La inadmisible complicidad del Gobierno con la dictadura de Maduro

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Elisa Trotta (Adrián Escandar)
Elisa Trotta (Adrián Escandar)

La dictadura de Nicolás Maduro asestó un nuevo golpe contra la Asamblea Nacional de Venezuela, haciendo lo que hacen los tiranos: usar la fuerza como única herramienta.

Maduro produjo dos sitios al edificio del Parlamento -el primero con éxito y el segundo infructuosamente- para impedir la entrada de diputados opositores y del propio Juan Guaidó, a quien casi 60 países reconocen como presidente interino y por el que votaron 100 legisladores de la oposición. Este hecho fue nuevamente condenado de manera categórica por la comunidad internacional.

Las fuerzas militares de la dictadura venezolana reprimieron en la calle a los opositores para que no puedan votar a las nuevas autoridades de la Asamblea. Mientras tanto en el hemiciclo se desarrollaba una puesta en escena, que pretendía nombrar como nuevo presidente a Luis Parra por medio de pantomimas ceremoniales violatorias de todas las normativas y de la propia Constitución de Venezuela. Los diputados que defienden la democracia no pudieron acceder al Parlamento y fueron, en muchos casos, golpeados y atacados.

Actualmente la resistencia democrática en el Parlamento suma 2 diputados encarcelados, 35 exiliados, decenas de perseguidos y todos privados de su inmunidad parlamentaria.

La violencia desatada por el régimen venezolano fue tan rotunda que obligó a las propias autoridades argentinas, a través del Canciller Felipe Solá, a pronunciarse contra la actitud de Maduro. Las declaraciones -si bien son un avance en comparación al silencio cómplice que mantuvieron hasta ahora- no llegan a tomar real conciencia de lo que significa una dictadura, palabra que en ningún momento utilizan.

El comunicado expresa que “lo ocurrido resulta un nuevo obstáculo para el pleno funcionamiento del Estado de Derecho”. Pareciera que para el presidente Alberto Fernández la palabra obstáculo es suficiente para describir la violación sistemática a los derechos humanos, la tortura, los tratos inhumanos, la falta de libertades de prensa y opinión, la persecución y el encarcelamiento a opositores, las ejecuciones extrajudiciales, la emergencia sanitaria de gran parte de la población, las cárceles en situación de esclavitud o el éxodo de más de 4 millones de personas.

El “obstáculo” al que se refiere el comunicado oficial intenta proponer una falsa tercera vía que resulta un insulto para la tradición democrática y la defensa de los derechos humanos de nuestra diplomacia. Frente a momentos de incertidumbre internacional, Argentina no debe repetir errores históricos de falsa neutralidad. Por el contrario, es fundamental que prioricemos alianzas con los países democráticos del mundo que respeten la dignidad de las personas sobre cualquier ideología, fundamentalismo o fanatismo.

La dictadura de Maduro rompió todos los límites posibles, agotó todas las instancias de negociación, sin intermediación y con intermediación (Unión Europea, Vaticano, Unasur, etc.). No respeta el voto popular, ni la división de poderes, la independencia judicial o las reglas básicas de toda democracia.

Debemos llamar las cosas por su nombre: Venezuela sufre una dictadura militar feroz, comparable a los peores regímenes de la historia latinoamericana. Maduro es la cara visible de un régimen totalitario y responsable de una de las peores crisis humanitarias que vivió nuestro continente. Pero no es el único responsable, atrás están los cómplices y los neutrales, los que guardan silencio o no denuncian.

A pesar de la burda maniobra de Maduro carente de todo valor jurídico, la Asamblea Nacional reeligió a Juan Guaidó como su máxima autoridad. Instamos al gobierno argentino al reconocimiento claro y contundente de la autoridad legítima del Presidente (E) Guaidó y sus representantes en nuestro país. La reciente quita de las credenciales que acreditaban ante el Estado Argentino como embajadora representante del Presidente de la Asamblea Nacional y presidente Encargado de Venezuela a Elisa Trotta Gamus es un paso más en la dirección equivocada que demuestra la ambigüedad y complicidad del gobierno argentino con la dictadura.

Los argentinos tenemos un deber con los miles de exiliados venezolanos que hay en nuestro territorio. Tantos jóvenes, niños, mujeres y hombres que buscan una segunda oportunidad en Argentina merecen una respuesta a la altura de las circunstancias de parte de nuestras autoridades.

El autor es diputado nacional Juntos por el Cambio, jefe de Bloque de la CC ARI