Querido Ginés

¿No puede alguien de tu porte viajar y relajarse un poco después de tanta catástrofe? Claro que sí, Ginés, claro que sí

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¿Qué anda pasando cuando llueve sobre vos – disculpas por la campechanía- con toda esa manera de criticarte, observarte y fisgonear como una incesante portera? ¿Por qué no te dejan en paz, alegre querubín de ojos celtas y brillantes, bebé enorme con tus rulitos y tu talante alegre? No lo sé. Me parece de lo más injusto, Ginés, con tantos laureles de servidor patrio, ministro reiterado, asesor, fundador de una universidad para ensanchar la avenida de la salud en todas direcciones, embajador.

¿Te acordás, Ginés, criatura conmovedora, de entonces, contra toda opinión y contra toda sotana ordenaste distribuir condones y anticonceptivos y te manifestaste favorable al aborto legal?

Qué tiempos, Ginés, qué amplitud, que ímpetu, cómo no recordarlo. ¿Será tal vez el momento en que aceptaste el cargo del nuevo gobierno. Estabas tranquilo, en un cierto retiro dedicado a los años que ibas a ser de tranquilidad y reposo sin pensar que te esperaba un desdoroso Waterloo. Qué cosas que tiene la vida. Parece una frase para ponerlo bandoneón pero es para apoyarte, que es la intención de estas líneas. No podías saber el hecho de que la pandemia próxima a las 90.000 muertes , muchacho bueno, iba a llegar desde tan lejos. ¡Desde China, Ginés! Parece cosa de locos. Cualquiera suponía que el virus se iba a cansar antes, ¿no? Y te comprendo tanto, abatido ahora mientras caminás nervioso con tus ojotas como alguien que no tiene paz.

Te mostraste tan firme en defensa de nuestro orgullo y nuestra dignidad con la negociación de Pfizer que me emociona. Aunque no se sabe de qué se trata ni quisiste decir -la reserva de los grandes, Ginés- en que consistió el contrato por 13 millones de vacunas , soltó que no se podían aceptar condiciones inaceptables ¿Cuáles? Es asunto de estado, estoy seguro. Aunque en nuestro país se haya experimentado la fase 3 con miles de voluntarios, no hubo caso. Esos son hombres, Ginés, digo yo. Y a los hombres, a los hombres excepcionales, nunca se les reconoció valor y gloria. No sos el único.

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Como la gente está entrenada para poner objeciones y molestar, ya estuvieron cargando con que casi todos los países de la región sí contrataban Pfizer. Solo por incordiarte, estoy seguro. Eso no lesiona en absoluto la Patria Grande. Tan grande que se extiende desde Tierra del Fuego hasta Teherán. Inmensa. Pero frente a tal calamidad y pesadilla, luego de que los vuelos volvieron de Moscú con la Sputnik, las lenguas bífidas llamaron a tu gauchada vacunatorio vip. ¿Te das cuenta? Sin honrar como se debe el sentimiento argentino de la amistad, créase o no se te pidió la renuncia al cargo como demostración de que no quedan criollos en este suelo. Pero vos, tranquilo. En cualquier caso la gestión queda en buenas manos. Carla es infectóloga y especialista en vacunas, y todos alrededor luchan con enorme despojamiento y sin otro interés que el bien del pueblo. Estoy seguro. Faltaba más.

No te dejes abatir, cirujano. Y que murmuren, que se embromen. Ahora no han encontrado mejor que poner en las redes y en todas partes tu imagen un poquitín despatarrado en una vereda de restaurante de Madrid mientras compartías una copa de vino con una señora. Un trago para cada uno. Tragos grandes, satisfechos: ahhhhh. ¿Y qué? ¿No puede alguien de tu porte viajar y relajarse un poco después de tanta catástrofe? Claro que sí, Ginés, claro que sí. Soportalo con la frente bien alta, como siempre.

Todo lo anterior, Ginés , no es por reparar tan grande ingratitud, nada más . Es porque te lo merecés.

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