Jugar en equipo: un concepto aplicable en distintos ámbitos

Aprender a trabajar con otros brinda un plus que es irremplazable en tiempos de pantallas y tecnología por doquier

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En una era de mucho trabajo individual frente a pantallas, suelen trascender quienes saben compartir saberes y dedicación
En una era de mucho trabajo individual frente a pantallas, suelen trascender quienes saben compartir saberes y dedicación

El equipo, su armado, consolidación y relevancia, es uno de esos conceptos que en Psicología se encuentran reiterados con tanta desmesura y falta de rigurosidad que terminan vaciándose de contenido significativo.

Es por eso que celebrar el deporte en todos sus ámbitos es de suma importancia, ya que frente a los nuevos tiempos nos invita a reflexionar sobre las coordenadas y a dejarlas claras para aportar desde nuestra ciencia a una mejor calidad de vida.

Esto se debe, en particular, porque aprender a jugar y a trabajar con otros y otras brinda un plus que es irremplazable, en tiempos de pantallas y tecnología por doquier.

Una de las primeras inquietudes que se plantean al respecto tiene que ver con la viabilidad del enseñar a trabajar en equipo. Desde ya que puede facilitarse, siendo un elemento fundamental considerar estar presente cuando con quien compartimos un tiempo y un lugar, nos necesita.

Por eso es muy importante tener en cuenta el punto de vista del otro, tratando siempre de pensar qué podría estar necesitando. Pocas cosas contribuyen más a la cohesión grupal que el adelantarse a lo que otro requiere, antes que, acuciado, recién allí solicite ayuda.

Esa enseñanza es indisoluble con quien tomará en principio un rol de liderazgo, que después cada grupo validará o depositará en una persona diversa.

Si este rol es llevado con la altura que la situación necesita, también quienes se vayan agregando a ese futuro equipo aprenderán con mayor simpleza qué es lo que se espera de ellos.

Es importantísimo no confundir el carisma con la humildad para realizar acciones. Liderar requiere por lo general cuotas de ambos, pero con un perfil solamente elevado, casi nunca alcanza.

En la vida estudiantil y en la futura inserción laboral, que suelen solaparse a medida que se avanza en las carreras universitarias, los beneficios pueden ser numerosos. En ambos campos, suelen trascender quienes saben compartir saberes y dedicación. En tiempos de interconexión e interdisciplina, los supuestos talentos, por más que así lo fueran, en soledad no terminan resaltando.

Participar de equipos suele repercutir también en mayor seguridad personal, además de brindar calma, sabiendo que si uno no puede alguien dará una ayuda, de la misma manera que de uno con reciprocidad la esperan.

Finalmente, resaltar que el deporte funciona como una enzima, ¿no? Porque si una imagen vale más que mil palabras, una conducta compartida acelera las reacciones vinculares y en red de manera exponencial.

Por tal motivo es muy recomendable que quienes comparten espacios académicos, también lo hagan en ámbitos donde lo corporal entre en juego.

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