La OMC, a la deriva

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Imagen de archivo del director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevedo, durante una sesión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. 21 enero 2020. REUTERS/Denis Balibouse
Imagen de archivo del director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevedo, durante una sesión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. 21 enero 2020. REUTERS/Denis Balibouse

El lenguaje irónico utilizado por el representante de Comercio, Robert Lighthizer, para despedir al director general de la OMC, Robert Azevedo, en ocasión de la presentación de su renuncia al cargo que ejerciera durante siete años muestra el desprecio de los Estados Unidos por la OMC y sus funcionarios. La dimisión un año antes de que concluyera su mandato, si bien fue sorpresiva, parecería el resultado de la frustración tratando de empujar una agenda de acuerdos multilaterales en una etapa donde los países no están dispuestos a asumir nuevos compromisos que limiten la implementación de políticas nacionales.

El presidente Donald Trump emprendió una ofensiva contra la OMC como parte de su ataque a los acuerdos de libre comercio multilaterales mostrando su preferencia por las negociaciones bilaterales donde los Estados Unidos pueden en virtud de su poder obtener mayores concesiones. El presidente Trump insistió en varias oportunidades que la OMC no ejerció su función controlando la implementación de los compromisos asumidos por China al momento de su incorporación a la organización, y criticó el derecho de los países de auto-designarse en “desarrollo” para obtener un trato preferencial. El bloqueo a la OMC se concretó el año pasado cuando impidió el nombramiento de jueces en el Órgano de Apelaciones inutilizando la principal herramienta para dirimir controversias entre los miembros.

La OMC en los últimos años sólo puede exhibir como logro los acuerdos sobre facilitación de comercio aprobados en la Conferencia Ministerial de Bali en 2013 que entraron en vigencia cuatro años después, cuando fueron ratificados por los dos tercios de los miembros. Las diferencias impidió también el avance en comercio electrónico promovido por los países desarrollados o subsidios a la pesca y la reapertura del acuerdo sobre agricultura de interés para los miembros en desarrollo.

El representante comercial Lighthizer en la reunión de ministros de Comercio e Inversiones del G20 advirtió sobre los intentos de usar la crisis COVID-19 para impulsar la reducción de tarifas mediante acuerdos plurilaterales o determinar el futuro de la OMC y reiteró su respaldo a mantener los principios de economía de mercado. La advertencia reitera otra vez la oposición de los Estados Unidos a los acuerdos multilaterales y el avance en una reforma de la OMC sin consensos.

El endurecimiento de los Estados Unidos refleja las manifestaciones de Donald Trump, pero también de los representantes republicanos en el Congreso. El proyecto de resolución presentado por el senador Josh Hawley pidiendo el retiro de la OMC constituye un ejemplo de la prédica nociva y si bien no tiene posibilidades de aprobarse sirve para apoyar las presiones de la Casa Blanca contra el organismo.

Los miembros de la OMC iniciarán un proceso de negociación para reemplazar a Robert Azevedo. El principio de regionalidad indicaría que un candidato africano tendría mayores posibilidades; los miembros africanos también representan la mayoría entre los 164 miembros. Los candidatos posibles de ese origen son el egipcio Abdelhamid Mamdouh, quien fuera director de la División de Servicios, y el nigeriano Yonov Frederick Agah, actual director general adjunto. La designación de un director general afín a la burocracia del organismo repetiría las características que llevaron al nombramiento de Robert Azevedo. El conocimiento sobre el organismo agiliza el funcionamiento, pero no es suficiente para navegar en una coyuntura de alta complejidad donde hace falta el empuje político para volver a recrear el prestigio de la OMC y exigir el respeto a los compromisos, construir acuerdos y solucionar los conflictos comerciales.

La nominación del próximo director general dependerá de las posibilidades de consenso que puedan alcanzar los Estados Unidos, China y la Unión Europea no sólo sobre el candidato sino también sobre la reforma de la OMC. Las elecciones en los Estados Unidos en noviembre próximo podrían demorar las decisiones ante las posibilidades de un triunfo demócrata con una visión más amistosa hacia el multilateralismo. En este arduo proceso será difícil que América Latina pueda unificar su posición ante las diferentes miradas sobre una mayor apertura para facilitar el comercio internacional y volverá a ser un espectador más en las decisiones internacionales.

El autor es Licenciado en Economía Política (UBA), Master in Economics (University of Boston) y fue embajador argentino en Tailandia. Es Miembro Consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)