La tregua política que nació con el Coronavirus está terminada y el escenario electoral se adelantó

Asistimos a un escenario político que parece haberse adelantado y que trae como novedad una grieta que, al menos hoy, no se traduce en polarización. En las elecciones legislativas suele dispersarse el voto y esto constituye una gran ventaja para el oficialismo de turno, siempre y cuando el liderazgo dentro de su fuerza no esté en discusión

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AME6109. BUENOS AIRES (ARGENTINA), 11/08/2019.- Personas buscan información sobre su punto de votación este domingo en Buenos Aires (Argentina). Unos 33,8 millones de argentinos deben acudir hoy a las urnas para optar entre las diez fórmulas presidenciales que en estas primarias buscan quedar habilitadas para la competencia de octubre. EFE/Juan Ignacio Roncoroni
AME6109. BUENOS AIRES (ARGENTINA), 11/08/2019.- Personas buscan información sobre su punto de votación este domingo en Buenos Aires (Argentina). Unos 33,8 millones de argentinos deben acudir hoy a las urnas para optar entre las diez fórmulas presidenciales que en estas primarias buscan quedar habilitadas para la competencia de octubre. EFE/Juan Ignacio Roncoroni

La tregua política que surgió con la irrupción del Coronavirus en la Argentina se terminó hace rato. La grieta ha vuelto, al compás de las tensiones en el sistema político y la delicada situación económica y social que enfrenta nuestro país.

Con todo, el escenario electoral parece haberse adelantado y surgen dos preguntas clave: ¿Qué fuerza política resulta hoy más competitiva? ¿Cuáles son las oportunidades y las amenazas que afronta cada espacio en la carrera hacia 2021?

Empecemos por la primera. La hipótesis de una elección hoy arroja resultados favorables para el Frente de Todos: obtendría un 42% a nivel nacional, contra el 31% de Juntos por el Cambio y –más lejos- el 10% del sector de los Liberales de Espert y Milei, que viene ganando fuerza.

El oficialismo, aún con las consecuencias económicas y sociales que ha traído la pandemia, sigue consolidado como la primera minoría. Su gran fortaleza electoral no es otra que la provincia de Buenos Aires, histórico bastión peronista, en donde su performance supera holgadamente sus números nacionales, llegando a tener un 52% en el conurbano.

Por otro lado, Juntos por el Cambio continúa siendo la fuerza política más representativa de la oposición, aunque con una merma de votos importante respecto a otras elecciones. Su gran debilidad está precisamente allí donde el oficialismo se hace fuerte: en la provincia de Buenos Aires y particularmente en el conurbano, donde apenas alcanza el 25%.

Así planteado, el tablero electoral, nos adentramos en la segunda incógnita de cara a las elecciones legislativas de 2021, que tiene que ver con las potencialidades y las luces de alarma de las dos principales fuerzas políticas.

Para el Gobierno Nacional, salir victorioso de las elecciones de medio término en el actual contexto arrojaría muchas ventajas: incremento de representantes en la Cámara de Diputados -donde hoy no tiene mayoría-, aumento de la confianza de cara a inversiones, proyección de una imagen de gobernabilidad mayor, etc. Para lograrlo, su principal desafío es evitar cualquier tipo de división en el Frente oficial: si no se producen escisiones partidarias, el Frente de Todos se encamina a un triunfo.

La otra gran fortaleza con la que cuenta el oficialismo hoy tiene que ver con las expectativas hacia el futuro: el Frente de Todos sigue siendo valorada como la fuerza política más preparada para reactivar la Economía en un escenario post pandemia. Poder transmitir confianza aún en momentos de angustia e incertidumbre para gran parte de la población es un activo muy importante que el Gobierno deberá cuidar, haciendo equilibrio entre la Salud y la Economía.

Detrás de ese difícil equilibrio se esconde una de las principales luces de alarma para el oficialismo, que tiene que ver con la creciente preocupación por la economía que manifiesta la mayoría de los argentinos. Hoy, los problemas económicos (fundamentalmente la pérdida del empleo y el crecimiento de la inflación) han desplazado con creces al coronavirus entre las demandas a ser atendidas por el Gobierno.

Hasta el último mes, el presidente Alberto Fernández asentó los ejes de su gestión en la priorización del combate a la pandemia, haciendo uso de un discurso sanitarista. Hoy, las demandas sociales han cambiado y será todo un desafío para el Gobierno ensayar una nueva estrategia en momentos en los que los indicadores en relación al Coronavirus justamente han empeorado.

Por el lado de Juntos por el Cambio, la expectativa pasa por capitalizar el creciente descontento con el Gobierno Nacional a partir de un escenario que conjuga crisis económica y Coronavirus. Asimismo, la gestión de la pandemia ha permitido al jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, instalarse como una figura con proyección nacional, con indicadores de imagen muy por encima de la de cualquiera en su espacio.

Sin embargo, la principal fuerza política de la oposición tiene un gran inconveniente de cara a su armado político: aún está muy fresco en la sociedad el recuerdo de la reciente experiencia de Cambiemos en el gobierno. Ese recuerdo, precisamente, ha generado que otro espacio opositor -el Liberal- haya emergido en la discusión política, de la mano de un discurso que reparte críticas a ambos lados de la grieta pero que pesca votos en la pecera de Juntos por el Cambio.

Asistimos entonces a un escenario político que parece haberse adelantado y que trae como novedad una grieta que, al menos hoy, no se traduce en polarización. En las elecciones legislativas suele dispersarse el voto y esto constituye una gran ventaja para el oficialismo de turno. Siempre y cuando el liderazgo dentro de su fuerza no esté en discusión.