El Gobierno teme devaluar por los efectos colaterales sobre la inflación y la pobreza

La constante pérdida de reservas llevó a aumentar las restricciones en el mercado de cambios, pero no es la solución, sólo permitirá estirar la agonía si no encara el ajuste fiscal y promueve el comercio exterior

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El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, dispuso limitar al extremo la venta de dólares para ahorro y para el pago de deudas
El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, dispuso limitar al extremo la venta de dólares para ahorro y para el pago de deudas

Las medidas cambiarias anunciadas en la semana sólo permiten estirar la agonía, un parche que no son solución. Creer que esta dinámica se puede estirar hasta las elecciones de medio término de 2021, es no entender el dramatismo de las cuentas públicas y lo limitado que está la posición externa del BCRA. De ahí que se busca atacar dos frentes por donde el Central pierde reservas. El “Dolar ahorro” y la cancelación de deuda externa que estaban haciendo las empresas privadas, aprovechando el pleno acceso que tenían al dólar oficial para ello.

Dólar ahorro: Al imponer la retención del 35% a cuenta de Ganancias y del Impuesto a los Bienes Personales eleva el costo de la divisa en igual magnitud, con la intención de desalentar a la clase media a que compre reservas para luego vender en el mercado informal.

El Banco Central tiene la intención de desalentar a la clase media a que compre reservas para luego vender en el mercado informal

Con la medida, la brecha del dólar ahorro al informal la achicó de 30% (de $100 a $130) al 11% (de $130 a $145), de ese modo reduce el atractivo de comprar. Pero la brecha continúa presente, además la retención a cuenta de impuestos se podría recuperar (obviamente devaluada), por lo que no queda claro cuánto reducirá la demanda ante una diferencia que bajó de 30% a 10%, pero no desapareció.

Dólar cancelar deuda externa: Toda empresa con deuda externa estaba aprovechando para acceder al mercado oficial de cambios y cancelar sus compromisos el exterior ante la creciente y fundada expectativa de devaluación. Durante todo el año fue el principal canal por donde el BCRA perdió dólares, dejando chiquito al “dólar ahorro”. En concreto, por dólar ahorro el BCRA perdió USD 2.900 millones en 8 meses, mientras que por cancelación de deuda externa privada salieron unos USD 3.700 millones, además del pago de intereses.

Dentro de un mes, toda empresa sólo podrá acceder al mercado de cambios por el 40% del vencimiento de capital. Para el 60% restante el Banco Central “invita” a que bien renegocie con su acreedor, o bien pague con dólares en su cartera. Esta medida acorrala a varias compañías con vencimientos los próximos meses y con un mercado de cambios con más limitaciones que dólares. La deuda externa privada suma USD 80.000 millones y sólo hasta fin de año hay vencimientos de capital por cerca de USD 2.000 millones.

Las promesas de ajuste del presupuesto 2021

Este año el déficit fiscal voló a casi al equivalente a USD 30.000 millones, muy afectado por la irrupción de la pandemia que llevó a medidas extremas de aislamiento social. El BCRA lo financió y luego sale a absorber los pesos para esconderlo entre las Leliq. Pero esta política no es gratis. A la fecha ya se duplicó el stock de Leliqs y sus intereses le generan un déficit cuasifiscal al BCRA por otros USD 10.000 millones. Es decir, el Estado consolidado tiene un rojo de USD 40.000 millones, 10% del PBI.

El Gobierno presentó el proyecto de ley de presupuesto con un déficit financiero de 6% del PBI para 2021 (donde 4,5% del PBI es primario). Para llegar a dicha cifra, no sólo tendrá que eliminar todo el gasto extraordinario que generó la pandemia (ATP e IFE), también tendrá que elevar las tarifas, reducir la asistencia a provincias, casi no tener posibilidad de obra pública y todavía sin aclarar cuál será la nueva fórmula previsional. Es decir, promete hacer un ajuste que dejará chiquito al “gradualismo” de Cambiemos, en pleno año electoral.

El Gobierno promete hacer un ajuste fiscal que dejará chiquito al “gradualismo” de Cambiemos, en pleno año electoral

Ahora bien, los ajustes fiscales en Argentina son contractivos porque en su fanatismo del “vivir con lo nuestro” hace décadas que el país tiró al río la llave del comercio exterior.

Un ajuste fiscal podría ser socialmente tolerable, si mientras se achica el saldo negativo entre ingresos y gastos, crecen los negocios de comercio exterior. Aumenta una alternativa. El empleado público sólo se pasaría al sector privado, con mejores salarios. Pero la política cambiaria de tipos múltiples, comercial, financiero, ahorro y sobre eso retenciones, dinamita desde el arranque toda posibilidad de salida vía impulso de las exportaciones.

Un ajuste fiscal podría ser socialmente tolerable, si mientras se achica el saldo negativo entre ingresos y gastos, crecen los negocios de comercio exterior (EFE)
Un ajuste fiscal podría ser socialmente tolerable, si mientras se achica el saldo negativo entre ingresos y gastos, crecen los negocios de comercio exterior (EFE)

Este punto no es menor porque es ahí donde hace décadas siempre choca Argentina. La intención de reducir el déficit fiscal sin abrir la salida exportadora y sin ser consciente del tiempo que ello demanda.

Cuando igualmente intenta el ajuste ya sin opciones y a las puertas de una crisis por caída de las reservas, la economía sólo arranca un espiral a la baja. La recesión y la consecuente dinámica social lleva a abortar todo intento de ajuste; y la devaluación no controlada termina sincerando la realidad: no hay más dinero y tampoco llegan milagrosamente las exportaciones.

La recesión y la consecuente dinámica social lleva a abortar todo intento de ajuste; y la devaluación no controlada termina sincerando la realidad

El Gobierno tiene el boleto comprado a una crisis si pretende hacer el ajuste sin abrir el comercio exterior, tal como asegura la política cambiaria. Pero también tiene el boleto a una crisis por agotar las reservas del BCRA si pretende dilatar el ajuste fiscal. Ajuste que se viene postergando desde la sintonía fina que este Gobierno promocionaba ya hace una década atrás.

El tiempo se agota, al igual que las reservas, por algo el mercado se dolariza, por algo las empresas cierran, por algo el valor de mercado de las empresas argentinas está en un mínimo desde la hiperinflación de 1989.

El autor es director y Economista Jefe de Econométrica, Economic Research & Forecasts

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