El gesto que los argentinos necesitan

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Mauricio Macri y Alberto Fernández (Esteban Collazo/Frente de Todos)
Mauricio Macri y Alberto Fernández (Esteban Collazo/Frente de Todos)

En su larga saga de traspiés, la democracia argentina siempre encontró un gesto, un símbolo en el cual guarecer, amparar, el tejido de futuros acuerdos.

Luego del golpe que derrotó a Juan Domingo Perón en 1955, fue recién en la década del ’70 que Perón y Balbín se abrazaron, algo que quedó como legado histórico para futuras generaciones. Para los contemporáneos a ese abrazo, fue un gesto que llegó tarde. Al igual que “este viejo adversario despide a un amigo”, que fuera aniquilado por el proceso de reorganización nacional. Pero ambos gestos quedaron como norte para una Argentina por entonces sin guía de futuro. Llega el Dr. Raúl Alfonsín y la recuperación democrática, la cual se consolida en 1985 con el Juicio a las Juntas. A tal punto se consolida que resistió el alzamiento carapintada. Sucesivos desaciertos económicos. Empobrecimiento creciente. Corrupciones en aumento. Todo eso hasta hoy, donde el sistema democrático nunca más estuvo en duda. Sí en deuda.

En 2015 el gesto fue el no gesto. No hubo transmisión de mando entre la presidenta Kirchner y el presidente electo Macri.

Este año, al día siguiente de las PASO, la destemplanza del presidente Macri por el resultado adverso produjo un nuevo golpe al tejido social argentino, ayudando la devaluación de por medio, a construir el 40.8% de pobres con que termina hoy su gestión. Sin embargo, el gesto de la reunión el 28 de en la Casa Rosada no retrotrajo las consecuencias de aquel error –en lo humano, entendible; en lo político, no-, pero no lo profundizó.

Finalmente y con un gran actor convocante, la Iglesia y los cultos argentinos, este domingo en la Basílica de Luján pareció que finalmente los efectos de aquel abrazo entre Perón y Balbín encontraban continente –y ojalá también contenido- en los presidentes Alberto Fernández y Mauricio Macri.

La herencia del hambre marca el fracaso del gobierno saliente. Resolverlo es el desafío del gobierno entrante. No resultará sencillo. Si como dijo el presidente Fernández “el Estado todo está dispuesto a priorizarlo y abocado a resolverlo”, es probable que el primer paso sea que la pobreza no se incremente. El segundo paso debería consistir en la aprobación por el Congreso de los instrumentos con los que se trabaje para lograrlo. Si el Consejo Económico y Social tendrá autoridades que pervivan al mandato de los sucesivos presidentes, es probable que en una década el peor flagelo, el más injusto que atraviesa a la Argentina, se reduzca significativamente.

Alberto Fernández se autodenomina “el porteño más federal de la Argentina”. Deberá el Presidente entonces trabajar para que los centralismos perniciosos que también anidan en cada provincia sean superados por la horizontalidad de oportunidades que los federalismos bien entendidos permiten.

Sin lugar a dudas, el nombramiento del ministro de Economía Martin Guzmán es el más significativo: un joven de 38 años, académico de una universidad norteamericana de primer nivel, con una perspectiva diferente y fresca. Dispuesto a demostrar que la economía clásica de la escuela de Chicago está equivocada. Tiene en esto una misión que supera a la misma Argentina. Dada su falta de experiencia en la gestión, ha nombrado a Raúl Rigo en Hacienda. En 2002 Remes Lenicov lo había designado como segundo de Oscar Lamberto. Sabe de qué se trata. El resto del gabinete está compuesto por hombres y mujeres de probada idoneidad en lo público. El beneficio de la duda recae en Malena Galmarini y en Juan Cabandié, la primera en la conducción de AySA y el segundo en lo ambiental. Otro signo de interrogación acompaña la designación del secretario de Energía, el misionero Sergio Lanziani. Es un profesional con antecedentes en lo nuclear, pero alejado del mundo del gas y del petróleo, recursos claves para la búsqueda de los dólares que tanto necesita nuestro país. No se le conoce el equipo que lo acompañará. Dependerá de quienes lo integren para contemplar las falencias citadas. El fiel de la balanza será la AFI: al cierre de este análisis no se conocía su titular y los cambios que el presidente Fernández estaría analizando implementar en ella.

El ex presidente Macri decidió estrechar acuerdos con Rodríguez Larreta para trabajar juntos. Como ya hemos dicho, Rodríguez Larreta, quien luego de asumir en el día de ayer no tiene reelección y ya constituyó su mesa nacional 2023. Es el único territorio político del PRO que conserva Macri. Parte del acuerdo entre ambos dirigentes fue la promesa del hasta hoy Presidente de los argentinos, de no interponerse en las aspiraciones presidenciales de su ex jefe de Gabinete de Ministros.

El presidente Macri, al inaugurar su presidencia, solicitó que su gestión fuera evaluada por los logros que pretendía obtener en la reducción de la pobreza. Como es de público conocimiento, el 40% de los argentinos, a la hora del voto, ignoró tal petición. Posiblemente el aumento de la pobreza sea multicausal. No obstante, algunos datos. Los argentinos consumían en 2015 217 litros de leche per cápita por año; hoy se redujo a 133 litros. El salario mínimo vital y móvil representaba entonces USD 580; hoy se redujo a USD 280. La pregunta es: ¿con qué plata podrá el nuevo gobierno reactivar el consumo? Es cierto que durante el gobierno del presidente Macri los argentinos se refugiaron en el dólar en aproximadamente un billón de pesos, plata que por ende no fue al consumo. La clave para revertir esta situación se define con una sola palabra: confianza. De lograrla, es probable que la cara de Washington vaya al peso criollo, tan necesario hoy para encender el círculo virtuoso de la producción, consumo y trabajo.

El bastón de mando presidencial que acompañará la gestión de Alberto Fernández está confeccionado con madera de urunday, árbol originario del Chaco. Una madera utilizada en el trabajo rural por su resistencia, porque no se deforma, porque no se corrompe. La naturaleza acerca el gesto que los argentinos tanto necesitan.