La Argentina enfrenta la triple cuarentena: sanitaria, económica y ahora financiera

Sobre llovido mojado. El presidente Alberto Fernández comenzó su gestión con una economía aplastada por una estanflación muy difícil de superar, y el exceso de endeudamiento, y se le sumó el coronavirus COVID-19

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La economía enferma llegaba, con todo el cuerpo comprometido y el alma desangelada, al respirador de una nueva actitud de la política económica, y se sumó la pandemia (Reuters)
La economía enferma llegaba, con todo el cuerpo comprometido y el alma desangelada, al respirador de una nueva actitud de la política económica, y se sumó la pandemia (Reuters)

La economía enferma llegaba, con todo el cuerpo comprometido y el alma desangelada, al respirador de una nueva actitud de la política económica. Esta era la economía a diciembre de 2019. La herencia que dejó Mauricio Macri y su nefasto “mejor equipo de los últimos 50 años” que dejó en evidencia aquello que “lo que natura no da Salamanca no presta”.

Vale la pena repetirlo: somos un país preñado de recursos, pero incapaz en los últimos 45 años, y no antes, de dar a luz una sola idea que sea capaz de explotarlos armoniosamente. Hasta el viento de cola más generoso del Siglo pasó sin dejar rastro de progreso. La respuesta es la economía que dejó Cristina Kirchner.

Mauricio Macri heredó un desastre. Pero, prolijamente, le agregó a ese colosal problema, la deuda pública externa protagonista de estos días gracias a la oferta que lanzó Martín Guzmán. La deuda remite a que se está ante una tercera cuarentena. La cuarentena financiera internacional que origina el estado actual, que en palabras del presidente Alberto Fernández es un default virtual, y que en pocas semanas puede convertirse en default liso y llano.

Somos un país preñado de recursos, pero incapaz en los últimos 45 años, y no antes, de dar a luz una sola idea que sea capaz de explotarlos armoniosamente. Hasta el viento de cola más generoso del Siglo pasó sin dejar rastro de progreso

Repasemos: la primera cuarentena fue la sanitaria. Inevitable para evitar el contagio masivo y proporcionar el ritmo de la enfermedad a la capacidad del sistema de salud.

Los actos del gobierno han estado dirigidos a resolver la carrera contra el virus en la que, por ahora, las camas y los respiradores crecen a mayor velocidad que los enfermos graves. En días la velocidad del contagio se acelerará y la ventaja de camas contra virus se achicará. Hay que pasar el otoño y algunos dicen, también el invierno cuando llega la tropa de virus vacunables.

La segunda cuarentena, derivada, es la económica. Hoy funcionan las actividades esenciales y se le han agregado algunas otras. Como consecuencia de la presión natural por “generar valor” en esta semana se habrán de poner en marcha, ceñidas a protocolos que sólo Dios sabe si se cumplirán, un conjunto de nuevas actividades.

Y además, como el virus ha sido clemente con algunas regiones se podrán liberar esas áreas privilegiadas. Habrá un incremento de la actividad, bueno para la economía y riesgo para el contagio.

La actividad bancaria fue una de las primeras en ser declarada esencial, con protocolo (Nicolás Stulberg)
La actividad bancaria fue una de las primeras en ser declarada esencial, con protocolo (Nicolás Stulberg)

De ahí que la Ciudad de Buenos Aires convoque a la “cuarentena vertical”: los mayores de 70 tendrán que pedir permiso para salir porque son candidatos a necesitar el respirador, la cama de terapia, el equipo médico. Con la circulación del virus el riesgo del colapso sanitario aumenta. Nadie quiere eso. Es difícil. En estas controversias todo tienen razón. La razón ciudadana no siempre es la razón del conjunto.

Desde el jueves 16 de abril el país comenzó a enfrentar la salida o entrada, con todo, a la cuarentena financiera internacional. Si se cayera en default no habría nada que se pudiera esperar de afuera para alivianar el peso de la salida de la recesión y hay poco para hacerlo desde adentro, y menos en el desierto de ideas que obnubila.

Si se cayera en default no habría nada que se pudiera esperar de afuera para alivianar el peso de la salida de la recesión y hay poco para hacerlo desde adentro, y menos en el desierto de ideas que obnubila

La presente cuarentena financiera internacional comenzó en el mismo momento en que irresponsablemente Mauricio Macri (quien declaró que endeudarse era una locura) salió en estampida a inundar la plaza de especuladores voraces y a “taparles la boca” con el barbijo de la deuda externa.

A puro pedal “los inversores” se llevaron los dólares y la deuda quedó de tal manera que el sistema financiero decretó, por enésima vez, la cuarentena virtual de crédito que hoy padece la Argentina. Nadie le presta. Los bonos cotizan a 25% de su valor facial. Los buitres comprarían para litigar. Los bonistas no los vendieron a la espera de una propuesta de pago creíble que supere esa cotización.

El jueves 16 de abril Martín Guzmán anunció una quita del capital adeudado de 5,4% y una muy fuerte reducción de los intereses (62%) originalmente pactados
El jueves 16 de abril Martín Guzmán anunció una quita del capital adeudado de 5,4% y una muy fuerte reducción de los intereses (62%) originalmente pactados

El jueves 16 de abril Martín Guzmán anunció una quita del capital adeudado de 5,4% y una muy fuerte reducción de los intereses (62%) originalmente pactados. La propuesta es pagar el 94,6% del capital adeudado y hacerlo con una tasa de interés promedio de 2,33% anual y comenzar a pagar en 2023. Pronto se sabrá si se entra en cuarentena financiera con default declarado, o se levanta el aislamiento para continuar accediendo a financiaciones normales para el sector privado. El público querrá y deberá esperar.

Escasez estructural de divisas

La falta de dólares es el disparador de todas las recesiones en la Argentina y origen de los mayores golpes inflacionarios que reconocen en la “la restricción externa” su origen primigenio. Esa restricción estructural profundizada no es otra cosa que la sintomatología de una economía desindustrializada ex profeso, en aras del “progreso”, por los elencos ministeriales formados por la misma troupe que desde hace cuatro décadas repiten el mismo canon de “lo que hay que hacer aprendido en las aulas” que está muy lejos del canon de lo que hacen las economías de esos países desde que adquirieron la velocidad del desarrollo.

Razón de más para cuidar, en esta emergencia, a las empresas e impedir la, de otra manera, inevitable desorganización del capital si todo queda librado a las decisiones del mercado. Emmanuel Macron aclaró que en Francia se han “nacionalizado los salarios” ante el fallido del sistema que implica la prohibición de agregar valor.

Lo único cierto en la experiencia del desarrollo económico capitalista es que con esas recomendaciones universitarias aplicadas no se crece. Y que para crecer hay que cambiar el ritmo y la dirección de las cosas. Si así no fuera el desarrollo sería una consecuencia natural de lo que deciden los mercados en condiciones de la apertura recomendada y así no fue en ningún país que haya crecido y se haya desarrollado. Se puede elegir cualquier momento de la historia de cada país y hacer la cuenta.

La falta de dólares es el disparador de todas las recesiones en la Argentina y origen de los mayores golpes inflacionarios que reconocen en la “la restricción externa” su origen primigenio

Desde que aterrizaron los primeros “chicago boys” la deuda ha sido el final y el principio de todos los gobiernos desde 1975 a la fecha.

La oferta que hizo el ministro Martín Guzmán será descontada, por los acreedores, a una tasa de interés estratosférica (¿12%?) determinada por el espíritu de castigo que domina la mirada de los bonistas y una – razonable – mezcla de desconfianza por el récord del país que, como cantó Carlos Gardel, se resume en “hoy un juramento, mañana una traición”. Si la descontaran a la tasa que hoy paga el Tesoro americano, otra sería la “quita” calculada.

Lo que es ridículo es descontar a una tasa que nadie podía conseguir con alguna probabilidad de cobro. La tasa del 12% es hoy una tasa de usura. Países con mucha menos solvencia económica que la Argentina se están financiado al 2% anual.

Martín Guzmán asumió la tarea de resolver el problema generando “confianza” con un programa de pago “sustentable” económica y políticamente. Lo que él traduce en que, para pagar, no hay que provocar la caída del poder de compra de la masa salarial, ni en el empleo, ni la caída del gasto público en salud, educación y atención y mejora de la vida del ejército de postergados. Propone un flujo de pagos que pueda cumplir.

Hace pocos días el presidente Emmanuel Macron le recordó al Financial Times que, “la economía es una ciencia moral”. No hay que olvidarlo. Claro que, aún con el apoyo de Washington, los términos de la negociación, deberán satisfacer las condiciones de un programa económico para salir de la cuarentena financiera. Lo que debería ocurrir después de la económica y de la sanitaria.

La economía de la deuda no es una buena ruta

La clave de ese programa es que debe cambiar de manera definitiva la reputación de la economía argentina, es decir dejar de ser la “economía para la deuda” que es desde hace 45 años. Estancamiento (0,58% de crecimiento anual del PBI por habitante) e inflación galopante.

El largo plazo del país es una historia de estanflación, salir de ahí es salir de la “economía para la deuda” y ese es el único programa que puede terminar con la cuarentena financiera. Entonces, se podrá acceder al mercado de deuda internacional, justamente porque no lo necesitaremos: la paradoja del éxito.

Una nota al pie: si termina el modelo de “economía para la deuda” se sabe que hay USD 300 mil millones de residentes argentinos que podrían inundar el país de capitales atraídos por el potencial criollo. El dilema es que, si ocurre de golpe, se pasaría a sufrir de una nueva y original enfermedad holandesa. Pero eso es un deseo, y hay que volver al mundo real.

Si termina el modelo de “economía para la deuda” se sabe que hay USD 300 mil millones de residentes argentinos que podrían inundar el país de capitales atraídos por el potencial criollo (Reuters)
Si termina el modelo de “economía para la deuda” se sabe que hay USD 300 mil millones de residentes argentinos que podrían inundar el país de capitales atraídos por el potencial criollo (Reuters)

En ese programa que Martín Guzmán debe: las proyecciones de las finanzas públicas y de la evolución de la producción y la balanza de pagos, deben hacerse explícita la capacidad de pago a comprometer. Claramente es un artículo de fe y este es el credo de la economía del futuro. ¿Cuál es? La actividad económica de la Argentina tiene que crecer y mucho. Hay que pensar en un 5/6 % de promedio anual acumulativo, como mínimo. Y las exportaciones crecer mucho más, exige transformar la estructura de la demanda global dando mucho mayor peso a las ventas al resto del mundo y a la inversión reproductiva.

La actividad económica de la Argentina tiene que crecer y mucho. Hay que pensar en un 5/6 % de promedio anual acumulativo, como mínimo. Y las exportaciones crecer mucho más

Las cuentas negativas de servicios del Balance de Pagos deben desplomarse y además reducir dramáticamente las importaciones de la industria. Todo ello en el marco de una economía mundial que dejará de comprar y querrá vender. Y además deberá lograr un generoso superávit de las cuentas públicas que requerirá reducir el gasto improductivo, el sobre empleo público y los pagos de transferencia nacidos al amparo del clientelismo ramplón de los cientos de miles de mutilados de una guerra que no existió y los jubilados de la mínima que son, muchos de ellos, candidatos a pagar el impuesto de los millonarios, o casi.

¿Exageración? Es la manera de ponerlo claro para que este gobierno, o alguien, se ponga las pilas y empiece a pensar en un futuro digno por sus objetivos y sus instrumentos. La suma de esos objetivos es un rumbo y los instrumentos para llevarlos a cabo forman el programa.

Pero nada se logrará sin multiplicar las inversiones productivas y ellas sólo se convocan, en un mundo de incentivos para la inversión, proponiendo las posibles y generando un colchón de normas para el desarrollo y no para impedirlo.

Lo bueno de este Gobierno es que algunos de sus miembros lo entienden, aunque no podrán gambetear fácilmente le rémora del sentido común anti producción instalado en las cabezas de la dirigencia nacional que no es consciente que la mayor parte de las ideas instaladas son propias de un proyecto ajeno que es el de construir una Nación.

Sí, hay proyectos ajenos que tiene lobby y se hacen escuchar y son los que han gobernado todos estos años. El proyecto de los concesionarios es compatible con el de la globalización conducidas por las multinacionales que esta enorme crisis ha desnudado y que es incompatible con el desarrollo.

Mientras se sueñan esos posibles, la realidad está dominada por otras dos cuarentenas. La sanitaria y la económica. Tres cuarentenas y un solo gobierno. Difícil.

Riesgos de cortocircuitos

No todo es negativo. El dato duro de la pandemia es el número de muertos y ese dato dice que en la Argentina son la mitad de los de Corea del Sur que tiene un 25% más de habitantes y ha superado los balbuceos del desarrollo económico.

En 1975 el PBI local era el doble del de Corea del Sur; y hoy (2018) es sólo un tercio, producto que se industrializó, mientras la Argentina se primarizó en nombre del “progreso y la modernidad”.

En 1975 el PBI local era el doble del de Corea del Sur; y hoy (2018) es sólo un tercio, producto que se industrializó, mientras la Argentina se primarizó en nombre del “progreso y la modernidad”

El éxito sanitario de la Argentina es la consecuencia de la cuarentena. ¿Está condenada a mantener la cuarentena económica hasta tener la certeza que el número de muertos no va a pegar una brusca acelerada? Se sabe que de esa zona de confort sanitario se tendrá que salir antes que la parálisis de la economía amenace rebelión social y todos se perciban sanos y salgan a la calle y previamente hayan practicado la rebelión fiscal integral.

La economía puede terminar con la cuarentena sanitaria antes que el control de la pandemia permita poner la economía en marcha. La sobrecarga de un circuito se quema por el fusible. El conflicto en la vida económica y social también.

En lo social los eslabones débiles son los sectores más desprotegidos; y en lo económico ese eslabón es la interrupción de la cadena de pagos. La mecha del extremo social es el 40% de pobres y las familias sobreviviendo en un hábitat difícil de soportar.

En lo social los eslabones débiles son los sectores más desprotegidos; y en lo económico ese eslabón es la interrupción de la cadena de pagos. La mecha del extremo social es el 40% de pobres y las familias sobreviviendo en un hábitat difícil de soportar
En lo social los eslabones débiles son los sectores más desprotegidos; y en lo económico ese eslabón es la interrupción de la cadena de pagos. La mecha del extremo social es el 40% de pobres y las familias sobreviviendo en un hábitat difícil de soportar

La mecha del extremo económico es la incapacidad de cumplir obligaciones y barre a todo el espectro de unidades productivas, la mayor parte -incluidas las grandes- sin capital de trabajo que soporte el pago de sueldos, cancelar cuentas pendientes, sin facturar porque está prohibido trabajar. En esa situación está la inmensa mayoría de las unidades de producción excluyendo las “esenciales” que soportan porque siguen en operación.

Para contener la carga del fusible social el Gobierno está privilegiando la contención, en la que no hay vacilaciones ni reparos, que está funcionando y la vocación por escuchar está disponible. La visita de los “curas villeros” y de otros referentes prueba el oído atento.

Pero la contención del fusible económico es todavía muy débil. Para las decisiones con un horizonte más largo es imprescindible escuchar el mensaje de los responsables de la política económica en términos precisos. Y escucharlos a ellos. Eso no está. Si el Gobierno cree que está, poco importa porque lo único que sí importa es lo que perciben los que están esperando esa palabra. El silencio apesta.

Es imprescindible escuchar el mensaje de los responsables de la política económica en términos precisos. Y escucharlos a ellos. Eso no está

La conclusión es que es imprescindible el anuncio de una estrategia para la “administración de la cuarentena sanitaria” como lo es también el anuncio concomitante de la “administración de la recesión mientras la cuarentena dure”.

¿Qué debería contener ese programa? ¿En qué soporte político y económico debería sostenerse para llevar su credibilidad, la confianza, al máximo posible? El primer paso es la convocatoria a los sectores sociales y económicos y a los líderes de los ejecutivos provinciales y de la oposición en el Parlamento, a un consenso para “administrar la recesión”.

La buena noticia es que lo que se puede consumir -porque está disponible la comercialización- la Argentina lo produce sin restricción: no puede haber presión de demanda sobre alimentos y en general sobre lo básico, porque existe una enorme capacidad de oferta.

El autor fue subsecretario de Economía del ministro José Ber Gelbard en 1974, uno de los que redactó ese plan, además de escritor, autor del libro “Economía y política en el tercer gobierno de Perón”, y profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA

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