Fortalezas y debilidades de China, la potencia mundial en ascenso

El crecimiento económico y la expansión de la influencia política del gigante asiático están transformando el escenario internacional

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El embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja junto a Xi Jinping
El embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja junto a Xi Jinping

Uno de los fenómenos más relevantes del siglo XXI es, sin lugar a duda, el ascenso de China como potencia mundial. En efecto, su mayor poderío político, económico y militar está transformando al sistema internacional y es por este motivo que debemos comprender las capacidades con las que cuenta esta nación. Sólo así podremos establecer una estrategia de inserción internacional que sirva nuestros intereses.

¿Cuáles son entonces las principales fortalezas y debilidades de China? En términos estratégicos, su principal ventaja consiste en el asombroso crecimiento económico que viene experimentado. Este crecimiento no sólo le ha permitido eliminar la pobreza extrema en un país de 1.400 millones de habitantes, sino que también ha incrementado su poderío militar y su influencia política alrededor del mundo.

Debemos asimismo destacar el accionar de sus líderes, que han aprendido e incorporado las lecciones que la experiencia de países como los Estados Unidos les han dejado. Esto se nota por ejemplo en la adopción del sistema económico compatible con el capitalismo y, más recientemente, en sus cuantiosas inversiones en tecnología. Diplomáticamente, China también ha adoptado conceptos que provienen de la tradición diplomática occidental, como son la defensa de la soberanía nacional y la no interferencia en los asuntos internos de otras naciones. Estas posiciones no sólo le han permitido ganar aliados, sino también evitar conflictos innecesarios.

¿Porqué las autoridades chinas han sabido tomar este tipo de decisiones? En parte, porque en las últimas décadas han establecido un sistema relativamente meritocrático a la hora de seleccionar a los futuros miembros de las elites. De esta manera, se busca promover el ascenso de los miembros más capacitados del Partido Comunista de China (compuesto por unos 90 millones de individuos). Por el contrario, el surgimiento de fenómenos como la cultura de la cancelación ha puesto en duda el rol central que el mérito debería jugar en la formación de las élites occidentales.

Por último, y contrariamente a lo que fue la experiencia de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, el régimen chino despierta menor rechazo ideológico del que alguna vez generó Moscú. En definitiva, a pesar de que los Estados Unidos sigue liderando en términos de “poder blando” este no parecería ser un inconveniente insalvable.

Pero China también enfrenta desafíos. Y uno de estos es el hecho que comparte frontera terrestre con 14 países, incluyendo con India y Rusia. China además se encuentra a poca distancia por mar de otras naciones importantes, como es el caso de Japón. ¿Qué implicancias tiene esto? La primera es que esta cercanía incrementa las posibilidades que se produzca un conflicto militar en la región, lo cual podría poner un fin al crecimiento chino. Dos escenarios plausibles son un enfrentamiento entre buques de distintas naciones en el mar de la China y una escaramuza en la frontera entre China e India. Cualquiera de estos incidentes podría desencadenar en un conflicto mayor.

Por otro lado, la cercanía geográfica despierta rechazo entre los vecinos más próximos a China -que, como vimos, son muchos. Cuando se tiene a un gigante a tan poca distancia, los cálculos de seguridad ganan importancia respecto al poder blando y la diplomacia pública. De hecho, este fenómeno ya ha incentivado la formación de alianzas que tienen como principal objetivo contener el ascenso de Beijing.

Este escenario contrasta con lo que fue la experiencia de los Estados Unidos durante su ascenso a la primacía mundial. Washington se encontraba entonces alejada de los conflictos que tenían lugar entre las potencias europeas. Es más, compartía frontera con dos países relativamente débiles y al mismo tiempo estaba protegido por dos enormes océanos.

También debemos señalar que China carece de la experiencia en combate que resulta tan importante a la hora de formar fuerzas armadas altamente capacitadas. De hecho, su último conflicto militar fue con Vietnam a fines de los 1970. Esto significa que desde entonces no ha podido desarrollar sus habilidades en el campo militar como sí lo han podido hacer Estados como Rusia, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Israel. Es más, perfeccionar este tipo de habilidades lleva décadas. Si no, pensemos en lo difícil que resulta operar un instrumento militar tan sofisticado como un portaaviones -que, en el caso de los de Estados Unidos, puede contar con 6 mil militares a bordo.

Finalmente, todavía está por verse si China podrá competir con Estados Unidos en términos de innovación. Ya que si bien es cierto que en los últimos años la brecha que separa a las dos potencias se ha achicado, Washington sigue siendo el líder tanto en el campo científico como en el académico. Este predominio, recordemos, en parte se debe al rico debate de ideas que su dirigencia y sociedad han promovido durante generaciones.

Pero más allá de estas reflexiones, lo realmente importante es que los argentinos entendamos la importancia que China tiene para nuestro futuro. Es por esto que debemos entender al gigante asiático. ¿Cuál es, por ejemplo, la visión que sus líderes tienen sobre nuestra región? Este es un tema que trataré en otra columna.

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