Sin renovación política se resiente la democracia

Alberto Fernández y referentes del peronismo bonaerense dejaron trascender que quieren la vuelta de las reelecciones indefinidas de los intendentes

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Ni lento ni perezoso, esta semana el Gobierno ejecutó dos movimientos en la arena electoral. Uno a la vista de todos, esperable y anunciado. Otro por lo bajo, casi susurrando, instalando de a poco el tema en la agenda.

Por un lado, el Senado oficializó una decisión política que el presidente tomó hace varias semanas. La vacante en la Cámara Nacional Electoral no será ocupada por Alejandra Lázzaro, la candidata que ganó por méritos el concurso del Consejo de la Magistratura, sino por Daniel Bejas, un juez de estrechos vínculos con el PJ tucumano.

Mientras la perspectiva de género y la igualdad de oportunidades duermen el sueño de los justos en el plano discursivo, en los hechos el Gobierno demuestra una vez más que el empoderamiento de las mujeres no es un objetivo de su proyecto político. Cuando hay que intervenir en la realidad con gestos concretos para avanzar hacia el equilibrio y la igualdad, exhiben un conservadurismo de manual.

La otra jugada se encuentra aún en la etapa embrionaria. Alberto Fernández y referentes del peronismo bonaerense dejaron trascender que quieren la vuelta de las reelecciones indefinidas de los intendentes de la Provincia.

El freno a las reelecciones indefinidas fue fruto de una ley votada con un amplio consenso en 2016, impulsada por la gestión de María Eugenia Vidal. No solamente los intendentes sino también legisladores, concejales y consejeros escolares están alcanzados por la norma que volvió a poner en consideración dos atributos centrales del juego democrático: alternancia y renovación.

El massismo –cuya encarnación actual adhiere al espacio que lidera Cristina Fernández– en aquella ocasión votó con determinación en la legislatura bonaerense. En los próximos días veremos si las ambiciones personales de los que se resisten a concebir la política como un servicio público que tiene un comienzo y un final pueden más que la coherencia y el respeto a las reglas de juego.

El 70% de los intendentes de la Provincia de Buenos Aires no está en condiciones de ser reelegido en 2023. Obviamente también hay referentes de Juntos por el Cambio en ese universo. Es una cuestión de calidad democrática, no de posicionamiento individual y partidario.

Es vergonzoso que transitando una crisis total como la actual quieran imponer el regreso de las reelecciones indefinidas como un tema prioritario a considerar. El argumento de que “la voluntad del pueblo debe ser respetada” para legitimar los poderes feudales está en el ABC del autoritarismo. Una democracia sana implica ciclos definidos; lo que deben permanecer son las ideas y no las personas.

Estamos convencidos de que la renovación política es fundamental para jerarquizar y transparentar la función pública. También, de que toda cuestión de fondo del ámbito electoral debe discutirse de manera abierta, frente a la ciudadanía y no a las escondidas. Una reforma política, como la que aprobamos hace apenas cuatro años, no puede ser degradada por aspiraciones personales que nada tienen que ver con las necesidades de la gente.

La autora es diputada provincial (PBA) y vicepresidente de la UCR Nacional