El autoritarismo y la hipocresía peronista

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El presidente de Argentina, Alberto Fernández. EFE/ Tono Gil/Archivo
El presidente de Argentina, Alberto Fernández. EFE/ Tono Gil/Archivo

Mi columna de la semana pasada en Infobae, Usar la pandemia contra la democracia, me ha deparado una de las más grandes satisfacciones de mi vida pública. A raíz del artículo, el Partido Justicialista publicó un comunicado en repudio a mis dichos y yo no puedo estar más contento con la situación. En un texto algo barroco, lleno de apelaciones un tanto desfasadas de la realidad, muestran su enojo porque llamé “sindicato del crimen” al peronismo y porque hice algunas consideraciones acerca del funcionamiento de la democracia en la provincia de Formosa, lugar pobrísimo donde gobierna la misma persona desde el año 1983. Los califiqué de “señores feudales”, se enojaron conmigo y me repudiaron en consecuencia.

La declaración está firmada por José Luis Gioja y Gildo Insfrán en su condición de presidentes del Consejo Nacional del Partido Justicialista. Más allá del disparate que significa que el partido político que gobierna actualmente publique una declaración en repudio a un ciudadano que no ostenta ningún cargo y que sólo se expresa a través de un medio de comunicación, es interesante analizar cómo esa caterva de dinosaurios es incapaz de emitir una declaración sin usar discursos autoritarios y de manipulación histórica.

El partido de gobierno en la Argentina declara que mis dichos son la expresión de una “minoría elitista y conservadora” y que recurro a tales expresiones porque consideramos que “nuestros privilegios están en riesgo”. Es desopilante hablar de privilegios cuando son ellos quienes están en el gobierno y cuando yo solamente escribo artículos de prensa. La expresión popular “no se les cae la cara de vergüenza” fue creada para estos personajes. Poseen esa cosa tan característica de los viejos burócratas que hablan como si fueran héroes de la patria. Son, por el contrario, señores feudales y millonarios que gobiernan una sociedad cada vez más pobre y sometida a sus caprichos e idioteces. Representan, mediante sus acciones, el poder más rancio de un país en verdadera decadencia. El comunicado está firmado por el mismo Insfrán, cuya actitud podría definirse con la operación en la que utilizó fondos públicos para pagarle una suma millonaria a una empresa que había armado Amado Boudou (The Old Fund) a cambio de unos servicios que nunca se brindaron y que sólo servían de excusa para cobrar el dinero, tal como declaró el “arrepentido”, Alejandro Vandenbroele. Hablamos del dinero de una provincia que tiene ciudadanos que viven en situación de miseria alarmante. En otras palabras, son algo así como los Anti-Robin Hood. Roban a los pobres y tienen la desfachatez de ofenderse porque alguien los describe en un artículo.

Desde ya, en el comunicado mencionan la dictadura militar, pero soslayan, como es de costumbre, que fue durante un gobierno del Partido Justicialista cuando empezaron las desapariciones y los exilios en los años 74 y 75. Tampoco mencionan que fue ese mismo gobierno peronista el que sacó los decretos que ordenaban a las fuerzas de seguridad “aniquilar a la subversión”. Tampoco recuerdan que a la vuelta de la democracia estaban a favor de la autoamnistía de los militares y no recuerdan a la gente asesinada por Montoneros y Triple A, ambas organizaciones peronistas. Banalizan la violencia y nos cuestionan a quienes estuvimos en contra de la dictadura y defendimos la democracia. Son los mismos que se negaron a integrar la CONADEP. Los millonarios burócratas que pertenecen a la nueva oligarquía, en un país con 50 por ciento de ciudadanos pobres, tienen malísima memoria y se muestran ofendidos cuando alguien les recuerda lo que son.

A propósito de estas actitudes, vale señalar que en el Congreso Nacional, el PJ no se ha pronunciado por los casos de asesinatos de ciudadanos durante la cuarentena. Magalí Morales y Franco Maranguello (muertos en celdas de comisaria en San Luis), Luis Espinoza (desaparición forzada y muerte posterior en Tucumán) y Hugo Coronel (muerto luego de estar detenido en Santiago del Estero). Se preocupan por los que escribimos notas y no así por las muertes de ciudadanos inocentes en provincias gobernadas por ellos. Tampoco condenan la brutal agresión contra una familia de la comunidad Qom en Chaco. Deberían pedir disculpas en lugar de cargar contra la libertad de expresión. Pedir disculpas por ser tan nefastos y arruinar el país.

Para mostrar la coherencia histórica, Florencia Kirchner posteó en una red social esta semana una foto homenajeando a Leila Khaled, una terrorista palestina que en el año 1969 secuestro un avión salido de Roma, entre otros hechos de ese calibre. En la fotografía Khaled aparece con un fusil. Por supuesto, la hija de la Vicepresidente tiene derecho a tener la opinión que quiera sobre cualquier situación de política internacional. Lo que resulta curioso es que todo lo que viene de ese lado es siempre una romantización de la violencia. Khaled atacaba aviones en los que viajaban civiles, es decir, aviones de línea. Así luchaba contra Israel. Ponía en riesgo la vida de ciudadanos comunes. La exaltación de la violencia (y el antisemitismo) es una constante en un sector político que siempre está en la antípodas del humanismo. Instagram eliminó el posteo. La apología del terrorismo en redes sociales no es algo aceptable.

Todo esto sucede mientras las cuarentena más larga del mundo sigue destrozando las expectativas de vida de los ciudadanos argentinos. La brutal caída de la economía será un tsunami en la vida de millones de personas que están perdiendo sus negocios, pymes y empleos. El patético episodio de las peleas en el oficialismo por el tema de la seguridad dejó un concepto inquietante. El poder empieza a observar que los ciudadanos detenidos por robo en el conurbano son personas que no tienen antecedentes penales. Es gente que antes trabajaba y que ahora no tiene para comer. El único plan que tenía el gobierno era la falta de plan. Por eso prohibieron la actividad física por una cuestión de “imagen”, hecho reconocido por el ministro de Salud Ginés González García. Las tilinguerías como el “Consejo contra el hambre”, que reunía a personajes de la farándula y de la política (y de la que nunca volvimos a escuchar), muestra a qué niveles de decadencia intelectual y moral puede llegar el oficialismo. Visto ahora, parece un mal chiste donde el fracaso en el manejo de la crisis está sumiendo a mucha gente en la miseria.

El único plan que tenían era alcanzar el poder para sus negocios y para invadir la justicia en pos de la impunidad de CFK y de todos los condenados por corrupción del kirchnerismo.

El asesinato del ex secretario de CFK (Fabián Gutiérrez) que declaró como “arrepentido” contra la vicepresidente es un episodio tremendo en el corazón del submundo del hampa que es el kirchnerismo en la provincia de Santa Cruz. Esperemos que se sepa la verdad de lo ocurrido.

El ataque a periodistas forma parte de algo más grande. Es un plan de intimidación. El autoritarismo asustado se vuelve más autoritario. Necesitan instalar el miedo como parte de la estrategia. No hay que dejarles cumplir su objetivo. La debilidad se está poniendo de manifiesto. La rapidez con la que dieron marcha atrás en la expropiación de Vicentin es señal del pánico que le tienen a la movilización ciudadana. Sin más ni menos, le temen a la gente honesta.