Deuda: por fin un propuesta novedosa

Compartir
Compartir articulo
infobae

Cuando en el mes de diciembre del año anterior, el presidente Alberto Fernández presentó a su futuro ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo que su principal tarea sería la reestructuración de la deuda pública argentina.

Guzmán, una vez en funciones, nos dijo que trabajaría para presentar una propuesta de reestructuración “novedosa e inédita” y que no venía a llevar a cabo un planteo de los habituales en materia de deuda. El ministro fue más allá y dijo: “Vamos a sentar un precedente en esta materia”.

El jueves 17 conocimos los principios generales de la oferta que la Argentina ha realizado a los acreedores externos, en 21 bonos emitidos bajo legislación extranjera.

Y aun teniendo que esperar detalles técnicos, a mi entender (no soy un experto), haciendo un primer análisis político/económico y social, el ministro cumplió. La propuesta es novedosa, inédita y cambia sustancialmente la manera de ver y buscar una solución a nuestro recurrente endeudamiento externo. Seguramente quedan aún 30 días de negociación y se verá cuál es el resultado final.

¿Qué es lo inédito? Las negociaciones o reestructuraciones de nuestra deuda en general siempre siguieron los manuales tradicionales: ofrecíamos una quita de capital y algo de intereses, extensión de plazos y bonos nuevos con una tasa de interés, ligada al crecimiento u otros índices, o directamente tasas más altas que la que tenían los títulos reestructurados.

En consecuencia, parecía que bajábamos nuestra deuda nominalmente, pero como el interés que pagamos era muy alto, rápidamente nuestra deuda volvía a crecer, nos volvíamos a endeudar y más tarde o más temprano de vuelta al borde del default y/o acudiendo al auxilio del FMI.

Esta vez es distinto. Poca quita de capital, 5%, es decir reconocer lo que nos prestaron, y mucha quita de pago de intereses, el 62% (estábamos pagando promedio 8% en dólares, una usura). Pagaremos tasa futura media del 2,2% y período de gracia de tres años.

Sé que algunos me replicarían: “Pero no bajamos el gasto, gastamos más de lo que podemos etcétera, ¡y el costo de la política!”.

Sí, eso también hay que reestructurarlo, pero en el marco de un diseño de política económica que se focalice en el crecimiento y el desarrollo productivo y produzca un profundo ajuste en el sistema financiero local, que en nuestro país es mucho más caro aun que nuestro pésimo sistema impositivo.

Hoy estamos donde estamos y llorar sobre la leche derramada no tiene ninguna perspectiva positiva; es solo un muro de lamento que no lleva a ninguna parte.

El problema central a resolver es nuestro altísimo nivel de endeudamiento externo, que si no se resuelve adecuadamente condiciona cualquier posibilidad de futuro y además en medio de una emergencia sanitaria fruto de una pandemia mundial.

Esto recién comienza y seguramente en los próximos días conoceremos los aspectos más técnicos de esta reestructuración, sobre la cual habrá mejores especialistas y con más conocimientos económicos que yo para explicarla, y bienvenido sea.

Pero desde el aspecto político y del rumbo a transitar, primero, el ministro desde un comienzo dijo lo que pensaba hacer y lo hizo. Cumplió.

Y segundo, desde mi opinión, podemos estar ante un cambio sustancial en los paradigmas de nuestras antiguas recetas económicas. Tal vez estemos comenzando a vislumbrar una modificación de los parámetros económicos mundiales, donde las desigualdades socioeconómicas y los procesos migratorios actuales se hacen insostenibles en términos humanitarios.

Crecen permanentemente los niveles de marginalidad y exclusión social de un inmenso número de personas en vastas regiones del mundo.

La humanidad ha realizado enormes avances en materia de Derechos Humanos luego de la segunda guerra mundial, pero todavía falta un largo tramo para consolidarlos. Podemos estar ante una oportunidad que la “peste” de hoy nos está brindando.

Si restauramos valores y principios de convivencia social y solidaridad, tal vez podamos aspirar a un futuro mejor para la mayoría de los pueblos del mundo.

El autor fue defensor del Pueblo de la Nación