Küme tünngün ta niemün: la paz esté con ustedes

La esperanza volvió a renacer con una nueva etapa de diálogo entre el pueblo Mapuche de la Patagonia trasandina y otros sectores originarios y no originarios del pueblo chileno

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Mapuches en Chile
Mapuches en Chile

Los obispos del sur del sur de Chile

“Por la dignificación del pueblo mapuche”, se había titulado la Carta de los Obispos de la zona más austral de Chile publicada 17 años antes de la llegada del Papa Francisco a Temuco (17/1/2018). Y como suele ocurrir en las familias conflictivas, cuando se fue la visita retornaron las agresiones. Sin embargo tanto la Carta del 2001 cuanto el discurso del Papa son hitos en este proceso hacia el reconocimiento y dignidad del pueblo Mapuche.

Asumiendo la historia y reconociendo los males causados a los mapuches

En aquella ocasión los obispos advirtieron que la conflictividad social que afecta al pueblo mapuche, pehuenche y huillice, no tendrá solución “si no se asumen… los antecedentes históricos que la originaron.”

Es necesario -dijeron los prelados- reconocer los daños producidos por la ocupación del territorio mapuche, las políticas de división y venta de sus tierras. El incumplimiento de “la legislación sobre los indígenas de 1993, que ya había dejado en claro la condición pluricultural y pluriétnica de Chile”, leyes que se transformaron en meramente declarativas. Al mismo tiempo los obispos lamentaron -en el documento que comentamos- los pocos resultados obtenidos para asegurar la paz social en la región.

Falta de resultados debida a que “La voluntad (política que) fue menoscabada por los prejuicios, el desconocimiento o la criminalización de las legítimas demandas de reconocimiento de los derechos del pueblo mapuche”.

La actual reanudación del diálogo (E.EG 238 y ss.)

Los rectores de siete universidades de la región se unieron para impulsar un proceso de diálogo que permita reparar y reconstruir las relaciones entre el pueblo mapuche, la sociedad chilena y sus instituciones. Se suman también miembros del internacionalmente reconocido Centro Nansen para la Paz y el Diálogo con el propósito de acompañar a los interlocutores en el establecimiento de las bases de confianza necesarias para llevar a cabo el diálogo según explicó Gonzalo Valdivieso, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, una de las entidades impulsoras del diálogo.

“La unidad es superior al conflicto” (E.EG, Nro. 226-230)

Nos hemos referido en notas anteriores a este principio metodológico bergogliano. Remitimos a esos comentarios. Sin perjuicio de recordar que el Santo Padre enseña que hay que ver la realidad tal cual es, hacerse cargo. “Sufrir” el conflicto que es examinarlo con inteligencia, dialogar, y en ese camino dialógico formar la cadena, el proceso que hará posible la síntesis y la prevalencia de la unidad.

La nueva etapa en el proceso de diálogo entre las culturas de dos pueblos será trascendente. El del mestizaje de los chilenos descendientes de los colonizadores, “crisol de razas” y de uno de los pueblos ancestrales de la cordillera de los Andes, el pueblo mapuche. Una nueva etapa de diálogo que para ser exitoso no podrá dejar de atravesar los dos niveles del “modo de ser” de cada cultura: el consciente que emerge del suelo y el de lo que se encuentra sumergido en el (costumbres, hábitos, herencias culturales) yendo del disenso hacia el consenso.

Es necesario además, como dijeron los prelados en la Carta de los obispos del Sur en el 2001 partir del reconocimiento de los daños producidos por la “ocupación del territorio ancestral del pueblo mapuche, por las políticas de división y fomento a la enajenación de sus tierras y de asimilación cultural impulsados por el Estado…” y el reconocimiento de esto es “el punto de partida para todo diálogo posible…(ya que) si el pueblo mapuche en la actualidad se encuentra reducido a condiciones de pobreza y marginación, se debe a la pérdida de la mayor parte de su territorio y a la denigración de su cultura”.

Hacia un mundo poliédrico que supere la idea de la esfera

El proceso de diálogo se dará en el preciso momento en que en el mundo hay un debate sobre la globalización de la cultura. Para el liberalismo el símbolo de la globalización es la esfera. En ella todas las distancias del centro a la superficie son equidistantes lo que amenaza con borrar las raíces y las identidades culturales y anular lo diferente en favor de un dominio económico y monopólico capitalista. En cambio desde una mirada cristiana y a favor de la necesaria afirmación y respeto de las culturas nacionales o locales la globalización es simbolizada por la figura del poliedro donde cada cara representa una cultura (Papa Francisco) en un diálogo intercultural e interreligioso.

Hacia la unidad de todos los pueblos de Chile

Pidiendo por la unidad el Papa Francisco en Temuco en el 2018 dijo: “Esta unidad clamada por Jesús, es un don que hay que pedir con insistencia por el bien de nuestra tierra y de sus hijos.” Y advirtió que “es necesario estar atentos a posibles tentaciones que pueden aparecer y que son:

La mala política del “cumplimiento” es una forma de violencia

“Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación: la elaboración de ‘bellos’ acuerdos que nunca llegan a concretarse… y así se termina «borrando con el codo, lo escrito con la mano». Esto también es violencia, ¿y por qué? porque frustra la esperanza”. (Papa Francisco).

La violencia o aniquilamiento físico del otro

“En segundo lugar…-dijo el Santo Padre -No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos «no a la violencia que destruye», en ninguna de sus dos formas”.

La estrategia de criminalización de los mapuches

Impulsada por hacendados o grupos poderosos nacionales o multinacionales con intereses económicos en los recursos naturales de esas tierras, ha sido frecuente que se “alienten” o “armen” acciones violentas con el fin de atribuirlas a los mapuches. Es la estrategia de criminalizar a los aborígenes como dicen claramente los obispos chilenos en la Carta mencionada. El propósito es crear enfrentamientos con las iglesias u otras entidades de bien público o vecinos de las urbes, en especial, cuando se desarrolla un proceso de diálogo para la paz social que se quiere frustrar.

Lo de “La Cristalina” es poco transparente

Desde luego que hay que distinguir actos cometidos por delincuentes comunes y las acciones “armadas” con fines de la mala política. El propósito es crear el estigma y sembrar discriminación, impedir el diálogo. Es fácil distinguir cuando son “armadas” con fines de mala política ya que las instala una intensa campaña periodística tal como sucedió en estos días con hechos que habrían sucedido en la finca “La Cristalina” de Bariloche. Un relato de violencia novelesca, preciso, poco creíble, del que queda una sola cosa en claro: es muy opaco. Y el medio le dio una difusión desmesurada como para que repercuta al otro lado de la cordillera.

El Comité Permanente del Episcopado Chileno y el Papa Francisco

Ante la iniciación del proceso de diálogo el máximo organismo de la Iglesia expresó “la apremiante necesidad de su iniciación partiendo del reconocimiento de la diversidad cultural y del deseo de lograr la unidad propia del Estado pluricultural de Chile.”

“El respeto del estado de derecho debe ser una garantía de progreso para la Araucanía y todos sus habitantes” y señalaron “la preocupación de muchos por el camino inconcluso en los procesos de verdad histórica, reconciliación, nuevo trato, reparación, política de tierras y de una nueva institucionalidad indígena, procesos a los que el Estado se ha comprometido, incluso, con la ratificación de tratados internacionales”.

El miércoles 17 de enero de 2018 en el aeródromo Maquehue, Temuco, Chile, después del proverbial “buenos días” dicho en mapuche «Mari, Mari» el Santo Padre le dijo al pueblo también en su lengua «Küme tünngün ta niemün». Claro que el camino o proceso de diálogo para una paz en la tierra, social y definitiva, no estaba entonces ni está ahora exento de dificultades.

¡Que los Celestiales Poderes tengan al pueblo Mapuche en la palma de sus manos!

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