La alternativa es democrática, inclusiva y capitalista

Una economía con estabilidad de precios y centrada en la competencia para producir mejor y más barato dentro de la ley, generaría una explosión de actividad y empleo

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(EFE)
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¿Seguimos así, creyendo que no podemos mejorar, o damos la pelea por una Argentina con educación y trabajo? ¿Queremos que las cosas sigan como están o nos animamos a cambiarlas? El problema de los que eligen lo primero es que la Argentina como está no tiene destino o, en realidad, tiene un destino de pobreza creciente e inseguridad sin control.

El status quo de la Argentina consiste en ser fiscalmente insostenible (por la disminución de actividad económica y el aumento permanente del gasto y de las tasas de impuestos) y crecientemente corrupta en la producción (por un sistema que les quita a los que producen y les da a los acomodados). Ese status quo sólo genera inflación, desempleo y, en consecuencia, miseria.

La alternativa es que las cosas cambien, para pasar a tener estabilidad, crecimiento y trabajo. Pero para lograr eso, hacen falta convicción y liderazgo, ya sea para conseguir un acuerdo político o para obtener apoyo popular suficiente. Ya se sabe cómo se consigue la estabilidad: con una política de gasto pagable con los recursos existentes, una política monetaria atada a la demanda de dinero requerida por la actividad económica real, una política de ingresos que cambie las expectativas y un shock de previsibilidad y producción que genere más iniciativas de inversión y empleo. Pero hay que saber que lo primero, lo primero, es terminar con la inflación y construir una moneda creíble, que mantenga los precios estables.

A partir de ahí el cambio no termina, sino que debe seguir. Si queremos que cientos de miles de argentinos inviertan, arreglen lo que está roto, construyan y organicen nuevas actividades, tienen que saber que ganarán dinero si venden cosas útiles para los demás y baratas. Tienen que saber que la economía no será buena sólo para los depredadores que consigan un permiso oficial o un monopolio caro para el pueblo. Tienen que saber que la economía será competitiva (para satisfacer a los demás) y no prebendaria (basada en favores políticos). Una economía con estabilidad de precios y centrada en la competencia para producir mejor y más barato dentro de la ley, generaría una explosión de actividad y empleo, porque la Argentina tiene todo por hacer: energía, casas, alimentos, rutas, trenes, calles, servicios de todo tipo, educación de todo tipo.

Yo creo que ya en el siglo XXI, en América Latina, no se puede pensar en una economía desarrollista, productivista, estable y con mucho empleo, si no es en democracia, entendida como un sistema con fiscales y jueces de la ley, con un estado de derecho igual para todos, con elecciones limpias y libertad de expresión. En eso sí creo que hay que ser duro, porque sin instituciones no hay previsibilidad, confianza y colaboración y sin eso no hay progreso ni trabajo. Frente a ello están las prácticas del autoritarismo, el acallamiento de la crítica, la compra de periodistas, políticos y empresarios, el fraude electoral. Esos sistemas sólo pueden generar miseria, inseguridad y dolor, como se ve en Venezuela o Cuba.

Pero es necesario el liderazgo de la convicción, la decisión y la voluntad, para construir un futuro inmediato de seguridad, ley, estabilidad, crecimiento, trabajo, respeto y la convivencia en paz de una democracia que dé respuestas y funcione.

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