Las cuarenta

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Un tío de quien escribe, amigo personal de Pancho Gorrindo, quilmeño y autor de “Las Cuarenta”, solía contar que Pancho estaba esperanzado con que Carlos Gardel se lo grabara. Finalmente no sucedió y de igual manera es un tangazo: “No pensar ni equivocado, ¿para que si igual se vive? Y además corrés el riesgo que te bauticen gil”.

El pensar en escribir buscando la impresión de lo sucedido en la jornada me trajo “Las cuarenta” a la cabeza.

La cuarentena que se prolonga, los beneficios que nos ofrece, y los costos que el presidente Alberto Fernández está dispuesto a pagar pero con cientos de hombres y mujeres de nuestro pueblo que puedan contarlo, por no haber perecido en el intento de vencer a este bicho.

Todos sabemos de qué se trata: más encierro, más cuidados, más control… las herramientas que han dado resultados hasta que a algunos les pareció que no había “tantos muertos” y, entonces, decidieron una “cuarentena inteligente” de la que se agarraron muchos cabezas de frasco “para ser libres”. Claro, no pensar ni equivocados… ¿para qué si igual se vive?

Pretendo poner de relevancia lo que no se ve. La contradanza política que lleva meses (por lo menos los últimos dos de la cuarentena) en donde, para usar una imagen que le gusta al Presidente, se juega una partida de póker en la que hay dos que arriesgan y uno que apuesta con las cartas marcadas.

Ayer no se pudo hacer el anuncio porque Horacio no acordó.

Claro, juega su propia interna partidaria. No puede despegarse totalmente de las políticas de Estado que el gobierno nacional ha definido en torno a la pandemia, pero pelea la propiedad intelectual y política de los sectores “libertarios”: los runners de Palermo y Caballito, los dancers de Recoleta y, claro, los protesters de Plaza de Mayo y el Obelisco…

Y juega con cartas marcadas porque, mientras se apropia de las simpatías de los que detestan la cuarentena y los alienta a libertades varias, cuenta con que, si la cifra de muertos es excesiva, siempre va a poder pasarle parte importante del costo político al presidente Alberto Fernández que no ha dejado de hacer las cosas bien, a lo mejor sin la adecuada comunicación…

¿A quién se le ocurre hablar de “retroceder” a un colectivo social y político que siempre fue al frente, que no quiere retroceder ni para tomar carrera? ¿A quién se le ocurre?

Axel aprecia cómo la actitud diletante de Larreta le explota en el Conurbano, no quiere flaquear y empuja decisiones drásticas que le permitan sobrellevar el que, se estima, va a ser el pico de contagios y se va a producir en los próximos 30 días, con pronóstico reservado para el AMBA, que en definitiva ha hecho bien todos los deberes… salvo ser vecino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Y Alberto (Pancho dixit: “la mirada turbia y fría”) como cuadro de excepción que es, espera seguir sorteando a tanto quejoso suelto para que nada estalle, en base a conducción política.

Claro, si estallara, pretenderán transformarlo en el gran perdedor: nadie le reconocería las buenas e incontables medidas tomadas desde un primer momento, ni elogiarían su perfil negociador y equilibrado. Nadie admitiría que, entre los principios y las responsabilidades, ha sido un equilibrista exquisito. Si se dispararan los contagios y las muertes, se colmarían las plazas de terapia intensiva, se equipararían las cifras de otros países de la región, pero habría un solo responsable: él… y su socio Axel.

El tema es que no es el tango “Las cuarenta”, sino la cuarentena, indispensable método para sortear el bicho ante la ausencia de remedio y vacunas, inclusive en el horizonte. “Hoy no creo ni en mí mismo... Todo es grupo, todo es falso, y aquél, el que está más alto, es igual a los demás...”, decía Pancho Gorrindo.

Me quedo con la responsabilidad de un presidente aunque pague los costos ya que, al decir de Ortega y Gasset, “El empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo, es inseparable de su empeño en estar bien. El bienestar y no el estar, es la necesidad fundamental para el hombre”.

El autor es interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCTR)