Mucha gente enojada

La pugna entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández genera tensión al interior del Gobierno

Compartir
Compartir articulo
Cristina Kirchner y Alberto Fernández (Presidencia)
Cristina Kirchner y Alberto Fernández (Presidencia)

Mucha gente enojada en los días que corren. Frustración, contrariedad y encono aparecen como sentimientos dominantes en las destempladas últimas semanas del 2020.

El Presidente expresa sin reparos su irritabilidad y fastidio a viva voz. Grita, tensiona, señala, acusa y confronta. Finalmente, es un ser humano como cualquier otro, aunque de él se espere templanza y serenidad.

“Está enojado”, dicen algunos de los que lo frecuentan con cierta regularidad. El disparador de su irascible comportamiento habría que buscarlo en el brutal desplante que le propinó la corrosiva carta de Cristina Kirchner.

“Hace un mes voló todo por los aires”, señalan en orden a presentar como un punto de inflexión el portazo de la literatura K en las vísperas del 17 de Octubre.

Pero no todo es desesperanza en las filas del oficialismo. Un grupo de hiperactivos dirigentes del PJ, atentos a cada gesto presidencial,  va tachando el paso de los días en un inestable calendario.

Albertistas de la primera hora, dicen poder confirmar que el diálogo entre el Presidente de la Nación y su Vice está cortado. Sostienen que hace exactamente 35 días que no se hablan. Esto les permite regenerar algunas expectativas. Esperan que la distancia que puso la progenitora política de su ex Jefe de Gabinete, ahora Presidente, le permitirá al Jefe de Estado aferrarse a una  agenda propia y hacerse cargo efectivamente del poder.

La carta solo puede ser leída en un contexto de lucha por el poder, aseguran. Se inscriben en un contexto en el que CFK pugna por mantener centralidad política, sin quedar pegada a la tarea sucia que le espera al Presidente si quiere sincerar la catástrofe económica y ordenar la macro. Difícil.

Según referentes de este movedizo espacio de la coalición gobernante, los K de paladar negro quieren que a Alberto le vaya bien pero no demasiado. Sostienen que Cristina también está enojada. Consultados acerca de los motivos dicen creer que la sacó de quicio el dólar acercándose a $200 y la conciencia de que el ajuste es inevitable. O lo hace el Gobierno o lo hacen los mercados.

Esta supuesta distancia emocional entre los dos componentes de la curiosa fórmula que rige nuestro destino le estaría permitiendo a Alberto Fernández tener algunos reconfortantes gestos hacia adentro. Estaría hablando más con los suyos y manteniendo un mes más activo de contactos y encuentros con actores de la política y el empresariado.

Chatea con Mario Negri y Emilio Monzó y mantiene conversaciones con Roberto Lavagna. Los diálogos informales incluyen a caracterizados intendentes de la oposición. Todo muy lindo pero hasta dónde se sabe no hay por el momento convocatoria formal a acuerdo o consenso alguno. Se trata de no tirar demasiado de la cuerda. Es mejor no provocar.

Las reuniones de Miguel Guzmán con la gente de la AEA no gustan en el ala más radicalizada del Frentetodismo. Desde el Instituto Patria dejan trascender el malestar.

Optimistas, los que esperan que Alberto no experimente una recaída frente a la abstinencia de CFK, aseguran que la reunión de la Vice con Martín Redrado fue una picardía más de Cristina para marcar la cancha.

Los que miran la vida política del momento desde este lugar ven avanzar a los más radicalizados contraponiendo versículos del  evangelio kirchnerista a las inevitables medidas de ajuste  desplegadas por el Ministro Guzmán en las últimas semanas.

En ese contexto se puede interpretar la decisión de Máximo Kirchner de borrarse del debate de Presupuesto y fogonear la urgente aprobación del controvertido Impuesto a la Riqueza, travestido bajo el eufemístico nombre de “Aporte Solidario de las grandes fortunas”. Una movida tan marquetinera como contraproducente para con las gestiones de acercamiento presidencial al frente empresario.

El presidente Alberto Fernandez, con el presidente del bloque del Frente de Todos en Diputados, Máximo Kirchner; el presidente de la comisión de Presupuesto, Carlos Heller; y el ministro de Economia, Martín Guzmán
El presidente Alberto Fernandez, con el presidente del bloque del Frente de Todos en Diputados, Máximo Kirchner; el presidente de la comisión de Presupuesto, Carlos Heller; y el ministro de Economia, Martín Guzmán

La carta de nueve carillas elevada por los senadores del Frente a los enviados del Fondo Monetario Internacional parecen ir en el mismo sentido. Nadie quiere quedar pegado a un trámite tan odioso como imprescindible. No fue posible confirmar si Alberto Fernández fue puesto al tanto con antelación del envío del ácido correo o si los legisladores se cortaron solo tras el conforme de CFK.

A la luz de los últimos acontecimientos Alberto Fernández no necesitaría estar contando con una oposición, con el fuego amigo le alcanza para tener y guardar.

Voluntarioso, el Presidente le pone el pecho a las balas y sale a agradecer y refrendar la seguidilla epistolar. Si hay tensiones que no se note. La catarsis llega cuando menos se la espera. Terminan pagando justos por pecadores, siempre hay un periodista a mano a quien mandar al psicólogo o a continuar los estudios.

No todo es blanco o negro en la interna del Frente de Todos.

Según quienes siguen al detalle los forcejeos por el poder en el conurbano bonaerense, Jorge Ferraresi -que dejó esta semana la Intendencia de Avellaneda para ocupar la poltrona de la que fue eyectada sin mayores contemplaciones la Ministra de Vivienda y Hábitat María Eugenia Bielsa- ya no estaría en buenas relaciones con la Jefa del Patria. La disputa por el poder político territorial con la gente de La Cámpora estaría produciendo inesperados realineamientos.

Hay tensión entre Máximo Kirchner y Kicillof. El Gobernador está más cerca de los intendentes. Las declaraciones a favor de considerar el actual mandato de muchos como el primero permitiría ir por la reelección a varios de ellos sin modificar la ley que lo impide y que es de 2016. Solo se trataría de pedir su reinterpretación a la Justicia. Con tanta avidez por ampliar la territorialidad política este es un tema muy sensible.

El otro frente de tormenta tiene nombre y apellido: Daniel Rafecas. Con los apuros propios del fin de las sesiones ordinarias se busca pronto dictamen para bajar la mayoría requerida de dos tercios a mayoría simple para la designación del Procurador. El candidato del Presidente aseguró que no aceptará ser promovido si se modifican las exigencias para la designación. ¿Qué pasará si la Vice logra imponer su criterio y modifica la Ley?

“No me siento atacado por Cristina, la relación está perfecta”, dijo este jueves el Presidente.

Según el último análisis de Synopsis, la consultora que dirige Lucas Romero, la imagen negativa de Alberto Fernández bajó levemente durante el mes de noviembre, en coincidencia con la estabilización a la baja del tipo de cambio y la carta de la discordia. Pasó de 55,1 a 52,3. Demasiado temprano para sostener que la tendencia se mantendrá.

El 44,5% de la gente consultada dice que la relación de los integrantes de la fórmula conflictiva. El 53,1% de los consultados dice entender que CFK define el rumbo del Gobierno y el 77,8% opina que, por el contrario, debería liderar el Presidente.

Entre los apremios judiciales de la familia K y los planteos ideologizados que tienden a preservar la mística del relato transcurren los últimos días de noviembre.

En algo se puede coincidir en estos turbulentos días del 2020. Nadie va a salir de la pandemia de la misma manera en que se entró. El común de la gente ya lo sabe, lo vive o lo intuye. Muchos de los que ejercen el poder parecen aún no darse cuenta.

Seguí leyendo: