¿Se abrirá la caja de Pandora?

No busquemos más atajos para encubrir aquello que es delictivo y punible. Así no se construyen las naciones, así no se educa, así solo conseguimos el repudio de la comunidad de naciones que con inteligencia, imaginación y creatividad lideran al mundo

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Una persona con barbijo camina frente al Congreso de la Nación (Fotos: Charly Diaz Azcue / Comunicación Senado)
Una persona con barbijo camina frente al Congreso de la Nación (Fotos: Charly Diaz Azcue / Comunicación Senado)

Muchas veces a través de una metáfora explicitamos con más claridad algunas realidades. En la mitología griega, “la caja de Pandora” guardaba todos los males que afligen a la humanidad. Por curiosidad, Pandora la abre y todos escapan... menos la esperanza.

Finalizó la feria judicial y en los pasillos de tribunales ya nuevamente se comenzó a avivar el avispero de funcionarios del actual Gobierno, y algunos de los anteriores, que con manifiesta preocupación buscan vericuetos de la ley para demorar o evitar los juicios que tienen en curso. Muchos son por corrupción y seguramente, si la ley se cumple, terminarán en la cárcel.

Es absurdo que aún no comprendamos que nadie está por encima de la ley. Sin embargo, desde el Congreso –que como lo llamara Thomas Jefferson es el “templo de la soberanía popular”– algunos legisladores, amanuenses del poder, que gracias a la trampa que son las listas sábanas ocupan sus bancas, tratan de soslayarla, eludirla o cambiarla para encubrir o exculpar a quienes fueron o son sus superiores o socios políticos.

La nostalgia y el espíritu de revancha que algunos extraviados de La Cámpora y el Instituto Patria promueven, no les resultará de ayuda para volver a un cercano pasado que la mayoría de la ciudadanía repudia. Estos sentimientos los llevan a facilitar y colaborar para que los funcionarios y ex funcionarios que están siendo juzgados por corrupción puedan burlar la Constitución y la ley mediante tortuosos caminos y procedimientos. Esta repudiable actitud sólo confirma y evidencia su culpabilidad.

Paralelamente, desde diversos sectores afines a los anteriormente mencionados se trata de extender un manto de impunidad con pedidos de amnistía o indulto para quienes por iguales delitos tienen sentencias firmes y cumplen prisión efectiva y, en otros casos, condonando deudas o eximiendo de devolver bienes mal habidos.

Simultáneamente, otros se amparan en los fueros que los cargos de la función pública les otorgan. Haciendo una analogía con el léxico taurino diríamos: hacen una verónica y evitan la embestida de la Justicia.

En definitiva, si no hay perdón para quienes cometieron delitos de lesa humanidad, por qué tiene que haberlo para quienes también desde el Estado condenaron a la pobreza y la marginación a millones de sus conciudadanos.

La nostalgia y el espíritu de revancha que algunos extraviados de La Cámpora y el Instituto Patria promueven, no les resultará de ayuda para volver a un cercano pasado que la mayoría de la ciudadanía repudia

Por favor no busquemos más atajos para encubrir aquello que es delictivo y punible. Así no se construyen las naciones, así no se educa, así solo conseguimos el repudio de la comunidad de naciones que con inteligencia, imaginación y creatividad lideran al mundo.

Para poner las cosas en su lugar, bien vale acudir a quienes con su pensamiento y proceder dan luz y ejemplo del ciudadano libre. El político alemán Armin Laschet, presidente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el partido de Ángela Merkel y su posible sucesor, con sensatez sostiene que: “La libertad, la democracia y el Estado de Derecho no son solo máximas políticas. Son normas aplicables a la práctica del Estado y a la sociedad que determinan a diario las relaciones ciudadanas, económicas y gubernamentales en la política interior tanto como en la exterior”.

Estos conceptos fundamentales que hacen a la convivencia armónica y estable de la sociedad, son los que dan sustento al crecimiento ordenado de las naciones. “Solo a través del debate, es decir, esforzándonos siempre por encontrar mejores argumentos y las soluciones correctas, lograremos instalar una democracia sustentable en el tiempo”, decía Abraham Lincoln. Y para ello debemos apelar con esperanza a los “mejores ángeles de nuestra naturaleza”, para que nos guíen.