Oportunidades y desafíos post electorales para Juntos por el Cambio

Para la fuerza política inicia una nueva etapa en su rol de oposición que aspira a erigirse en alternativa de poder en 2023. A su vez, la UCR no pareciera estar dispuesta a resignarse al mero acompañamiento como un actor secundario

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Reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio post elecciones legislativas
Reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio post elecciones legislativas

Finalizado el escrutinio definitivo que despejó las pocas dudas que aún quedaban sobre la conformación definitiva de las Cámaras legislativas, se inicia así un nuevo capítulo en la trama política nacional, marcado ya no por la proximidad y la expectativa de una cita electoral, sino por las urgencias y desafíos de la agenda económica y social.

Un escenario que tiene como protagonistas principales a las dos grandes coaliciones que concentran casi el 80% de las preferencias de los argentinos. Y aunque es el Frente de Todos y el propio Presidente el que debe ahora enfrentar los principales retos en el marco de un diseño institucional hiperpresidencialista como el nuestro, lo cierto es que para Juntos también inicia una nueva etapa en su rol de oposición que aspira a erigirse en alternativa de poder en 2023. Un nuevo tiempo marcado por las lógicas disputas por los liderazgos y los intentos de posicionamiento en la grilla de candidatos con chances en 2023, pero también por la necesidad de adoptar algunas definiciones concretas y relativamente urgentes, tanto hacia afuera como hacia el interior de la propia coalición.

Volviendo la mirada unos meses hacia atrás, si tras las PASO una coalición oficialista en la que habían primado listas de unidad dejó expuestas abiertamente sus desavenencias y contradicciones, después de ser la agrupación política que más competencia interna presentó en las primarias, Juntos alineó en gran medida la tropa en todos los distritos y logró proyectar una imagen de unidad. El premio mayor de mantener y mejorar la performance de las PASO y ganar la elección general fue lo suficientemente potente para colocarse por encima de las diferencias internas.

Ese objetivo, en términos electorales, se logró. Juntos fue el claro ganador de la elección, y se impuso en todo el país alcanzando poco más del 42% de los votos, a más de 8 puntos y dos millones de votos del Frente de Todos. Los números también reflejan que, en la mayoría de los distritos pudo retener los votos que obtuvieron la sumatoria de las diversas listas presentadas en las PASO. Así, pudo sumar los 5 senadores esperados, y alcanzó números históricos en La Pampa (48%), Chubut (37,9%) y Santa Fe (40%). Incluso en Córdoba, después de la fuerte interna entre Juez y Negri, sumó más de 5 puntos con respecto a las primarias. En Provincia de Buenos Aires después de las PASO y con una campaña centrada en la unidad, Santilli y Manes también retuvieron el caudal electoral -ya que el crecimiento del oficialismo se dio de la mano de nuevos votantes-, y además se incrementó levemente en Entre Ríos, otro distrito marcado por las internas. Por otro lado, en la Ciudad de Buenos Aires, la lista de unidad de Juntos perdió casi dos puntos con respecto a la sumatoria de los votos obtenidos por las listas de Vidal, Lopez Murphy y Rubinstein en las primarias.

En líneas generales, la estrategia de la coalición de mostrar unidad en el último tramo de la campaña fue exitosa para el logro de los objetivos electorales. Pero una vez dejada atrás la meta electoral, que fue un gran motor que logró solapar y postergar las disidencias internas, y tras la foto de unidad del día después, las diferencias de perfiles y miradas están volviendo a aflorar. Especialmente después de que el resultado de las urnas no fue tan claro a la hora de actuar como elemento ordenador y de determinar ganadores y perdedores claros dentro del propio espacio, dejando así abierta la puerta a que cada sector se adjudique triunfos y reclame liderazgos.

En primer lugar, las diferencias y las pujas por el liderazgo asoman al interior de los principales partidos que integran la coalición. Si Rodríguez Larreta esperaba consagrarse como el líder indiscutido del PRO y de la coalición luego de posicionarse como el ganador excluyente, los resultados no acompañaron del todo esta lectura. Si bien el triunfo en la Ciudad fue claro, también es cierto que estuvo por debajo de las expectativas y perdió 6 bancas en la legislatura porteña. Además, Santilli encabezando la lista en la Provincia de Buenos Aires también logró un triunfo, pero menos contundente que el de las PASO, empatando de hecho en la cantidad de bancas. Estos resultados no impidieron que Larreta fuese el orador protagonista la noche del 14 de noviembre, con un discurso con tintes presidenciables.

Mientras tanto, Patricia Bullrich, que se dedicó a recorrer el interior y reforzar la campaña especialmente en las provincias que elegían Senadores bajo la consigna de alcanzar esos 5 escaños necesarios para frenar el quórum propio del oficialismo, al lograr este objetivo salió fortalecida en la carrera por el liderazgo, y es probable que profundice su rol de armadora federal con un perfil mucho más duro e intransigente que su principal rival interno. Además, sigue sin definirse el lugar de Macri dentro del partido y en la coalición, luego de su reaparición en la escena en las semanas previas a la elección como consecuencia del periplo judicial de la causa por espionaje a los familiares del ARA San Juan, y su posterior vuelta a un segundo plano en el festejo electoral. Las discusiones sobre si el ex Presidente hoy es un activo o un lastre para la imagen y proyección del espacio están a la vuelta de la esquina, máxime ante la intención del larretismo de ampliar la coalición hacia sectores más vinculados al progresismo.

Tampoco al interior del radicalismo las pujas por la conducción fueron saldadas por el veredicto electoral, que mostró al partido fundado por Alem como uno de los arietes del triunfo, con las elecciones clave en La Pampa y Santa Fe. Por el contrario, a las aspiraciones previas de Morales, Cornejo y Lousteau, las dos primeras reforzadas por la contundente performance en las urnas, se suma la aparición de Manes como nueva figura rutilante, que después de una buena performance en las PASO -especialmente en el interior de la provincia de Buenos Aires- fue una pieza clave en la campaña electoral de las elecciones generales, y ya dejó en claras sus aspiraciones de forjar un liderazgo nacional. En el corto plazo, estas disputas por las conducciones partidarias se reflejarán en la puja por las presidencias de los bloques legislativos luego de la renovación de bancas del 10 de diciembre.

Más allá de estas internas al interior de cada partido, la coalición también tiene por delante el desafío de definir el nuevo equilibrio y la dinámica de funcionamiento entre las fuerzas que la integran. Después de la elección, en donde el radicalismo demostró su fortaleza en numerosos distritos como Santa Fe, Córdoba, Mendoza, La Pampa, Corrientes, Jujuy, Santa Cruz y el interior de la Provincia de Buenos Aires, entre otros, no quedan dudas de que la relación de fuerzas es mucho más pareja que la de aquella Coalición del 2015, que fue más una coalición electoral y luego parlamentaria que de gobierno. Hoy, la UCR no pareciera estar dispuesta a resignarse a un rol menor ni relegado al mero acompañamiento como un actor secundario. Otros actores históricos del espacio, como Lilita Carrió, también se encargaron en las últimas horas de manifestar que no tolerarán “destratos”, lo que avizora un difícil equilibrio.

Pero detrás de estas disputas también están en puja cuestiones más profundas, especialmente las diversas miradas sobre el tipo de coalición opositora y el perfil que va a encarnar Juntos de acá en adelante. Las diversas posiciones en torno a una posible convocatoria al diálogo por parte del gobierno que tenga como ámbito el Congreso, reflejan estas contradicciones. En este sentido, las diferencias no están ya tan marcadas por las pertenencias partidarias, sino por otros factores como por ejemplo la responsabilidad de gestión. Así, mientras Larreta o Morales se muestran más moderados y abiertos a la posibilidad de negociación en torno a algunas cuestiones centrales, otros actores como Bullrich alientan una oposición más dura y blindada frente a cualquier propuesta del gobierno. Lo cierto es que en un Congreso con dificultades para todos los sectores de alcanzar el quórum y las mayorías necesarias para legislar, una oposición intransigente puede quedar presa del dilema entre las acusaciones de obstruccionismo y la demanda de parte de su electorado que rechaza cualquier acercamiento al gobierno. Aunque esta definición por ahora puede postergarse hasta que exista una convocatoria más concreta por parte del gobierno, deberá tomarse más temprano que tarde.

En esta misma línea, la consolidación de la alternativa libertaria, principalmente en la Ciudad de Buenos Aires de la mano de Milei, también supone un desafío para Juntos. Mientras que algunos ven con buenos ojos una futura confluencia con el objeto quizás de no perder electorado por “derecha” (algo explicitado por el propio Macri), para la mayor parte del radicalismo, que defiende una coalición con un perfil más socialdemócrata, los libertarios parecieran ser un límite infranqueable. Incluso, en términos estratégicos, una alianza con estos actores puede hacer perder apoyos de un centro moderado que siempre es necesario para cualquier que aspire al sillón presidencial. Esta cuestión, que tampoco requiere de una definición en el corto plazo es, sin embargo, un tema que puede en algún momento futuro tensar la coalición.

En definitiva, después del triunfo alcanzado priorizando la unidad y postergando las diferencias internas, Juntos tiene ahora por delante varias oportunidades pero numerosos desafíos que enfrentar, especialmente en torno a liderazgos, miradas, y posicionamientos estratégicos. Y si bien el 2023 queda aún lejos, el contexto complejo marcado por la necesidad del gobierno de avanzar en medidas económicas y sociales, entre ellas el acuerdo con el FMI, puede adelantar algunas de estas definiciones. Quedará por ver entonces como la principal coalición opositora enfrenta esta nueva etapa de su vida política, con una historia detrás que no es extensa, pero que ya seguramente aporta enseñanzas y aprendizajes.

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