Representatividad, sistema electoral y partidos políticos

La democracia no solo corre peligro cuando no se respetan las instituciones de la república, sino también cuando se la ejerce con clara orientación abusiva de concentración de poder

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"La democracia deja de ser el gobierno del pueblo", planteó Guillermo Sueldo (AP)
"La democracia deja de ser el gobierno del pueblo", planteó Guillermo Sueldo (AP)

¿En qué consiste la representación política? La representación política tal como le hemos conocido hasta hoy y, por diversos efectos, ha de sufrir algunas modificaciones, que influyan en hacer de la representatividad algo más horizontal y más cercano con el pueblo.

Partamos de considerar que la palabra “representar” viene del latín “repraesentare”, que significa hacer algo presente y también sustituir a alguien; hacerlo presente. Por lo tanto, un representante es quien cumple una actividad por mandato de quien no está presente o de quien no puede ejercer por sí mismo una determinada función. En el caso político, se representa a una colectividad. Entonces la representación política se da cuando los gobernantes cumplen una actuación por mandato de los gobernados y con destino a ellos. Y por cierto es el gobierno responsable de sus decisiones en nombre de la comunidad.

Para ejercer esa representatividad política están los partidos políticos a través de los cuales se establece la relación entre la sociedad y los asuntos públicos de gobierno y la elección que los representados hacen de sus representantes; propio de las democracias republicanas liberales en el orden político, consagradas a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. En consecuencia, la representación es un mecanismo político mediante el cual se expresa la voluntad de los ciudadanos para el ejercicio del gobierno, por ello se habla de democracia representativa y de un modo de representación electiva, pues los ciudadanos eligen a sus representantes. Pero para que ese sistema sea lo más eficiente posible se necesita que se desarrolle con libertad y auténtica competitividad, dos elementos indispensables para garantizar la representación democrática, plural y republicana.

Es preciso entonces tener en consideración que los partidos políticos tienen el monopolio de la representatividad; pero resulta poco útil ese derecho sin que a su vez no cumplan con la obligación de elaborar programas de gobierno y no ser meros presentadores de figuras solamente respaldadas por el marketing pero sin sustento de programa alguno, pues es a través del mecanismo de libre competencia que los partidos deben ofrecer mejores alternativas de gobierno al electorado.

Guillermo Sueldo
Guillermo Sueldo

Lamentablemente la elaboración y presentación de ideas y proyectos se ha ido perdiendo, degradando la política y distorsionando el rol de los partidos políticos. En consecuencia, la función de los partidos políticos es fundamental, pues son la fuente de intermediación entre el pueblo y el Estado. Por ello además, que el partido no debe confundirse con el Estado mismo, ya que eso es propio de los sistemas totalitarios.

La democracia requiere del pluripartidismo que exige el predominio del consenso para converger en decisiones colectivas mediante las cuales se consagra la igualdad de oportunidades en las decisiones de Estado.

¿Cómo se ejerce la representación? Analizado el concepto de la representatividad democrática plural, corresponde en su consecuencia hacer referencia al modo en que esta se ejerce; es decir, el sistema electoral.

Se trata de reglas mediante las cuales se ha de desarrollar la libre competencia electoral de los partidos políticos y los ciudadanos proceden a elegir a sus candidatos.

Corresponde también tener presente que el sistema electoral responde a un entramado complejo en el que se vinculan las formas para determinar las candidaturas, la distribución geográfica electoral, el modo de contabilizar los votos para el acceso al cargo electivo, las listas que cada partido puede presentar, las alianzas electorales, entre otras cuestiones.

En realidad, ningún sistema electoral es perfecto, pero lo que se debe buscar es que la representatividad sea lo más justa posible en cuanto a igualdad de oportunidades para postulantes, posibilitando de esa manera una mayor efectividad del sistema representativo y mejor desempeño de función entre quienes resultan elegidos y sus electores; además de que los votantes cuenten con la mayor oferta política posible. Para ello, se debe tener en cuenta el régimen electoral; es decir, las cuestiones vinculadas con el proceso de elección. Así, el sistema electoral contiene las reglas de libre competencia, el lugar o distrito en el cual la elección ha de llevarse a cabo y el método para el cómputo de votos. En este último caso corresponde considerar también la barrera o umbral electoral; consistente en una cantidad mínima determinada para acceder al reparto de cargos. Sería como una cláusula limitativa establecida por la ley electoral.

En nuestro país se utiliza el sistema llamado “lista sábana”, ello significa que el elector solo puede elegir por una boleta completa sin posibilidad de tachar un candidato ni poder sustituirlo por otro de otra lista; es decir, es un sistema cerrado. De ese modo, el candidato tiene mayor grado de relación con los líderes que manipulan las listas que con los propios electores. Ante ello se han propuesto algunos cambios, como por ejemplo que el votante pueda modificar el orden de preferencia dentro de una misma lista, o bien combinar candidatos de diferentes partidos dándoles el propio elector el orden de preferencia que considere más apropiado (seria el caso de una lista abierta) En ambos casos hago referencia a candidaturas legislativas, no ejecutivas.

Conclusión

En función de ello, los partidos políticos tienen un papel clave en el ejercicio de la concepción de ideas y la programación de proyectos consecuentes con ellas como programas de gobierno y también legislativos, para exponer ante la ciudadanía y rendir cuentas de lo actuado, ya que son instrumentos de la representación ciudadana. Pero cuando los partidos políticos se convierten nada más que en maquinarias electorales valiéndose de normas hechas a medida de las grandes concentraciones de oferta electoral, pierden su sustancia política, carecen de verdadera oferta de ideas y proyectos y la representatividad plural queda licuada ante la imposibilidad cierta de comparación de opciones de que puede disponer el ciudadano.

En consecuencia, la democracia deja de ser el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, pasando a ser monopolio de grandes estructuras que funcionan como círculos cerrados y actuando solo para sí mismos. Es así que la democracia no solo corre peligro cuando no se respetan las instituciones de la república, sino también cuando se la ejerce con clara orientación abusiva de concentración de poder impidiendo a los ciudadanos tomar completo conocimiento de ideas y propuestas para comparar; premiando a quien cumpla y castigando a quien mienta.