Hacia un consejo económico y social

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Alberto Fernández junto a los principales dirigentes de su espacio político
Alberto Fernández junto a los principales dirigentes de su espacio político

Nunca un gobierno tiene por delante una oportunidad tan extraordinaria para avanzar como en el primer día su gestión, cuando su asunción concita naturalmente las expectativas favorables de la inmensa mayoría de la sociedad. Acertar en el punto de partida resulta entonces una condición indispensable para el éxito.

De allí la importancia que adquiere la concreción inmediata de la iniciativa de crear un Consejo Económico y Social, con la participación de las entidades representativas de la producción y del trabajo y con una activa participación de las distintas organizaciones de la sociedad civil, pilares fundamentales para la construcción de una comunidad organizada.

Porque la situación que atraviesa hoy la Argentina torna imprescindible, antes que nada, una amplia convocatoria a la concertación, no sólo para resolver los problemas derivados de la actual emergencia económico-social, sino también para establecer un rumbo estratégico, inspirado en una visión de largo plazo, capaz de guiar el destino nacional más allá de los gobiernos de turno.

Estos acuerdos básicos, transformados en políticas de Estado, garantizarán la estabilidad de las reglas de juego, reducirán la conflictividad social y evitarán la reiteración traumática de los cambios bruscos y cíclicos que destruyen la credibilidad y la confianza.

Ninguno de los graves problemas estructurales de la Argentina puede resolverse en el lapso de una gestión gubernamental. Todos exigen estrategias de mediano y largo plazo. Sólo esa continuidad en la acción puede impedir que la natural y deseable oscilación del péndulo de la política suponga volver periódicamente a fojas cero, con la consiguiente frustración de las expectativas colectivas.

Esa concertación no puede ser un estéril juego de suma cero. Requiere la inteligencia y la creatividad política necesarias para encontrar coincidencias básicas y promover consensos que beneficien el interés general. Tampoco puede ser utilizada, según ocurrió en el pasado reciente, como el recurso desesperado de gobiernos en situaciones de crisis que intentan transferir a otros el fracaso de su gestión.

Por tal motivo, el diálogo y la concertación no pueden quedar librados, ni en su agenda ni en su oportunidad, al arbitrio de cada gobierno. Es imprescindible crear canales institucionales que lo conviertan en una práctica ineludible y permanente. En este punto surge el rol relevante que corresponde al Consejo Económico y Social.

Existen sobrados y sólidos antecedentes, en el mundo y en la Argentina, para elaborar la legislación correspondiente. El año pasado, desde el Foro del Peronismo del Siglo XXI difundimos un anteproyecto de ley sobre el tema, que fue recogida en otras iniciativas posteriores. Este año, Roberto Lavagna promovió un proyecto que establece con claridad las características, las funciones y el criterio de integración de un organismo de esa naturaleza.

Ningún momento es más propicio que el actual para impulsar una iniciativa semejante. De allí que no se trate solamente de una cuestión importante, sino también acuciantemente urgente. Como tal, exige ser tratada en las próximas sesiones extraordinarias del Congreso Nacional.

El autor es Miembro del Foro del Peronismo del Siglo XXI.