Los miedos que crecen ante el aumento de casos de coronavirus

Mientras los adultos se preocupan por la imposibilidad de acceder a una cama en terapia, los adolescentes tienen otras angustias

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(Shutterstock.com)
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Durante una pandemia los sentimientos de ansiedad e incertidumbre pueden abrumar a las personas y hacer colapsar a los sistemas de salud. Sin una planificación adecuada y medidas de mitigación, los servicios de urgencias y emergencias pueden no dar abasto debido a una sobrecarga de consultas domiciliarias que bien podrían ser atendidas por medios virtuales. Las instalaciones de salud pueden verse así abrumadas y tener una capacidad insuficiente para proporcionar un tratamiento adecuado a quienes más lo necesitan.

En una situación como la actual es importante recordar que las teleconsultas son una forma segura y efectiva de evaluar casos sospechosos y guiar el diagnóstico y el tratamiento del paciente, minimizando el riesgo de transmisión de la enfermedad y evitando su propagación.

En estos tiempos, ante el avance de los contagios, producto de la circulación comunitaria, el pánico se incrementa aún más cuando los pacientes que por su cuadro de salud requieren ser atendidos por un médico a domicilio se ven en la situación de no conseguir camas disponibles en las instituciones de salud. Lamentablemente los inconvenientes en conseguir una cama para ser trasladado e internado, producto del crecimiento del virus, provocan angustia y desesperación.

Desde de los servicios de atención de emergencia de salud se visualiza una dinámica de crecimiento preocupante, ya que en un mes se duplicó la demanda de camas de terapia intensiva por una sola patología, lo que a su vez tiene relación con el aumento de casos que es prácticamente el doble en estos tiempos e incluso un poco más. Este incremento de la demanda está siendo absorbido por la ampliación de camas, aunque esto tiene un límite que tiene que ver por un lado con el espacio físico y por el otro con el personal especializado, que no es posible duplicar en tiempos cortos. Esto preocupa sobremanera, ya que al extenderse los tiempos de búsqueda de una cama, en los casos en que la ambulancia se encuentra con un paciente en un domicilio, el tiempo de espera pone en riesgo la vida de la persona. Si el cuadro comienza a agravarse, es necesario una atención inmediata en un centro de mayor complejidad. Estas situaciones se han visto incrementadas en las últimas semanas con la preocupación que eso conlleva.

Mientras los adultos se preocupan por la imposibilidad de acceder a una cama en terapia, los adolescentes tienen otras angustias. Según un informe de la Fundación Ineco en colaboración con Unicef, siete de cada diez están hartos del encierro y sufren síntomas de depresión y sentimientos de soledad. Temen perder a los amigos, los problemas de conectividad que muchos tienen los alejan de las clases virtuales y del vínculo con sus pares, y también preocupa el desempleo y se replantean el futuro del país de los próximos diez años. Sienten que la pandemia les modificó su estilo de vida de un día para el otro, y sufren por haber perdido las salidas y encuentros.

Es previsible que nos enfrentemos a un incremento de ansiedad y depresión en los próximos meses y, por supuesto, a fobias, especialmente agorafobia -miedo a los espacios abiertos-, algo que ya se consulta con frecuencia y se debe abordar rápidamente. Estas fobias suelen estar acompañadas de ansiedad o pánico.

Es necesario distinguir entre la ansiedad normal, producida por una situación estresante como la que estamos viviendo, que cumple una función adaptativa y puede llegar a mejorar el rendimiento, de los cuadros de ansiedad generalizada y de los trastornos de pánico. El trastorno de ansiedad generalizada es diario, duradero y produce una preocupación constante, una sensación de no sentirse nunca a gusto. En los trastornos por ataques de pánico, por su parte, prevalecen pensamientos constantes de amenaza, de muerte inminente, de contagio, que conllevan desvanecimiento, palpitaciones, mareos, vértigos, un cuadro intenso, pero no duradero.

En los tiempos que corren es importante tomar conciencia de que uno mismo puede contribuir a mejorar la curva de contagios. Esto si puede lograr si se respeta el aislamiento correspondiente, y se limitan las salidas a lo estrictamente necesario. Es fundamental que se respeten las medidas de higiene como el lavado de manos, el uso frecuente de alcohol en gel, el uso obligatorio del tapabocas y la distancia de dos metros entre personas.

El deseo es que la pandemia traiga consigo un cambio social, un cambio de las prioridades vitales que se prolongue en el tiempo, y que el ser humano pueda contribuir a una sociedad más humana y solidaria.

El autor es director ejecutivo del Grupo Emerger