Primero nos fuimos del “Grupo de Lima” y ahora amenazamos con romper el Mercosur, la pregunta es cómo seguirá esta película. ¿Hay lugar en el siglo XXI para “vivir con lo nuestro” en un proceso crecientemente autárquico? ¿Puede avanzarse en este camino con un mercado local que se empobrece acompañando por la caída de las inversiones y el aumento del desempleo, y con una pobreza que alcanza al 50% de la población?
A este cuadro, se suma el daño producido y en curso por la pandemia de coronavirus.
Argentina, ciega y sorda a los grandes movimientos del mundo, pretende persistir “a contracorriente” de las tendencias de integración de las cadenas de valor, en un “desacople suicida” que no tiene viabilidad ni sustentabilidad más allá del corto plazo.
El “barrilete argentino” se está quedando sin cola ni piolín. Tenemos uno de los “vientos de cola” más extraordinarios de la historia: tasas de interés cercanas a cero, aumento del valor de los commodities, crecimiento del 9% de China y 3% de Brasil -nuestros mayores socios comerciales- y la posibilidad de negociar acuerdos de Libre Comercio con los Estados Unidos y China. También podemos consolidar el acuerdo ya negociado con la Unión Europea.
En vez de cerrar filas con nuestros socios del Mercosur, entramos en franco conflicto.
Nos ha ganado la necedad y la incompetencia. Esperemos que esta Pascua nos ilumine.
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