La relación con Estados Unidos

La política exterior hacia ese país tiene el solo objetivo de lograr el apoyo para las negociaciones con el FMI, sin avanzar sobre otros temas que podrían ser de su interés

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El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken (EFE/EPA/JIM LO SCALZO)
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken (EFE/EPA/JIM LO SCALZO)

El Secretario de Estado, Antony Blinken, dedicó los primeros días de su gestión a comunicarse con sus contrapartes. En América eligió hacerlo primero con los Ministros de Canadá y México priorizando la cercanía, la importancia del USMCA y el tema inmigratorio. En segunda línea optó por los Ministros de Brasil, Colombia y Guatemala. Los comunicados sobre las conversaciones con Ernesto Araujo, Claudia Blum y Pedro Brolo hacen alusión a la libertad económica, derechos humanos, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la situación de los refugiados venezolanos. Los países mencionados tienen coincidencias pragmáticas con los Estados Unidos y, aún en el caso de Brasil, donde hubo un cruce de acusaciones con Joe Biden sobre la Amazonia, la importancia del país y su histórica política internacional lo ubican como un aliado incondicional en la región.

La Argentina ha ido perdiendo posiciones relativas en el conjunto de América Latina. Las cifras del Banco Mundial indican que el país representaba el 40% del PBI de la sumatoria con los de Brasil, México, Colombia y Chile en 1960. En esos años, la Argentina tenía un PBI superior al de Brasil y México, en un 61% y 82%, respectivamente. Colombia y Chile representaban el 17% de la economía argentina.

La situación cambió drásticamente en las tres décadas siguientes. En esos años, tanto Brasil como México tuvieron un fuerte despegue basado en la industrialización y en los precios del petróleo, mientras la Argentina se desgajaba en conflictos. Los datos de 1990 muestran que la economía argentina cayó al 14,9 en ese grupo, mientras Brasil y México alcanzaron el 48,8% y 27,6%. La participación de Chile disminuyó al 3,5% y la de Colombia se situó en el 5,1%. Tres décadas después, en 2019, la economía argentina siguió su trayectoria descendiente al 10,7%. Las economías de Chile y Colombia ocuparon el 6,8% y 7,8% respectivamente. La Argentina fue perdiendo posiciones con relación a los otros cuatro países en los períodos de las décadas 60/80 y 90/2019 para no contabilizar los efectos del 2020.

El PBI de la Argentina fue de 445.450 millones en 2019, equivalente el 24% de Brasil y al 35% de México. Colombia, que en 1960 era el 16% del PBI argentino, pasó después de 60 años al 73%. El retroceso argentino en la región fue progresivo pero sin pausa, a pesar de algunos momentos de crecimiento inducido por circunstancias exógenas que también acompañaron al resto de los países. La retracción económica constituye un factor importante al evaluar la influencia relativa en la región.

La complejidad de la situación económica argentina también agrega un elemento de riesgo para la estabilidad de la región porque cualquier zozobra tendría efectos negativos en las posibilidades de los países para continuar obteniendo financiamiento externo a tasas reducidas. La política exterior hacia los Estados Unidos tiene el solo objetivo de lograr el apoyo para las negociaciones con el FMI, sin avanzar sobre otros temas que podrían ser de interés de ese país. Por el contrario, algunas declaraciones parecieran querer utilizar la reticencia para cerrar la negociación con ese organismo como un activo en vez de encontrar una solución.

La Argentina no comparte con el resto de los países contactados por el Secretario de Estado el mismo entusiasmo de los vínculos con los Estados Unidos. Predomina la desconfianza a pesar de los cambios. Se suma a estos cabildeos los apoyos abiertos a partidos políticos, cuyo ascenso implicará un mayor apoyo para los regímenes de Venezuela y Nicaragua contrariando los objetivos de la política norteamericana de restaurar la democracia. Mientras la Argentina no defina una agenda positiva en la relación entre los dos países habrá escasas posibilidades de cooperar no solo a nivel bilateral sino también multilateral.

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