¿Qué es la inflación multicausal?

Los funcionarios intentan apelar al argumento múltiple anclando las causas en los formadores de precios, la concentración, la intermediación especulativa, la falta de regulación y la evolución del tipo de cambio y la tasa de interés

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Una persona camina frente al Ministerio de Economía (EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)
Una persona camina frente al Ministerio de Economía (EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)

La inflación fue en febrero 3,7% y la interanual es del 40,7 por ciento. La búsqueda de la explicación de la Inflación en Argentina se convierte en “política” más que “técnica”. Los funcionarios de diferentes áreas del gobierno nacional intentan apelar al argumento de la “multicausalidad” de la evolución de precios en nuestro país anclando las causas en los formadores de precios, la concentración económica, la intermediación especulativa en la cadena de distribución, la falta de regulación, la evolución del tipo de cambio y la tasa de interés. A cada uno de estos factores se le atribuye más peso que otro. Principalmente, a las causas en la concentración de la oferta, formación de precios y falta de regulación.

Sin embargo, el campo nunca abordado por la mirada heterodoxa inflacionaria es el costado ortodoxo que tiene el resto de los países de América Latina con inflación de un dígito anual. Nuestra original fórmula para inflación de dos dígitos anuales permanente es un déficit fiscal que se financia con emisión monetaria y que no tiene el respaldo en la demanda ni en la producción de la economía. Lo que genera incremento en el nivel de precios con la consecuente e inflexible baja de la inflación real en Argentina a lo largo del tiempo.

Las consecuencias siempre terminan siendo funestas porque cuando hay mayor cantidad de dinero que el que las empresas y familias demandan, el poder adquisitivo de la moneda se derrumba.

El Gobierno interviene en el mercado para fijar anclas inflacionarias, como los programas “Precios cuidados” y “Precios máximos”, menor evolución del tipo de cambio respecto de la inflación y tarifas. Los precios relativos emiten señales sobre la escasez o disponibilidad de los bienes y servicios. Ejemplo: una pizza equivale al precio de 27 boletos de Colectivos. Es decir, el precio de los boletos como servicio de transporte está muy bajos respecto de la compra de un 1 pizza en términos históricos. Si las tarifas de servicios públicos (electricidad y gas) no se ajustan, los subsidios incrementan los impuestos o la emisión monetaria cuando no se puede salir al mercado para tomar deuda externa. Así lo ejemplifico el ministro de Economía Martín Guzmán, aunque desde en sector del peronismo prefieren hacer esa cuenta más adelante en año de elecciones.

Un informe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, entre marzo y junio, destaca que el Gobierno intentará bajar la inflación de su trayectoria del 4 % mensual. La variación del tipo de cambio en el mercado oficial desaceleró a 2,9% mensual en febrero. El objetivo, con buena liquidación de cosecha y dólares por el precio récord de los commodities, es volver a utilizar el “ancla cambiaria”, pautando una suba del precio del dólar en el mercado oficial de 25% en el año. Por su parte, en el primer trimestre la emisión monetaria a favor del Tesoro podría ser nula. Sin embargo, la emisión para pagar los intereses de los pasivos del BCRA (Leliq y pases) es una preocupación que es compensada por la colocación de más deuda entre los bancos y en parte por la venta de títulos (AL30). La brecha cambiaria luego de ser del 100% camino del 50 por ciento.

Con un punto de partida de un déficit fiscal del 6,5% del PBI, el objetivo del déficit cuasi impuesto por el año eleccionario del 4,5% es inconsistente con una inflación del 29%, incluso reprimiendo precios de la economía. El déficit propuesto inicialmente puertas adentro por Guzmán fue de un 2%, pero el teléfono rojo del peronismo sonó inmediatamente. El análisis técnico queda subyugado a la necesidad política sin importar las consecuencias.

Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, la inflación en 2021 sería del 48,1% con una baja del 2,7% en relación al relevamiento anterior

Hoy, ese laxo ajuste fiscal se está financiando en parte por un ajuste sobre el sector privado con una nueva ola de suba de impuestos que comenzó a actuar en el primer trimestre y quizás alcance a estirar con la liquidación del campo hasta el primer semestre. Luego no habrá más opción que la emisión monetaria. Incluso, en el mejor de los horizontes, con financiamiento por parte del mercado del 50% de esa emisión, el otro 50% estará circulando en el mercado y no alcanzaría para realizar un descenso de la inflación del 36% al 29% anual.

Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, la inflación en 2021 sería del 48,1% con una baja del 2,7% en relación al relevamiento anterior. Quizás, a medida que la represión de precios avance, incluso esta proyección pueda bajar aún más, pero con un piso del 40% anual que será un muro de contención inflacionario con desborde futuro.

La “multicausalidad” de la inflación sin abordar los problemas de fondo con transparencia y sinceridad tiene sus costos. Todos los agentes económicos terminan mareados. Los consumidores no saben dónde comprar, los productores qué producir sin que haya represión de precios y los trabajadores si una paritaria de entre 32% y 34% será realmente positiva frente a la evolución de la inflación.

La inflación es un impuesto regresivo muy fuerte que destruye el valor real del peso argentino y los bienes que se pueden comprar con el mismo. De acuerdo a un Informe de Focus Market, que tomó 23 productos de consumo masivo para evaluar la evolución de precios y la cantidad de dinero necesario para comprarlos en el período 2010-2021, donde el déficit fiscal estuvo presente y financiado con emisión monetaria, el peso argentino en término de unidades de bienes a adquirir perdió fuertemente su valor.

La “multicausalidad” de la inflación sin abordar los problemas de fondo con transparencia y sinceridad tiene sus costos

Con $500 en 2010 se compraban 200 paquetes de azúcar. Hoy, 19. Se compraban entonces 179 litros de leche y ahora apenas 19; 115 paquetes de pan de salvado de 390 gramos, y por estos días sólo 10 paquetes. Si hacemos el mismo ejercicio con $1.000, en 2010 se compraban 323 paquetes de yerba de 500 gramos y en 2021, 16 paquetes; 350 botellas de agua de 2 litros contra 34 botellas; y 129 botellas de aceite de girasol de 1 litro y medio mientras hoy solo se pueden comprar 10.

En un país con 5 millones de trabajadores en la informalidad y sin paritarias, con 3.850.000 monotributistas y 500.000 autónomos que intentan sostener en forma independiente su nivel de ingreso en un mercado volátil, el beneficio de suba del mínimo no imponible de Ganancias terminará beneficiando a 1.265.000. Se queda muy corto para la realidad del bolsillo de al menos otros 10 millones de agentes económicos sin la estabilidad de un trabajador asalariado al que el impuesto inflacionario lo hace más pobre o, en el peor de los casos, hasta indigente.

La “multicausalidad” inflacionaria como explicación tiene un límite cuando aplicadas las mismas recetas se llega a cada vez peores resultados por no revisar los fundamentos. No se puede gastar más que lo que se recauda y si se lo hace la población seguirá viviendo con menos de lo que tenía por caída del poder adquisitivo del peso argentino que tiene en el bolsillo.

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