El fin de la estrategia de “Horacio Flanders”

El Jefe de Gobierno porteño se mostró afable con el Presidente y el Gobernador bonaerense durante toda la pandemia, pese a los diversos desplantes y ataques políticos que sufrió. La política de ser el bueno y condescendiente de la película fracasó

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Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández, durante uno de los anuncios oficiales sobre la pandemia de coronavirus en la Argentina
Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández, durante uno de los anuncios oficiales sobre la pandemia de coronavirus en la Argentina

Ned Flanders es uno de los principales personajes de la serie Los Simpsons, y su característica principal es que responde insultos con frases amables de ocasión, siempre está de buen humor. Homero, el padre de la familia Simpson toma “prestadas” sus cosas, Flanders las reclama con amabilidad después de muchos meses, Homero se niega a devolverlas con excusas ridículas, Flanders se conforma. Ese es el rol del personaje durante toda la serie.

Bien, algún estratega genial convenció a buena parte de la dirigencia de Juntos por el Cambio, y principalmente a Horacio Rodríguez Larreta, de que el rol de Flanders le otorgaba alguna ventaja política en este contexto. Y concluyó perdiendo un punto de coparticipación. En realidad, no Larreta, sino todos aquellos que vivimos en la Ciudad de Buenos Aires.

Desde principios de la cuarentena y en las presentaciones de “los tres mosqueteros” anunciando cada 15 días cómo el encierro se intensificaba, tanto el presidente Alberto Fernández como el gobernador bonaerense Axel Kicillof, utilizaban la tarima para explicar el gobierno desastroso de sus predecesores, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.

No es motivo de estas líneas criticar tal hecho. Para eso parecen estar los gobiernos en la Argentina, para culpar de todo al gobierno anterior. Pero la actitud de Larreta con rostro impávido, al lado de ellos dos, viendo como reiteradamente agredían la gestión de sus compañeros de rumbo político, era al menos curiosa. Propia de Ned Flanders.

En algún momento de la pandemia, las autoridades bonaerenses decidieron culpar a los porteños por infectar a los bonaerenses, cuando los casos eran más en la Ciudad que en la provincia, hace ya más de tres meses. Algún funcionario sugirió no permitir que los porteños crucen la General Paz. “Con Alberto y Axel trabajamos juntos”, decía Larreta.

Cuando la cosa se invirtió, le dijeron al Jefe Gobierno porteño que se iba a pasar informar de modo unificado, los enfermos y las camas de terapia intensiva ocupadas de todo el AMBA, simplemente para disimular el desborde y el crecimiento descontrolado en Provincia.

Seguir repasando no tiene sentido, pero esa fue la tónica del vínculo todos estos meses. El asunto terminó ayer, cuando en medio de la protesta de la Policía bonaerense, y cuando a un grupito de oficiales se le ocurrió la estúpida idea de ir a tocar bombos a la quinta de Olivos y todo el arco político opositor salió a advertir sobre la sombra de una presunta amenaza a las instituciones, en lo que no era más que reclamo salarial, por lo menos justo. Sobreactuar el sentimiento democrático es poco creíble para la sociedad, a esta altura.

Y allí estuvo Larreta, respaldando al Presidente una vez más, pocas horas antes de sentir la manito en el bolsillo. Homero entró otra vez a su garage y se llevó otro objeto propiedad de Ned.

Para peor, Fernández convocó a los hijos de Flanders que ahora se dicen engañados, para que estuviesen con él en el momento de anunciar la medida. Si esto es realmente así, si fue una trampa, tampoco es muy favorable a sus imágenes denunciar que cayeron como chorlitos.

Ahora bien, a esta altura, uno imagina que el estratega que planeó la “estrategia Flanders” debió haber salido eyectado anoche entre insultos del entorno del jefe de gobierno. Es cierto, su imagen pública fue creciendo paulatinamente, pero su base electoral porteña empieza a ver con desconfianza la actitud complaciente constante, por mas pandemia que haya. La postura amigable y afable para confortar a un sector político que puede tener muchas falencias, pero entiende a la perfección el manejo del poder, estaba condenada al fracaso. “Perfectirijillo señor presidente”.

* El autor es abogado, consultor político y ex Director Nacional de Publicidad Oficial de la Secretaria de Comunicación Pública de la Jefatura de Gabinete de Ministros de La Nación. El texto fue publicado en el medio Criterios.