Por qué estamos viviendo una crisis colosal

Martín Guzmán, en silencio y modosamente, envía señales concretas de acercamiento al FMI en pos de la aceptación de la única moneda de pago que tiene la Argentina que es “el tiempo”. Pero el ala política sanitaria no cesa de dar señales en contrario

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Martín Guzmán transita la convergencia reclamada por los grandes centros financieros y los acreedores (Reuters)
Martín Guzmán transita la convergencia reclamada por los grandes centros financieros y los acreedores (Reuters)

Si se miran las conductas, poderosas por sus actores, en lo que hace a las relaciones internacionales, algo así como los extremos internos, están haciendo de la suya frente a los dos grandes problemas que deben resolverse fuera de los límites nacionales: uno conseguir la paz con los organismos de crédito para no caer en default y conseguir las vacunas que no se producen localmente por ahora para lograr detener la marea pandémica que ya coloca al país en el podio de la enfermedad.

Ciertos gestos derivados de las urgencias vacunales nos enfrentan a protagonistas cuya anuencia necesitamos para no caer en default con el Club de París, con quien corre el período de gracia de 60 días por no haber pagado al vencimiento a fines de mayo, y con el FMI.

Pero el propio Presidente cada tanto define posiciones internacionales que escapan de los buenos tratos y simpatías con aquellos a los que les estamos pidiendo plazos.

El Presidente cada tanto define posiciones internacionales que escapan de los buenos tratos y simpatías con aquellos a los que les estamos pidiendo plazos

Nada supera el beneficio de estar vacunado, pero, convengamos, que la solución tiene su costo transitorio. No tanto por las vacunas en sí, como por el inevitable proceso de alineamiento y distancia que parece insinuarse. A unos les debemos plata que no les podremos pagar por mucho tiempo; y a otros les debemos una salida sanitaria que no se cancelará sólo con plata.

Menudo problema para un país que, además, tiene todas las enfermedades a la vez y que el milagro que lo bendice es que resiste razonablemente integrado. Que todas las mañanas hay agua en la canilla, luz en el dormitorio y gas en la cocina. Claro para los que tienen canilla, dormitorio y cocina. Hay otra Argentina sin ninguna de esas cosas y que, para tenerlas, hay que ir a buscarlas. Impedir que ese proceso se trunque es un enorme desafío que hará posible o no, que el milagro se repita.

Mientras tanto, decíamos, Martín Guzmán transita la convergencia reclamada por los grandes centros financieros y los acreedores. Es que el déficit fiscal primario del primer cuatrimestre 2021 resultó cero o positivo si se suma el impuesto a las grandes fortunas. La Base Monetaria tuvo en ese período una mínima expansión. Entre fin de abril y fin de 2020, creció 0,8% en términos nominales, es decir en términos reales, poder de compra, debe haber caído aproximadamente 15%. Podemos agregar que, sin aumentar la deuda, las Reservas del BCRA aumentaron en el primer cuatrimestre de 2021. Y que el tipo de cambio paralelo en ese período bajó entre fin de 2020 y el 31 de mayo. No es la única cotización relevante del mercado: el contado con liquidación de punta apunta creció 10% es decir, por detrás de la inflación. Ese es el punto: los precios.

Los cuerpos enfermos y las apariencias engañan

Todas estas son señales de camino a la estabilidad en los mapas que habitualmente traza el FMI. Pero, siempre los cuerpos enfermos, nosotros lo somos y las apariencias saludables engañan: el pero de estos días es la tasa de inflación. En el primer cuatrimestre la tasa de inflación anual fue de 46,3%: esa es la velocidad con la que corren los precios de punta a punta en los últimos doce meses. Y en los primeros cinco meses habría duplicado la variación acumulada en igual lapso del año previo. De ahí que está en las primeras preocupaciones sociales de estos días y se acumula con la de la inseguridad (la violencia creciente) y con la cuestión sanitaria. En este territorio los vacunados tienen una mejor y creciente imagen del gobierno. Por eso la vacuna es el alma y el arma electoral.

Los vacunados tienen una mejor y creciente imagen del gobierno. Por eso la vacuna es el alma y el arma electoral (NA)
Los vacunados tienen una mejor y creciente imagen del gobierno. Por eso la vacuna es el alma y el arma electoral (NA)

La inflación pesa e implica la percepción de que los salarios quedarán por atrás y que este período será uno más en el proceso del deterioro del poder de compra de los que tienen trabajo, formal o informal. Cuarentena, pandemia, incertidumbre de estabilidad laboral, certidumbre de pérdida real de ingresos forman un combo que las “buenas prácticas” del ministro de la deuda no resuelven en términos de la vida cotidiana.

La respuesta de los principales sindicatos a este evento, particularmente los del sector servicios, es de demanda salariales que superan lo esperado inicialmente por el gobierno. Tanto Cristina Fernández de Kirchner como Sergio Massa le colocaron a las paritarias que manejan -legisladores y empleados- un incremento del 40% dando vía libre desde el Frente para superar la pauta del 17% propuesta por Guzmán.

Se engancharon detrás de ellos Hugo Moyano y el líder bancario -los sindicatos con fuerte poder de fuego- que también se anotaron muy por encima por lo esperado por la gestión económica. Obras son amores y no buenas razones.

La tasa de inflación esperada por los ciudadanos, que supera largamente a la registrada, refleja las expectativas de los ajustes salariales disparados y la puja interna en el gobierno por el ajuste de tarifas y por qué no, por el rediseño de los cargos en las áreas provinciales y municipales. Todo eso se ve venir y de manera desordenada.

La causa de la inflación, recitada por la ortodoxia, ha sido fuertemente morigerada por la gestión Guzmán con buena letra en pos de lograr los acuerdos que puedan ayudar a impedir una desestabilización mayor

La causa de la inflación, recitada por la ortodoxia, ha sido fuertemente morigerada por la gestión Guzmán con buena letra en pos de lograr los acuerdos que puedan ayudar a impedir una desestabilización mayor, consecuencia no solo de la incertidumbre, sino de las realidades materiales que puede desencadenar. No ya el default, sino la idea de una prórroga sine die de los acuerdos por la deuda.

Guzmán como ministro de la Hacienda y por lo tanto de la deuda, está haciendo su tarea de modo agradable a quienes deben comprenderlo y creerle. Marcha solo por un sendero peligroso porque está lleno de incendiarios amigos. El lado flaco de la inestabilidad del sistema de precios, claramente y por ahora, no proviene de su área sino del “manejo de la economía”, porque las disparidades anuncian conflictividad: unos subieron 80% en un año y otros rozan el 25 por ciento.

Las disparidades anuncian conflictividad: unos subieron 80% en un año y otros rozan el 25 por ciento (EFE)
Las disparidades anuncian conflictividad: unos subieron 80% en un año y otros rozan el 25 por ciento (EFE)

Por ejemplo, para el ministro de Desarrollo Productivo -que sería por default el responsable de la parte real de la economía- se juega en el cannabis medicinal y en la electromovilidad vinculada a las baterías de litio. Todo este campo es bien interesante. Pero ¿y el mientras tanto?

Mientras Guzmán hace una tarea dirigida al “público externo”, nadie hace una tarea destinada al “público interno” que sufre del desempleo y la ausencia de horizonte aquí y ahora. Se trata de construir un puente ahora para poder cruzar de este páramo al futuro que todos imaginamos venturoso.

Mirada al futuro

Como muchos argentinos y seguramente muchos funcionarios del gobierno y dirigentes de la oposición, tengo la convicción absoluta de que debemos dedicar mucho tiempo y de manera urgente a pensar las alternativas del futuro para las próximas décadas.

Esa es la tarea de quienes deben proyectar la visión orientadora de los pasos del presente. Ese es un bien público sin el cual los países van perdiendo el sentido de la existencia en común.

Pero al mismo tiempo tenemos que ser conscientes que estamos viviendo una crisis colosal, porque tiene larga historia que llega hasta el presente. La última década de estancamiento continuó una destrucción sistémica iniciada -con fecha cierta que ahora nadie discute- hace 46 años y cuyos resultados están a la vista.

Fueron terremotos y huracanes silenciosos que hicieron su trabajo mientras la sociedad, adormecida, creía en los “alquimistas” que bajaban de los puertos y los aviones, con nuevos bienes hechos en otras latitudes que reemplazaban nuestras manufacturas y “que las mejoraban en precio y calidad”. Tiempos en que se prometía el futuro mientras se demolían las bases que sostenían el puente. Con ese mantra destruimos la industria, el empleo y para peor los financiamos con deuda.

Pero ¿el presente que nos consume? ¿El puente que se va tornando imposible de cruzar.

Sabido es que no tenemos una estrategia de desarrollo o lo que es lo mismo, que nuestro futuro está a la intemperie, hoy sometido a los vaivenes climáticos de la demanda mundial. Y además debemos enfrentarlo con las bases frágiles que proveen décadas de decadencia.

No tenemos una estrategia de desarrollo o lo que es lo mismo, que nuestro futuro está a la intemperie, hoy sometido a los vaivenes climáticos de la demanda mundial. Y además debemos enfrentarlo con las bases frágiles

Sabemos ahora que Martín Guzmán ata relaciones y tareas que, seguramente, llegarán a una paz razonable con los acreedores públicos y multilaterales.

Pero el presente no puede esperar que se desate el nudo de la estrategia de largo plazo. Necesita acciones inmediatas propias de la emergencia de una crisis. Y el Estado está como ausente.

Desde todos los sectores políticos, económicos y sociales y aún de algunos economistas ortodoxos, incluso de funcionarios del PRO de la última gestión, se escuchan voces que se animan a pronunciar la necesidad de un Acuerdo de Precios y Salarios. Eso es un puente. Sólo un puente. Pero sin el cual es imposible cruzar al futuro. El Acuerdo es una acción política que actúa en la economía; una acción que fue anatematizada por muchos que hoy, cuando es urgente, la invocan.

Está claro que los méritos monetarios y fiscales de Guzmán y Pesce no han generado ni estabilidad ni confianza. Y que remontar la coyuntura requiere como condición necesaria ambas cosas: calmar los precios y construir confianza. El Gobierno solo no puede y sin el gobierno no se puede. El puente se construye con muchas cosas: las guías que llevan a la estabilidad, las luces que iluminan el área de confianza.

Está claro que los méritos monetarios y fiscales de Guzmán y Pesce no han generado ni estabilidad ni confianza. Y que remontar la coyuntura requiere como condición necesaria ambas cosas: calmar los precios y construir confianza. El Gobierno solo no puede y sin el gobierno no se puede. El puente se construye con muchas cosas: las guías que llevan a la estabilidad, las luces que iluminan el área de confianza.
Está claro que los méritos monetarios y fiscales de Guzmán y Pesce no han generado ni estabilidad ni confianza. Y que remontar la coyuntura requiere como condición necesaria ambas cosas: calmar los precios y construir confianza. El Gobierno solo no puede y sin el gobierno no se puede. El puente se construye con muchas cosas: las guías que llevan a la estabilidad, las luces que iluminan el área de confianza.

La inflación, el peso de la pandemia y las inquietudes que genera todo proceso eleccionario, todo sumado, desgrana la poca confianza que nos informa la evolución del dólar paralelo y los depósitos en dólares.

La confianza que necesitamos es la que se mide con el incremento del empleo. Y esa confianza está en retroceso. Lo único que crea la confianza social es una dinámica de creación de empleo que sólo será sostenible si se trata de empleo productivo. Desanima a cualquiera el incremento vergonzoso del empleo público, provincias, municipios, en todo el país.

Lo único que crea la confianza social es una dinámica de creación de empleo que sólo será sostenible si se trata de empleo productivo

¿Qué puede provocar esa dinámica? El primer paso, sin el cual no hay camino, es un Acuerdo que establezca condiciones estables y favorables para un proceso de inversión. Esa es la condición necesaria para fundamentar un acuerdo de precios y salarios. ¿Por qué?

Porque no puede existir un acuerdo de precios y salarios que no tenga como horizonte concreto, la realización de inversiones destinadas al incremento de la productividad.

Que la vacuna no sea el puente a un modelo dependiente primarizante y que las consignas, que no estrategias, de largo plazo no terminen siendo un mecanismo de distracción. Ya pasó.

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