No crecer no es sostenible

La Argentina cayó en la agonía, con una sociedad que no produce bienes transables con el resto del mundo y se queda sin capacidad de pago de importaciones y de las deudas

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Desde que la globalización puso a China a minutos de nuestras casas venimos sufriendo distintas olas de esa procedencia. La más palpable es la del covid-19. Pero también desde allí y vecindades proviene la del recurrente balance comercial negativo (Europa Press)
Desde que la globalización puso a China a minutos de nuestras casas venimos sufriendo distintas olas de esa procedencia. La más palpable es la del covid-19. Pero también desde allí y vecindades proviene la del recurrente balance comercial negativo (Europa Press)

La sociedad argentina está sometida al castigo de una maraña de olas que se entrecruzan. Desde que la globalización puso a China a minutos de nuestras casas venimos sufriendo distintas olas de esa procedencia. La más palpable es la del covid-19 que, en su segunda y tercera expansión, tiene orígenes difusos. Pero también desde allí y vecindades, a causa de abandonarnos a una globalización sin la preparación y la reacción necesaria, proviene la del recurrente balance comercial negativo que, leída desde aquí, es primarizante: exportamos naturaleza que se agota e importamos industria.

Los balances comerciales positivos la mayor parte de las veces responden a un resultado económico interno negativo y rara vez al salto de las cantidades o del incremento de la participación del valor agregado en las exportaciones y algunas veces a la alegría de la mejora exponencial de los precios internacionales de las materias primas, o lo que llamamos el “viento de cola”.

Los balances comerciales positivos la mayor parte de las veces responden a un resultado económico interno negativo y rara vez al salto de las cantidades

¿Cómo se saldan las deudas estructurales? Esta pregunta nos lleva directo a la agonía de una sociedad que no produce bienes transables y se queda sin capacidad de pago. El estancamiento lleva 45 años con recesiones, endeudamiento y default que se han convertido en clásicos.

Pasó año y medio desde aquel descuido sanitario inicial de Ezeiza, aunque cueste creerlo, se multiplicó. ¡Privatizamos el control del transporte aéreo internacional de la Pandemia! Los aduaneros del Estado revisan los documentos y las valijas, pero la importación del “virus” la dejaron en manos privadas. Hay tarifa obligatoria.

La frase doctrinaria de Eva Perón de “dónde hay una necesidad hay un derecho”, se transformó en otra, más tipo “Consenso de Washington”: donde hay una necesidad pública hay un negocio privado. Maravilloso. Se privatiza el control sanitario en Ezeiza, se privatiza (no importa si es “voluntaria”) la vacunación en la provincia de Buenos Aires, se privatiza la ayuda social. Vale la pena recordar que tenemos un Estado; y si no lo tenemos deberíamos esforzarnos por tenerlo.

Pero no es la de la peste la única ola que castiga nuestras playas. Y tampoco la única a la que no logramos ponerle una barrera. Vivimos un oleaje permanente de estancamiento económico cuyas causas y consecuencias son diversas; y también conforman otras oleadas. Recesiones sucesivas y abundantes, desempleo creciente y dramáticas de pobreza y exclusión social. Abundan tormentas feroces y contaminadas, que nos han colocado en una situación extremadamente compleja.

Hasta aquí y desde la crisis de 2001 la única nueva herramienta, para “contener, aminorar, embellecer” esas oleadas, es el viento de la soja. Viento que también lo genera China. O, en subsidio, acudir al endeudamiento.

Pero ¿qué pasará cuando en lugar de olas que el viento compensa, soportemos el gran huracán de la baja generalizada de aranceles impulsada hoy por Brasil y acompañada por los demás socios del Mercosur?

Mal presente y sin horizonte

No hay escenario de inversión y quienes “montan la obra” no procuran una meta política de aliento. Los pocos empleos que se crean se concentran en actividades de baja productividad.

Nadie discute el diagnóstico del mal presente. Nadie mira al futuro y propone un horizonte.

No hay escenario de inversión y quienes “montan la obra” no procuran una meta política de aliento. Los pocos empleos que se crean se concentran en actividades de baja productividad

Nos preguntamos ¿Se puede encontrar calidad de vida en una economía estancada definida por un PBI por habitante constante a través de los años? Ha de ser extremadamente difícil que, en el estancamiento, la administración de recursos genere calidad. Martín Rapetti calculó que el PBI por habitante de 2020 fue igual al de 1974. Comparación que describe la espantosa decadencia que representa la destrucción de la calidad de vida promedio.

La inmensa mayoría para “flotar” necesita de un proyecto colectivo de desarrollo e inclusión. Transita el estancamiento. Muchos han caído en la exclusión que empieza por la pobreza y desemboca en la marginalidad. “No crecer” no es sostenible. No hay continuidad para un modelo en el que lo único que ha crecido en 45 años, a tasas imponentes, es la pobreza, la desigualdad y la marginalidad. ¿Somos conscientes que “todo” el crecimiento de la población de 1974 a la fecha es de personas en la pobreza? Pasamos de 22 millones de habitantes a 45 millones; más de 20 millones son pobres. No hay ninguna cifra que ofrezca un diagnóstico más elocuente.

Las tensiones se multiplicarán por la incapacidad para resolver los problemas de la vida, de la seguridad, de la salud. Habrá cada día más personas que no comen, porque no pueden producir su sustento y requieren transferencias públicas.

Habrá cada día más personas que no comen, porque no pueden producir su sustento y requieren transferencias públicas (Franco Fafasuli)
Habrá cada día más personas que no comen, porque no pueden producir su sustento y requieren transferencias públicas (Franco Fafasuli)

En ese marco hay que comprender la tarea que hoy desarrolla el ministro de Economía, Martín Guzmán, recorriendo los países acreedores. Su logro, más allá de la tardanza, fue el haber renegociado la deuda externa con los acreedores privados. El objetivo fue aplazar el cronograma de pagos, de suyo imposible según lo originalmente comprometido. Fue logrado.

No logró la mejora en la calificación de crédito de la Argentina, el riesgo país o la imposibilidad de recibir financiamiento externo de libre disponibilidad, porque los créditos chinos son con fuertes condicionalidades.

Financiamiento de libre disponibilidad es un objetivo imposible, toda vez que el país aún tiene deudas gigantescas con el FMI y con el Club de París, acreedores a los que se debe sumar otros organismos de crédito multilateral. Sin desplazar esos vencimientos, a un tiempo en que nuestra economía haya generado capacidad de pago, es imposible imaginar una mejora en la calificación crediticia.

Financiamiento de libre disponibilidad es un objetivo imposible, toda vez que el país aún tiene deudas gigantescas con el FMI y con el Club de París

Las deudas acumuladas, sea con los acreedores externos, la renegociada y la que está en curso de negociación; la descomunal deuda social -se puede transformar en un tsunami-; la enorme “deuda de productividad” que si no es cancelada hará imposible satisfacer tanto la deuda externa como la deuda social, conforman los objetivos de un Programa de Largo Plazo que no está en la cabeza del gobierno y tampoco en el debate social. Este sí que es un agujero negro de este gobierno y de los anteriores. Resulta sencillamente inconcebible.

El rol de los consensos

Cumplido el mismo tiempo que la actual gestión de Alberto Fernández, 18 meses, el tercer gobierno de Juan Domingo Perón ya había realizado un acuerdo de política económica con todas las fuerzas productivas y consensuado políticas: agraria, siderúrgica, automotriz, etc. y el Plan Trienal que había concitado el acuerdo de la mayoría de las fuerzas políticas de todo el país.

¿El clima? La guerrilla le liquidó a Perón a su dirigente sindical preferido José I. Rucci. La violencia montonera no paraba. A los seis meses de asumir estalló la crisis del petróleo que cambió los ejes de funcionamiento de la economía planetaria. En las situaciones de crisis es imposible navegar si no se busca un consenso y si ese consenso no transita el rumbo que, siempre, es el largo plazo. ¿Hay alguna duda acerca de ello?

¿Qué es lo que contiene a las olas del estancamiento y de la pobreza que destruyen el tejido social y productivo; a la ola de la peste que erosiona aquello que aún sostiene un aparato que, hasta aquí, ha evitado un desmadre; y a las olas amenazadoras de la deuda externa? (Franco Fafasuli)
¿Qué es lo que contiene a las olas del estancamiento y de la pobreza que destruyen el tejido social y productivo; a la ola de la peste que erosiona aquello que aún sostiene un aparato que, hasta aquí, ha evitado un desmadre; y a las olas amenazadoras de la deuda externa? (Franco Fafasuli)

¿Qué es lo que contiene a las olas del estancamiento y de la pobreza que destruyen el tejido social y productivo; a la ola de la peste que erosiona aquello que aún sostiene un aparato que, hasta aquí, ha evitado un desmadre; y a las olas amenazadoras de la deuda externa? Lo único que tenemos a favor es un viento de cola, el precio internacional de la soja, que sopla en sentido contrario de las olas erosionantes.

¿El viento sin plan, el molino sin aspas para generar energía? Ese viento no depende de nosotros. De hecho, sin plan, sólo nos adaptamos al viento; brinda recursos para enfrentar lo devastador e inmediato de las oleadas. Pero inevitablemente afirma el proceso de especialización y primarización que profundiza nuestros males.

La soja ha vuelto. No sabemos hasta cuándo. Si el dólar se debilita los precios de las materias primas suben, cuando China camina más ligero, los precios de las materias primas se ponen al alza.

Si el dólar se debilita los precios de las materias primas suben, cuando China camina más ligero, los precios de las materias primas se ponen al alza

Néstor Kirchner vio duplicarse la superficie sembrada de soja, bendijo los días soberbios de la entrada de dólares de la primarización, multiplicados por un tipo de cambio que había volado. Sin embargo, Cristina Fernández de Kirchner – la heredera – dejó al BCRA sin un dólar, vendiendo futuros a precio de remate y la pobreza creciendo, mientras la inversión reproductiva seguía naufragando.

El viento de cola frena las olas por un tiempo, pero no construye siquiera un malecón protector.

El viento de cola frena las olas por un tiempo, pero no construye siquiera un malecón protector (Reuters)
El viento de cola frena las olas por un tiempo, pero no construye siquiera un malecón protector (Reuters)

¿Por qué? Simple, lo dijo Carlos Pellegrini hace un siglo y más, “sin industria no hay Nación”. No es una frase bonita: es un programa de gobierno. La bendición de la productividad agraria, sin un sistema productivo integrado que la reciba, arriesga la posibilidad de un efecto de “economía holandesa” que agota la posibilidad de alcanzar una economía integrada. Para algunos especialistas a este precio del maíz, bueno para el balance comercial, pone en jaque la estructura de la industria porcina. No hay alternativa de desarrollo para una economía desintegrada y desequilibrada.

El rol de los aranceles de importación y la inversión

Una herramienta clave es la política arancelaria, de ella depende la estructura de la distribución regional y funcional del ingreso nacional.

Si se pusiera en marcha un acuerdo con la Unión Europea, los aranceles a la importación de productos procedentes de países miembros se reducirían drásticamente, con efectos diversos, según los sectores. El promedio vigente en la Argentina se estima en 17,4% con una enorme dispersión entre sectores, mientras que en la UE se ubican en 3,9%. De ahí que es probable que algunos sectores pierdan mucha protección, como marroquinería y calzado e indumentaria y confecciones. Y muchas industrias de empleo intensivo estarían en riesgo de desaparecer.

Se supone que habrá, por ejemplo, una década, para ajustar la economía a las exigencias de competitividad de la UE. En algunos productos 15 años, y en la mayoría menos tiempo. La pregunta es por las inversiones ¿si en estas condiciones, por ejemplo, de arancel, tipo de cambio, impuestos, financiación y competencia externa, no se invierte por qué habría de invertirse con las mismas condiciones salvo los aranceles en baja y la competencia en alza? ¿En el gobierno no se lo preguntan?

Llevamos décadas, ¿dos generaciones? de políticos y economistas que no han logrado ninguna política que reconstruya la industria mientras declinaba

Llevamos décadas, ¿dos generaciones? de políticos y economistas que no han logrado ninguna política que reconstruya la industria mientras declinaba, porque la tasa de inversión en maquinaria y equipo, sin leyes de promoción, con política tributaria que impide la inversión, sin mecanismos de financiamiento competitivos comparados, a duras penas es 9% del PBI en una década. Eso significa que a duras penas se repone el equipamiento amortizado y la consecuencia es la colosal tasa de desempleo y la deriva de la pobreza.

Ese combo explosivo implica que no sólo el Estado no recibe tributos, sino que además debe necesariamente contribuir con pagos de transferencia a la subsistencia para mantener la tranquilidad social.

La tasa de inversión en maquinaria y equipo, sin leyes de promoción, con política tributaria que impide la inversión, sin mecanismos de financiamiento competitivos comparados, a duras penas es 9% del PBI en una década (EFE)
La tasa de inversión en maquinaria y equipo, sin leyes de promoción, con política tributaria que impide la inversión, sin mecanismos de financiamiento competitivos comparados, a duras penas es 9% del PBI en una década (EFE)

Una estructura económica desequilibrada, desintegrada, produce el desequilibrio externo (la deuda externa), el desequilibrio social (la deuda social) y el desequilibrio fiscal y monetario (la deuda macroeconómica). ¿Cuál es el origen y cuál la estrategia para construir el equilibrio? El origen la desindustrialización y la estrategia la política industrial que implica una estrategia arancelaria.

A todos los que imaginan países como la Argentina “sin industria”, habría que preguntarles si imaginan que China, Vietnam, Corea, no han crecido a base de la expansión del empleo industrial. O preguntarles por qué desde Joe Biden a Emmanuel Macron, hoy, ahora, la preocupación principal de los líderes del mundo Occidental es reconstruir el tejido productivo y el empleo industrial devorado por la competencia China y de sus países aliados.

Una estructura económica desequilibrada, desintegrada, produce el desequilibrio externo (la deuda externa), el desequilibrio social (la deuda social) y el desequilibrio fiscal y monetario

Al respecto la UE está trabajando en un proyecto de control de compras de empresas ex UE que, naturalmente, apunta a China. Y al mismo tiempo apunta a trabar las compras gubernamentales a ofertas de fuera de la UE. Sería bueno que los que reclaman que imitemos a los que ellos llaman “países serios”, se enteren de lo que hacen y no de lo que sus profesores dicen.

La misma “onda” se repite en países como India, Australia y Corea que procuran recuperar cadenas de valor y se encuentran con las quejas de China, que después de haber crecido a base de protección y estatismo, hoy es el campeón del comercio libre.

Simplemente copiemos los incentivos o al menos, quienes gobiernan, inspírense en ellos. Hagamos lo que hacen. No lo que dicen porque muchas veces discrepan con lo que hacen. ¿Por qué esta exhortación apasionada? Es que, además de las olas que nos castigan, estamos próximos a un huracán. Sí, un huracán devastador ignorado por una clase dirigente preocupada por la peste, la inflación, la inseguridad, la corrupción. Todo bien. Pero insuficiente.

Simplemente copiemos los incentivos o al menos, quienes gobiernan, inspírense en ellos. Hagamos lo que hacen. No lo que dicen porque muchas veces discrepan con lo que hacen

Atados a la bandera de la soja, a Vaca Muerta, al litio y al cannabis medicinal, nuestros funcionarios que se ocupan de la producción no han manifestado una estrategia de envergadura, ni siquiera una mínima, para encarar ese huracán, al que ningún viento de cola podría contrarrestar.

Ante las olas descriptas, el viento de cola ofrece batalla adaptativa que, por cierto, dura lo que un lirio. Pero no hay precio y cantidad de soja que soporte la debacle industrial y de empleo, que producirá el huracán de la baja de aranceles sin un Plan de Desarrollo.

Los que gobiernan y aquellos que aspiran a reemplazarlos sólo se mueven si el viento de cola los empuja, eso sí, sin Plan ni rumbo y así nos va.

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