Malgastando nuestras ventajas y fomentando las desventajas

Para crecer no alcanza nada más que con tener todos los recursos disponibles, si no que hay que desarrollarlos, o al menos dejarlos desarrollarse, y utilizarlos bien

Compartir
Compartir articulo
Una persona camina frente al ministerio de Economía (EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)
Una persona camina frente al ministerio de Economía (EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)

“En Argentina tirás una semilla y te crece un árbol”. “Somos el granero del mundo”. “Estamos condenados al éxito”. Pareciera que “las tenemos todas” para ganar, pero por alguna razón, siempre terminamos perdiendo. Probablemente si le preguntáramos a un extranjero nos va a decir que no “las tenemos todas” y que, en realidad, solo tenemos el ego un poco alto. Incluso algún hispanoparlante hasta tenga un chiste al respecto. (Hace algún tiempo el Papa Francisco le comentó al entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, que estaban todos sorprendidos que siendo argentino no hubiera elegido el nombre papal de “Jesus II”).

Lo cierto es que hoy en día no tenemos mucho espacio para creernos más que nuestros pares en el mundo: rankeamos 149° sobre 180 países en libertad económica (Heritage Foundation), somos la segunda economía más miserable de acuerdo a la relación inflación-desempleo (Bloomberg), estamos transitando una de las peores caídas del producto del mundo como consecuencia de la pandemia, nuestro producto bruto se encuentra estancado desde 2011 y casi no generamos empleo privado desde entonces. Cada ciudadano puede tener una explicación distinta y válida a las causas de esta decadencia, pero me animo a decir que todas ellas pueden reducirse a un deterioro de las condiciones de competitividad. La competitividad es un término amplio con muchos componentes, pero estamos muy mal parados en la mayoría; de hecho, clasificamos 62° sobre 63 países en el ranking de la Escuela de Negocio del IMD que mide la competitividad relativa de acuerdo a indicadores económicos, de eficiencia gubernamental, empresarial y de infraestructura.

Lo más curioso es que de verdad disponemos de ventajas relativas muy importantes que nos permitirían ser sumamente competitivos, pero sucede que las rechazamos castigándolas con excesivos impuestos, trabas y regulaciones de todo tipo. El ejemplo clásico de estos castigos sería al sector agropecuario, por lo cual voy a brindar otro mucho más actual: en Argentina tenemos un importante capital humano de profesionales que pueden dar servicios a distancia al exterior (programadores, diseñadores, etc.), con el mejor dominio de inglés de toda Latinoamérica y en una zona horaria muy similar a un gran centro de consumo de estos servicios como EEUU (estas dos últimas ventajas nos hacen muy competitivos frente a países de Asia).

La competitividad es un término amplio con muchos componentes, pero estamos muy mal parados en la mayoría; de hecho, clasificamos 62° sobre 63 países en el ranking de la Escuela de Negocio del IMD

Dicho lo anterior, tenemos esta actividad que genera dólares genuinos que ingresan al país, empleo que no podemos generar nosotros y somos uno de los países más competitivos para realizarla. Deberíamos tener un boom pero actualmente estos profesionales están obligados a liquidar esos dólares en el mercado de cambios ni bien se realiza el cobro. Por ejemplo, si cobraran 1.000 dólares recibirían cerca de 75.000 pesos. Si este profesional deseara volver a adquirir dólares, sólo podrá recomprar alrededor de $550 dólares de cada $1.000 dólares que había ganado con su trabajo y eso sin sumar ningún otro impuesto ni tener en cuenta que esta dinámica se acelera.

Uno pensaría que esto ya es suficientemente malo, pero la verdadera tragedia es que, además, fomentamos las desventajas. Podría hacer una columna semanal durante varios años con ejemplos como este último, pero hay algunos que son bastante integradores. Es el caso del polo de producción de electrónica de consumo masivo en el punto más austral del continente, cuyos insumos llegan al principal centro de consumo, viajan 3.000 kilómetros, se ensamblan en la provincia con uno de los mayores costos de vida (por ende de salarios) y vuelve otros 3.000 kilómetros (parte de estos viajes se hacen en camión) para venderse a un precio más caro que el mismo producto importado, mientras que se subsidia a la actividad mediante exención de impuestos. Para poner en contexto, la logística representa cerca de un 5% del costo de los productos fabricados en Tierra del Fuego, dato que nos permite intuir las ineficiencias en el resto de los factores que determinan el costo total.

Una fábrica de Tierra del Fuego
Una fábrica de Tierra del Fuego

Pareciera que tampoco se puede deshacer mucho. La sugerencia de cualquier cambio en este tipo de políticas productivas vendrá acompañada de una respuesta con el argumento sobre el desempleo que se generaría. En economía esto está más que estudiado y hasta tiene nombres propios: la “falacia del desempleo tecnológico” o también “falacia ludita” (en referencia al Ludismo, movimiento de artesanos ingleses que se oponían a las nuevas tecnologías de la revolución industrial a principios del siglo XIX). El argumento es muy lineal y cortoplacista, obviamente lo primero que uno ve es el desempleo. Con el cortoplacismo y cuidando los puestos de trabajo ubicamos el desempleo en 10% (pre-pandemia) y la informalidad cerca del 40% ¿No será que en el largo plazo conviene el camino de la competitividad?

En una oportunidad, el Nobel de Economía Simon Kuznets clasificó a los países según su nivel de desarrollo en 4 grupos: “los desarrollados, los subdesarrollados, Argentina y Japón”. Lo que marcaba con esta distinción es la historia divergente entre ambos países, que finalizando el siglo XIX y comenzando el siglo XX crecían a ritmos que hoy conocemos como “tasas chinas”, pero que tuvieron resultados muy diferentes. El crecimiento en Argentina venía liderado por el sector agropecuario y en Japón por su apertura al comercio con occidente y la abolición del feudalismo. Mientras Japón continuó su camino de apertura al comercio con occidente y posteriormente se insertó de pleno en la globalización, Argentina se cerró al comercio y castigó al sector que más productividad representaba. Las comparaciones entre ambas naciones las dejo a gusto del lector.

El Nobel de Economía Simon Kuznets clasificó a los países según su nivel de desarrollo en 4 grupos: ‘los desarrollados, los subdesarrollados, Argentina y Japón’

En resumen, para crecer no alcanza nada más que con tener todos los recursos disponibles, si no que hay que desarrollarlos (o al menos dejarlos desarrollarse) y utilizarlos bien. Por ejemplo, Venezuela tiene un 50% más de reservas de petróleo que la suma de Kuwait y los Emiratos Árabes, cuyas economías dependen principalmente de las exportaciones de petróleo. Las tres economías han utilizado de manera diferente esta ventaja natural, pero la evidencia muestra que determinado tipo de políticas ha sido notablemente inferior en cuanto a traducir esos recursos al desarrollo, no solo de esa actividad, sino de toda la economía y la sociedad. Las comparaciones, a gusto del lector.

Esta columna no tiene conclusión, es una suma de reflexiones que buscan concientizar que “tenerlas todas” no es una condición suficiente ni necesaria para el desarrollo. Es condición necesaria que tengamos políticas públicas que potencien las ventajas en lugar de mitigarlas y que los recursos que generemos no sean malgastados. Si mientras nos ocupamos de disminuir nuestros potenciales recursos nos estamos ocupando de gastarlos como si los tuviéramos (o los fuéramos a tener), vamos a repetir siempre la misma historia. Como sociedad somos muy progresistas en términos sociales, pero casi totalmente conservadores en términos productivos. El verdadero progresismo está en mejorar el empleo y los salarios y eso será solo a través de mayor competitividad.

El autor es profesor de Economía Pública en la UCA

Últimas Noticias

En un caso sin precedente, la Justicia de una ciudad de Estados Unidos ordenó que una luchadora transgénero no compita más

La entidad estatal cuestionó la participación de Nyla Rose en una lucha contra Alejandra Lion. El dueño de la empresa, Tony Khan, salió en defensa de su estrella
En un caso sin precedente, la Justicia de una ciudad de Estados Unidos ordenó que una luchadora transgénero no compita más

Dos hermanos evadieron un control policial tras comprar una moto y sufrieron un accidente vial: uno murió y el otro está grave

Franco y Mateo Cortés, de 19 y 16 años, chocaron con una camioneta cuando regresaban a Pilar desde Hurlingham. Ambos eran buscados desde el martes a la noche. Por el caso hay un detenido: se trata de una persona que intentó engañar a los familiares y les pidió dinero diciendo que los tenía secuestrados
Dos hermanos evadieron un control policial tras comprar una moto y sufrieron un accidente vial: uno murió y el otro está grave

Uno por uno: quiénes son los empresarios que posaron junto a Javier Milei en el exclusivo Foro Llao Llao

Uno por uno: quiénes son los empresarios que posaron junto a Javier  Milei en el exclusivo Foro Llao Llao

Osvaldo Laport recreó la escena de Amor en custodia que se convirtió en meme con Sofía Martínez: “Necesito hacerte el amor”

En su paso por Perros de la Calle, el actor y la periodista deportiva interpretaron la clásica secuencia que el uruguayo había protagonizado con Soledad Silveyra
Osvaldo Laport recreó la escena de Amor en custodia que se convirtió en meme con Sofía Martínez: “Necesito hacerte el amor”

Gestiones a contrarreloj del Gobierno para desactivar la masiva protesta por los recortes de presupuesto a la UBA

El asesor presidencial Santiago Caputo y un subsecretario de Educación hablaron con el Vicerrector, pero no hubo acuerdo. A pesar de la propuesta de aumento, cerca de Milei dan por sentado que no podrán evitar la marcha del martes, que se perfila multitudinaria. Seguirán las conversaciones desde el miércoles
Gestiones a contrarreloj del Gobierno para desactivar la masiva protesta por los recortes de presupuesto a la UBA
MÁS NOTICIAS