Aumentar la productividad, el principal desafío

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El presidente electo Alberto Fernández (REUTERS/Luis Cortes)
El presidente electo Alberto Fernández (REUTERS/Luis Cortes)

Quitando la renegociación de la deuda, que es un tema “de una sola vez”, los desafíos del próximo presidente son los mismos que los del presidente actual, ¡y del que luego vendrá! Todos se resumen en aumentar la productividad argentina.

Tal vez suene a simplificación, pero si se desea combatir la inflación, reducir la pobreza, eliminar conflictos sociales, el “instrumento” que nos acerca a todos esos objetivos es el aumento en productividad. Si se produce más y mejor, con menos recursos, habrá crecimiento. Con crecimiento será más fácil solucionar los graves problemas de precios relativos que tenemos en Argentina. Es de destacar que el crecimiento es el resultado, y no el instrumento.

Por varios años el motor de la economía deberán ser las exportaciones. Permiten vender a mercados con gran capacidad de pago, podemos producir más y reducir costos al producir en grandes cantidades (economías de escala), orientan las inversiones hacia los sectores en mejores condiciones de sobrevivir y asimismo generan los dólares que la economía necesita para seguir funcionando.

Si tomáramos conciencia de la importancia de la productividad, sería más fácil ordenar los grandes temas. Como la mejor manera de aumentar la productividad es permitiendo cambios, debiéramos dejar a las empresas, empleados y especialmente al estado “modernizarse” cada uno a su ritmo. Nos permitiría también ordenar el dantesco sistema regulatorio argentino, que es una máquina de crear dificultades y roba el tiempo de todos. La AFIP debiera tener una cuenta única pero no solamente para cobrar más sino para permitir compensaciones entre impuestos. Si aumentamos la productividad será más lógico cobrar sobre los resultados y no como ahora, que se cobran anticipos y percepciones sobre algo futuro o sobre activos.

Claramente aun cuando hubiera conciencia de la importancia de estos temas, hay dificultades prácticas importantes. Muy especialmente el “pequeño detalle” que el Estado aún tiene déficit y que debe eliminarlo reduciendo gastos. Esta reducción de gastos es dolorosa, pero inexorable. Como no hay financiación, el estado deberá gastar menos. La gran discusión debería ser en qué gastar y cuánto. Ansío tener una ley de presupuesto que así lo indique.

Economista – Universidad CEMA

Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.