Un juez idóneo con una capacidad de trabajo inagotable

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El juez Claudio Bonadio (NA)
El juez Claudio Bonadio (NA)

Siempre tuve, respecto de él, apreciaciones contradictorias. Llegó al Poder Judicial, contrariamente a lo que por entonces era costumbre, desde el Poder Ejecutivo ejercido por un Carlos Saúl Menem, personaje que nunca fue de mi agrado institucional (venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, por ejemplo, indultos a militares involucrados en el tramo 1976/83, por ejemplo también). No funcionaba por entonces el Consejo de la Magistratura y por lo tanto el auspicio para la designación de Bonadio como juez partió derechamente desde el menemismo. Se sabe que Menem fue una de las variantes de un peronismo que ha tenido diversas expresiones, entre ellas la de Néstor y Cristina Kirchner. La variable peronista que Cristina ha significado tuvo en Bonadio, sin embargo, un empeñoso investigador cuyos empeños derivaron en notable cantidad de procesamientos de la ex Presidenta y de los hijos de ella. La simplificación gestaría este interrogante respecto del juez hoy fallecido: ¿acaso peronista en la variable Menem y acaso antiperonista en la variable del peronismo kichnerista?

Tuve con él algún encontronazo por lo que no nos éramos recíprocamente simpáticos. Ha fallecido y exponer cuestiones personales respecto de quien no tiene posibilidad de réplica es definitivamente inmoral. No lo es, en cambio, poner en alta voz su importante capacidad de trabajo. En lapsos más breves que los que insumen otros jueces de Comodoro Py, Bonadio era capaz de redactar providencias importantes, procesamientos difíciles, volcados en cantidad numerosa de carillas judiciales. Y sin ser un doctrinario del Derecho Penal –virtud que no se le pide a los jueces de Comodoro Py, pero a quienes se les reclama energía, ecuanimidad, conducta inmaculada- Bonadio exhibía esa capacidad de trabajo que cumplía con la exigencia de “idoneidad”. Sustantivo –el de la idoneidad- que reclama la Constitución en su artículo 16 para todo el que ejerce la función pública. Reclamo que vengo percibiendo desde hace mucho tiempo que es poco escuchado.

Supe de su esfuerzo notable frente a la causa de mayor peso en la historia judicial de la corrupción en nuestro país. Sí: me refiero a la causa de los cuadernos, donde además de escribir y mucho, tomaba entrevistas y audiencias de un buen montón de temerosos. Algunos de los cuales, sin estar individualizados en los cuadernos, ponían las barbas en remojo por vía del arrepentimiento prefiriendo autoculparse apareciendo temprano, en lugar de ser convocados con motivo de la catarata de pruebas de las que nos fuimos anoticiando.

Para muchos, el juez Claudio Bonadio mereció consideración y estima. Quizás para varios de estos muchos, era buena carta de presentación que Bonadio gestara repulsa entre los que no merecían aplauso.

El autor es abogado y presidente Honorario de la Asociación Civil Anticorrupción.