La Argentina en un ejercicio lúdico de realidad virtual

A diario vemos un espectáculo político cargado de desencuentros y variables macroeconómicas que nos conducen a la desesperanza

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Alberto Fernández en José C. Paz
Alberto Fernández en José C. Paz

Nunca veremos un abrazo sincero y patriótico entre Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. Solo nos queda el desagradable recuerdo del traspaso del mando entre Macri y Alberto Fernández en 2019 en el que ella le hizo al ex presidente un inolvidable desaire. Un momento que fue de todo menos afable o cálido o sensato. No entro a analizar las razones de uno y otro, son por todos conocidas o inferidas.

La realidad argentina es abrumadora y muy dolorosa. Día tras día vemos un espectáculo político cargado de desencuentros y con unas variables macroeconómicas que nos conducen al desasosiego y a la desesperanza.

¿Por qué no se inventan unos videojuegos con una realidad virtual en los que en Argentina vaya todo bien?

O que vaya como cada uno desea.

Serían a la vez un modo de entretenimiento político y un bálsamo al inconsciente de las personas que pueden, en determinadas circunstancias psíquicas, no distinguir lo verdadero de lo falso. Se dice que el inconsciente graba lo que escucha y ve.

Se trataría de una aplicación interactiva a través de la cual, con ciertos mandos, se permitiría simular que unos políticos (los que cada uno elija) sean honestos, decentes, incluso patriotas. Individuos que abandonan -en esta ficción que podría crearse- los hábitos propios de los climas políticos decadentes y enrarecidos. Por ejemplo, dejan atrás la traición y abrazan la lealtad y el entendimiento patriótico. Veríamos sindicalistas completamente dedicados a los trabajadores y no al lucro personal e ilícito. Veríamos jueces que hacen Justicia con independencia. Y periodistas más objetivos que no sean “operadores”.

Argentina año verde

Se trataría de una realidad virtual política en clave argentina en la que observaríamos un entorno de escenas simuladas con apariencia de realidad. El ciudadano usuario tendría la sensación de estar inmerso en ese ambiente -que la realidad nunca le ofrecerá- y jugar de modo interactivo con los roles creados por el software. Una “Argentina año verde”, como se decía con humor en los sesenta.

Alguno me dirá: pero eso no sería realidad virtual, sería realismo mágico.

Y tendríamos todo en la pantalla de nuestro televisor, computadora u otro elemento tecnológico, incluso en nuestro teléfono.

¿Qué opinarán los productores y programadores?

Ganarán dinero si el producto es bueno

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