan en el Sur de la Ciudad (EFE/María Alonso Martos)

Entre tantas modificaciones introducidas en nuestras vidas por el COVID-19 y analizando la situación desde el mundo laboral, podemos decir que el teletrabajo, que parece haber llegado para quedarse, precisa imperiosamente que se tomen previsiones para que su impacto en los trabajadores y en el espacio urbano sea lo menos negativo posible.

Nos enfrentamos a un escenario en el cual debemos evitar que la ausencia de reglamentaciones y adecuaciones provoque un retroceso a mediados del siglo pasado en los derechos laborales, genere que el Microcentro y Macrocentro se conviertan en espacios vacíos y acentúe que el Distrito Tecnológico pierda aún más su esencia y su propósito.

En ese sentido, el estudio realizado por el Consejo Económico de la Ciudad de Buenos Aires, un órgano creado por la Constitución porteña, aporta elementos, herramientas y reflexiones para que se puedan tomar medidas precautorias indispensables y urgentes.

Como en otros órdenes, en el teletrabajo la pandemia también ha sido un reflector que dejó al descubierto las consecuencias de las desigualdades preexistentes en CABA. Una vez más, la postergación del Sur de la Ciudad crea desequilibrios: su población, por estar inserta en sectores de actividad de menor complejidad en cuanto a las tecnologías utilizadas, tuvo obviamente menos nivel de teletrabajo respecto a la población de la Zona Norte.

Y esto es una lógica consecuencia de que los niveles de ingresos, el nivel educativo, la inserción en puestos formales de trabajo, las facilidades en el acceso al transporte y vivir en un hábitat adecuado son muy menores en la Zona Sur cuando se la compara con la Zona Centro y, particularmente, con la Zona Norte.

Respecto de los derechos laborales, es de extrema necesidad que se releve en forma permanente las condiciones en las que se lleva adelante el teletrabajo, cuánto se respetan horarios, días no laborables, etcétera, y cuál es la provisión real de herramientas que las empresas ofrecen a sus empleados para llevarlo a cabo. Del mismo modo se deben adecuar las bibliotecas y otros espacios en todas las Comunas, para que en ellos puedan desarrollar sus tareas los trabajadores en modalidad remota y evitar que lo hagan desde sus hogares, que en la Ciudad suelen ser de espacio reducido, afectando el desarrollo de la vida cotidiana de quienes conviven con el que teletrabaja.

En el Micro y el Macrocentro es necesario actuar para evitar que se transformen en un espacio fantasma e inviable (Télam)
En el Micro y el Macrocentro es necesario actuar para evitar que se transformen en un espacio fantasma e inviable (Télam)

Sobre el Micro y el Macrocentro es necesario actuar para evitar que las oficinas vacías, y su lógica consecuencia de comercios y locales gastronómicos también vacíos, generen un espacio fantasma e inviable. Hay que garantizar el recupero de empresas en esas zonas y el acceso a viviendas en ambos espacios geográficos para los trabajadores que allí cumplen sus tareas y no pueden hacerlo en forma remota, como los de la Educación, la Salud, la Seguridad y la Higiene. No es más que ir en el sentido que propuso la ley que creó el Fondo de Desarrollo Urbano Sustentable.

Una figura nos expone la situación: en el Sur de la Ciudad habita la enorme mayoría de los que trabajaban en actividades relacionadas con quienes ya no irán a trabajar en forma presencial, que en su enorme mayoría vive en el Norte de CABA.

Y en cuanto al Distrito Tecnológico de Parque Patricios y Nueva Pompeya es indispensable repensarlo a la luz de que el 61% de las empresas allí radicadas tiene menos de 50 empleados y el 24% menos de 200, además de no haber servido para generar empleo entre quienes viven en la Comuna en la que está asentado, la 4, al punto de que es una de las que menos empleados tiene por cantidad de habitantes.

El 60% de quienes allí trabajan reside en la Zona Norte y el 39%, en la Provincia de Buenos Aires. Los beneficios impositivos son parte de lo que hay que analizar para aplicarlos en otra zona en la que, quizá, haya que evitar que, como ahora, casi el 70% de las empresas sean de software y el 20% de marketing digital.

En síntesis, la situación previa a la pandemia muestra con lamentable claridad que en el lustro 2015-2019 cayó el empleo registrado, aumentaron los denominados “cuentapropistas” y crecieron los trabajadores no registrados.

La adecuación a las nuevas realidades laborales no puede ignorar esas consecuencias y por ello es imprescindible avanzar sobre sus causas lo antes posible. Es en ese sentido que el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires realizó el estudio y formuló sus recomendaciones. No se debe perder tiempo. El futuro ya empezó.

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