Rosh Hashaná: el comienzo de nuestra historia

Es el comienzo del tiempo. Es el nacimiento de las nuevas oportunidades. Estamos ante un nuevo cambio de paradigma

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La comunidad judía celebra Rosh Hashaná (REUTERS/Konstantin Chernichkin/File Photo)
La comunidad judía celebra Rosh Hashaná (REUTERS/Konstantin Chernichkin/File Photo)

Aquella ciudad que brillaba, llena de sol y de vida, había desaparecido. El miedo se había apoderado de cada cuadra. La miseria golpeaba a la puerta y el hambre en el cuerpo. El sitio obligado llevó a la escasez, a un encierro sin fin, a la falta de trabajo, de futuro y de fe. La peste trajo el abandono, o quizá fue el abandono lo que trajo la peste. Los pocos que se animaban a salir no mostraban sus rostros y caminaban corriendo, como escapando de alguna sombra. La enfermedad y la muerte aparecían como una densa nube que cubría cualquier cielo. Entonces otros nuevos virus emergieron: los de la codicia, el egoísmo, el salvarse a cualquier costo, el descuido por los más jóvenes, el olvido de los abuelos, el odio gratuito entre hermanos.

El retrato de las horas previas a la destrucción de Jerusalén y del Gran Templo en manos de los romanos, es descripta en el Talmud casi como el fin de la historia. La sensación en la piel de saber que no hay salida. El terror a lo incierto. La falta de mañana. El fin de la esperanza.

Sin embargo, una imagen recorta la escena casi dantesca. Dos hombres con aspecto de sabios, cargan un ataúd hasta las puertas de la ciudad y reclaman poder salir para enterrar a su Rabino. En nombre de la santidad del gran maestro de la época, se niegan a que revisen el cuerpo. Escondido dentro del ataúd, Rabí Iojanan Ben Zakai logra salir de la ciudad sagrada sitiada. En su escape, el maestro llega ante el mismísimo Vespaciano, el cónsul romano que está a punto de destruir la ciudad, quien queda impresionado por la irreverencia, el coraje y la creatividad de su huida. Ben Zakai le asegura al cónsul que él será el próximo Rey y Emperador de Roma, por lo que Vespaciano le concede pedir tres deseos (Tratado de Guitin 56b).

El parecido de aquella ciudad desolada, temerosa, con enfermedades varias, sitiada y con la sensación de vivir un presente sin futuros, nos es tristemente familiar. Es lo que hemos sentido con angustia, las veces que caminamos nuestra ciudad en estos meses eternos de cuarentena y pandemia. La imagen del sabio que emerge vivo desde dentro del símbolo de la muerte, resulta un mensaje poderoso. Una semilla de esperanza, la génesis de la renovación que nace desde lo oscuro. ¿Cuáles serían los 3 deseos que ustedes pedirían al Rey?

Rosh Hashaná es el comienzo del tiempo. Es el nacimiento de las nuevas oportunidades. Rosh Hashinui significa el comienzo del cambio. Estamos ante un nuevo cambio de paradigma. En una ciudad tan golpeada por el encierro y las pérdidas de vidas, de momentos, trabajo y futuro, ¿Cuales serían nuestros tres deseos?

Veamos lo que pidió al Rey, Rabi Iojanan Ben Zakai:

1.“Asvata demesaien lei” – “Un médico para curar a mi amigo”.

También hoy, nuestro primer pedido es de salud plena para el mundo, fortaleza para el círculo de amigos y familiares que debieron aprender a acompañar en la distancia, y sabiduría para las manos de sus médicos en su misión curativa. Y también pedimos bendiciones de sanación para el alma. Para que todo lo que tuvimos que atravesar nos haga reevaluar lo importante, repensar lo imprescindible, reexaminar nuestras prioridades, nuestros compromisos con el otro, con el que peor la pasa, con el enfermo, con el que vive en los márgenes, con el que se quedó sin nada. Porque de no ser así, el Corona se habrá ido en algún momento, pero no habremos sanado de tantos otros virus.

2. “Shoshilta de Raban”. “Recibir el legado de los Maestros que lo precedieron”.

Ben Zakai pide ser visto como el heredero de sus maestros. Llevar sus títulos. El maestro nos llama a recorrer nuestra sabiduría, la que nos trajo hasta aquí. Retomar las historias de nuestros abuelos y el coraje de los inmigrantes que llegaron aquí sin nada y lo reconstruyeron todo. La historia sin fin que llevamos dentro de caídas y retornos, de fracasos y renovación, de persecución y reencuentro. Sabernos herederos de una historia nos hace ser más grandes de lo que somos y más fuertes de lo que pensamos. Con más poder para cambiar esta nueva historia, del que soñamos. Recorrer lo que aprendimos en todas nuestras caídas y llevar con orgullo los títulos de generaciones enteras que pelearon tantas otras batallas. Podemos quedarnos en lo complejo de la coyuntura, o saber que lo que decidamos hacer hoy con nuestros problemas, marcará la próxima historia. Porque nuestras reinvenciones de hoy, serán los títulos que con orgullo lleven mañana nuestros hijos y nietos.

3. “Ten li Iavne” – “Dame una ciudad”. Dame la ciudad de Iavne. Dame Iavne.

Primero ben Zakai pide salud. Luego pide llenarse del espíritu de coraje de todas sus historias y maestros. Por último, pide una ciudad. Un lugar. Un lugar donde volver a empezar. Dame Iavne. Ben Zakai comienza en la ciudad de Iavne a refundar el Judaísmo. Un nuevo Judaísmo, ya sin el Gran Templo Sagrado y su mundo de rituales destruido por los romanos. En Iavne funda el comienzo del Talmud, la interpretación de los sabios y la tradición rabínica de nuestros textos que conocemos y vivimos hasta hoy. Aquél judaísmo del Gran Templo terminaba y moría con la ciudad de Jerusalén asolada. Pero Ben Zakai pide una ciudad. Una nueva oportunidad, distinta. Fue desde aquél Iavne, que el Judaísmo heredó su continua creatividad renovadora, capacidad de cambio y visión para la adaptación. Fue allí donde nació el secreto de su eternidad.

¿Cuál es nuestro Iavne? ¿Desde qué lugar reconstruir? Iavne es cada casa, cada hogar.

Iavne son nuestros vínculos y responsabilidades. Iavne es nuestra ciudad, la hermosa ciudad que vivimos y que debemos poder reconstruir. Iavne es nuestra sociedad, nuestro país. Vamos a curar y erradicar el Corona. Pero tenemos que saber y poder sanar tantas otras cosas. Adaptarnos a lo nuevo, crear nuevas oportunidades, tender más manos, lazos y puentes. El desafío espiritual de este tiempo será derrotar el virus de la falta de fe en nosotros mismos, para reconstruir nuestro Iavne.

Amigos queridos. Amigos todos.

En Pirke Avot (2:13), nos cuentan que el gran Rabí Iojanan Ben Zakai, ya asentado en la ciudad de Iavne, les pidió a sus alumnos que salgan a buscar qué es lo mejor que puede alcanzar una persona en su vida. Cada uno trajo una respuesta diferente y llena de filosofía. Sin embargo, el maestro eligió la de su alumno más joven: “Nada más importante que tener un buen corazón”.

Nada más simple y más desafiante. Para alcanzarlo será cuestión de pensar bien, qué pedir para este año. Ser cadena de abrazos en bendiciones de salud de cuerpo, y sanación de espíritu. Sabernos herederos de historias de coraje. Y sentir la misión y la determinación de ser nosotros, quienes reconstruyamos con más belleza las ciudades de nuestra vida.

El autor es rabino de la Comunidad Amijai, y Presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana del Movimiento Masorti.