Como si fuese una ley de la física, frente a determinado tironeo, el hilo se corta siempre en la parte más fina. El punto exacto de su fracción es aquel donde el hilo es menos denso, menos fuerte. De allí el dicho popular que expresa que el más débil es el que lleva las de perder.
Hace varios días que los puertos de commodities agrícolas de todo el país están paralizados. El problema es gravísimo.
En este caso, el hilo es la cadena de valor agroindustrial. Y la parte donde recaen las consecuencias, al menos las más graves, es en el eslabón agrícola. Ellas resultan de las medidas de fuerza, con cese de actividades en los puertos, adoptadas por la Unión Recibidores de Granos y Anexos de la República Argentina (URGARA), la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA) y el Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros del Departamento de San Lorenzo (SOEA) en el marco de las negociaciones colectivas con las entidades empresarias.
En este caso, el hilo es la cadena de valor agroindustrial. Y la parte donde recaen las consecuencias, al menos las más graves, es en el eslabón agrícola
Hay dos partes que no llegan a un acuerdo. Pero los damnificados son muchos y la sociedad toda, también.
El perjuicio es visiblemente duro para los productores agrícolas. Es duro para todos los integrantes del correspondiente eslabón, justo cuando deben comercializar la cosecha fina, fundamentalmente de trigo y cebada, con el consiguiente impacto negativo en la cadena de pagos. También afecta la producción de la gruesa, especialmente, en este período de mejora de precios internacionales de la soja y del maíz.
Obviamente, el perjuicio no termina acá. Es la economía nacional y regional la que paga las consecuencias, en un cuadro donde las exportaciones son cruciales y el sistema tributario está desbordado por las demandas del gasto público. Estamos hablando de millones de dólares, en concepto de ingreso de divisas, imprescindibles para afrontar la grave crisis económica y social del país.
No se trata de encontrar culpables de la situación, se trata de consensuar, mediante pacientes negociaciones, desprovistas de emociones negativas y con la mira puesta en el bienestar general
Lamentablemente, el conflicto podría ser el comienzo de un proceso de lucha, o de puja sectorial en la distribución del ingreso nacional, algo usual cuando la inflación es tan alta como la presente que, para como, no presenta signos de baja.
No se trata de encontrar culpables de la situación, se trata de consensuar, mediante pacientes negociaciones, desprovistas de emociones negativas y con la mira puesta en el bienestar general.
Todo ello exige un alto grado de empatía. Sería bueno que cada parte apunte a meterse en los zapatos del otro y disponerse a entender la perspectiva de la contraparte.
Por favor, que los involucrados apunten a consensos. El país, necesita la resolución inmediata del conflicto.