El camino hacia la descentralización

En general, los cambios no se producen en forma automática de un día para otro, sino que son procesos que tímidamente se inician, en ocasiones se demoran por la propia resistencia al cambio, para que luego se consoliden y desarrollen, hasta dar inicio a un próximo paso evolutivo. Pocas personas son testigos conscientes de estos procesos al mismo tiempo en que se producen. La gran mayoría transcurre sus vidas sin notar siquiera la magnitud de los movimientos a los status quo de los que son protagonistas inconscientes.

Haciendo un repaso de la historia de la humanidad podemos ver cómo en sus inicios el hombre recurrió a la centralización como forma de organización familiar, social, cultural y económica.

El pater familias, ejercía la autoridad máxima y plena dentro de la estructura familiar, pudiendo incluso vender como esclavo o matar a un propio hijo, apenas una muestra del nivel de concentración de poder que ostentaba el hombre de la casa. Del mismo modo, la evolución del hombre de nómade a sedentario propuso esquemas de organización social por medio de representantes. Distintas formas sirvieron para legitimar la autoridad, desde mandatos divinos propuestos por los dioses, o dinastías familiares hereditarias hasta las propuestas actuales democráticas han servido para ordenar convivencia y progreso. Aún en nuestros días los modelos más participativos conservan niveles altísimos de concentración de poder en la toma de decisiones en cualquier tipo de organización colectiva.

En el ámbito de la cultura desde aquellas expresiones de arte rupestre la cultura hasta la información compartieron idéntico destino al poder familiar o político. El acceso al conocimiento estaba reservado sólo a los poderosos. Basta con recordar que hace apenas 500 años el 95% de los europeos eran analfabetos.

Obviamente que dentro de un contexto histórico de concentración de los poderes políticos y del conocimiento lo mismo sucedió con la economía. En un principio el poder económico yacía en la tierra. Pocos terratenientes, nobles o clérigos poseían la totalidad de los terrenos. El debate del poder terrenal sobre el espiritual ponía de uno u otro lado la titularidad de dominio de los predios y la facultad de imponer tributos a quienes los trabajan. Sin posibilidades de ascenso social todos aceptaban de qué lado de la suerte les había tocado nacer y si alguno pretendía modificar su circunstancia el peso de la autoridad y el castigo caían sin demora ni piedad.

¿Cómo se dieron estos grandes cambios?

Existen patrones comunes a lo largo de la historia que ponen en evidencia a los procesos de cambio y hacia dónde van los modelos sociales, familiares, gubernamentales, culturales y económicos.

Por un lado, la ocurrencia de sucesos detonadores que sirven de punto de inflexión a partir del cual los cambios se aceleran. Por ejemplo, en la Edad Media la Reforma Protestante del siglo XVI significó el hito a partir del cual se puso en evidencia la pérdida del poder político hegemónico que ostentaba la Iglesia Católica. O la Revolución Industrial que multiplicó las posibilidades de generación de recursos y sirvió de catalizador hacia un modelo de desarrollo empleo de personas capacitadas.

Por el otro, la aparición de tecnologías que aceleran el proceso evolutivo, favorecieron el salto de la Edad Media al Renacimiento, como la invención de la imprenta, que permitió descentralizar el conocimiento y la información, y la partida doble, una técnica contable de registro utilizada por el Fray Luca Pacioli, para registrar los movimientos de las cuentas de su monasterio que sirvió a las personas de la época entender que era o no de ellos, dónde se encontraba e inferir si ganaban o perdían dinero con sus transacciones.

En cuanto a las herramientas que dieron paso a la Revolución Industrial figura en primer lugar la máquina de vapor que permitió mover y trasladar herramientas, productos y personas, en mayor cantidad o volumen y a distancias más largas. Desde el punto de vista intelectual los aportes de Frederik Taylor sobre el estudio de tiempos y movimientos y los de Henry Fayol sobre la estructura de las organizaciones productivas, sirvieron para mejorar los resultados operativos de las empresas.

Frente a uno de los momentos transformadores de la humanidad

En apariencia sucesos aislados se combinan con nuevas formas tecnológicas para acelerar la descentralización de los poderes, sociales, políticos y económicos. Tiempos en los que la cultura deja de ser una bajada de línea y fluye desde las bases hacia arriba. En el que muchas de las carreras universitarias quedan en desuso y sus profesionales fuera de mercado.

El atentado a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001 podría pasar a la historia, al igual que la Reforma Protestante, como el hito que puso en evidencia la vulnerabilidad de un sistema basado en los poderes militares y económicos. Del mismo modo la pandemia producto del Covid-19 pone en evidencia la concentración de las oportunidades en unas pocas manos para afrontarla, dejando al resto sin protección. Existe un serio cuestionamiento sobre las formas de gobierno tradicionales

Son muy claros los sucesos detonadores que evidencian los cambios trascendentales que están ocurriendo, tanto como las nuevas tecnologías en los que se apoyan.

La primera es sin lugar a dudas Internet. La red de redes a través de la cual se intercambian todo tipo de expresiones culturales, informativas, comerciales, investigativas, educativas y recreativas que puedan existir.

Es la herramienta más revolucionaria que ha desarrollado el hombre pues permite descentralizar al extremo todo lo que por ella pueda circular, fundamentalmente oportunidades.

La segunda, y en un mismo orden de importancia, es Blockchain, que permite dar, entre otras cosas, la identidad supra ciudadana, es decir la identidad digital, a las personas para que puedan relacionarse de manera segura y personalizada a través de la red.

Ambas tecnologías se unen para fundar las bases de una sociedad más participativa, menos delegada y por sobre todas las cosas mucho menos burocrática. La identidad digital, la inteligencia artificial y las plataformas de encuestas permanentes podrán en un futuro reemplazar a legisladores, jueces y administradores públicos en muchas de las tareas habituales, promoviendo una gestión pública más orientada al ciudadano que al funcionario.

El mundo cripto también servirá para acelerar la gran descentralización monetaria finalizando con el monopolio de los bancos centrales, que han demostrado que solo sirven para los intereses políticos y poco para los de las personas.

Al igual que en el Renacimiento con la partida doble, en nuestros tiempos, Blockchain, ofrecerá una nueva forma de organización social, en la que el rol de las personas será poner foco en el factor humano dejando que las máquinas y los sistemas se ocupen de los procesos.

El camino hacia la descentralización en cada uno de los aspectos sociales y económicos permitirá fundar las bases para formas organizativas más participativas, equitativas y rentables socialmente.

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