La incógnita de 2021

La pandemia hizo que 2020 sea un año perdido, digno de ser tachado del almanaque. Para que el próximo año sea vivible, hara falta mucho más que una vacuna

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(Presidencia)
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Para ser sinceros, el 2020 es un año perdido. Hay que tacharlo del almanaque. El 2021 sólo será vivible con la vacuna que dé resultados y un reacomodamiento no asfixiante de las tarifas de los servicios públicos, un mejor cuidado del área fiscal, un arreglo no opresivo con el Fondo Monetario Internacional.

Sólo habrá que saltar de alegría por la vacuna porque el área económica y la dinámica social seguirá presentando problemas y fricciones entre oficialistas y opositores. La preocupación de todos será también la expansión de la pobreza (se calcula que a fin del 2020 llegará al 50% y que habrá un número mucho mayor de niños carenciados, con hambre y viviendas precarias y promiscuas). De allí la importancia de respaldar los comedores comunitarios. Uno de cada cuatro argentinos reciben en estos momentos asistencia alimentaria. Las ayudas llegaron a 60.000 millones de pesos.

Pese a los reiteradas solicitudes, no hay plan económico y el gobierno sólo se mueve por Decretos de Necesidad y Urgencia. Se han utilizado recursos extra del Presupuesto presentado oportunamente que superan los 13.000 millones de dólares.

Habrá entonces que ver también en el 2021 hasta qué punto llegarán las presiones y caprichos de la vicepresidenta para saber quien mueve las palancas del poder, si no hay divisiones que afloren en el Frente de Todos, si la oposición puede lograr frenar los cambios en la Justicia, si se alcanza una reforma impositiva porque la presión actual es asfixiante y, por otro lado, se pueda poner orden en un desequilibrado esquema jubilatorio. Donde hay ex-jueces que cobran millonadas (en el sentido más amplio de la palabra) con una diferencia casi obscena con los jubilados que reciben monto mínimo. Y sin pagar Impuesto a las Ganancias.

Las tarifas de los servicios públicos están congeladas y el gobierno no es sensible frente a las pérdidas de las empresas que los proveen. Pierde millonadas YPF y la Casa Rosada está destinando 700 millones de pesos diarios para evitar que incrementen las tarifas de luz.

En el 2021 ¿hay intención de regularizar todo esto antes que haya frecuentes cortes de electricidad o falta de naftas, por ejemplo?

Ese es un territorio donde Cristina Fernández, cuando era presidenta, otorgó la gratificación de los pasivos a 2 millones de personas que nunca trabajaron en su vida fuera de sus casas o que jamás aportaron. Toda la zona norte de la ciudad de Buenos Aires está poblada de las que obtuvieron ese regalo. Una típica movida populista. También injusta.

Las condiciones concretas exhiben que el Estado seguirá proveyendo ayuda a los necesitados pero poco se sabe si dejarán que sigan vigilantes los organismos de control. Ya se conocen indicios pocos halagadores: en la Auditoría General de la Nación, la mayoría del grupo directivo donde el presidente, Miguel Angel Picheto, representa a la oposición, se opone no sólo al control de los fondos utilizados por el Gobierno sino a poner el ojo en la contaduría de la Anses, el ente que se ocupa del sector pasivo.

Como se sabe, la Anses viene aportando con ceguera fondos a las urgencias que impone el Gobierno, que nada tienen que ver con los jubilados. Un proceso crítico que ya es histórico. La Anses es un agujero contable muy negro.

Como ya se dijo las tarifas de los servicios públicos están congeladas y el gobierno no es sensible frente a las pérdidas de las empresas que los proveen. Pierde millonadas YPF y la Casa Rosada está destinando 700 millones de pesos diarios para evitar que incrementen las tarifas de luz.

En el 2021 ¿hay intención de regularizar todo esto antes que haya frecuentes cortes de electricidad o falta de naftas, por ejemplo? Claro que si todo se actualizara de pronto, no habría presupuesto que pueda soportar. La clase media, que es el sostén de muchas de las estrategias oficiales se achicaría muchísimo más que durante la pandemia.

El país no se mueve sólo con artículos nacionales. Se adquieren insumos y productos en el exterior, indispensablemente. Se nota hasta en los medicamentos. El 80% de todo lo que se importa son insumos vitales para la industria en general.

El gobierno argentino puede afirmar que gran parte de los países en el mundo están en las mismas condiciones. No es desacertado decirlo pero hay una diferencia: Argentina arrastra una recesión dolorosa de varios años que aquellos países no han padecido.

El oficialismo ha decidido privilegiar a los productores con compre nacional. Pero antes de decirlo no se hizo un estudio a fondo de los elementos que necesita cada sector productivo. Por eso mismo se afirma algo que es un interrogante.

El país no se mueve sólo con artículos nacionales. Se adquieren insumos y productos en el exterior, indispensablemente. Se nota hasta en los medicamentos (cuyas ventas han retrocedido y donde la dependencia de fuera de nuestras fronteras es importantísima y está atada a los vaivenes del dólar). El 80% de todo lo que se importa son insumos vitales para la industria en general.

Con los mismos productos alimenticios se ha generado un gran embrollo. Han desaparecido muchos de ellos en los estantes sólo porque las industrias pretenden que el flete lo pague el comerciante. La caída en ese ámbito de alimentos es grande, con bajones en las ventas de casi 15% con respecto el año pasado. La capacidad ociosa es tan grande y nacen diferendos con los gremios y las casas matrices. Según la Unión Industrial la actividad fabril, en general se contrajo un 27% si se comparan con las cifras del 2019. En la comercialización de infinidad de artículos ganan las ventas on line aunque nada que ver con soñadas expectativas.

El futuro es intrincado. En algo más de un año habría que empezar a pagar los USD 44.000 millones que pidió Mauricio Macri al FMI. El sector financiero no está exento de dolores de cabeza, sumidos en una crisis que es mayor que la del 2008 con el temblor mundial por las estafas cometidas por los bancos norteamericanos por el invento de los créditos subprime. Las páginas de esas instituciones en Internet abren con venta de artículos, transformada en una gran tienda de electrodomésticos. Una muestra que las cosas no marchan bien.

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