Nueva etapa, nuevos consensos

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Mauricio Macri y Alberto Fernández durante la reunión en Casa Rosada para hablar sobre la transición.
Mauricio Macri y Alberto Fernández durante la reunión en Casa Rosada para hablar sobre la transición.

El presidente Macri, terminadas las elecciones del pasado domingo 27 de octubre, dijo: “Quiero felicitar al presidente electo Alberto Fernández, acabo de hablar con él, lo invité a desayunar porque tiene que empezar el proceso de transición ordenada, que lleve tranquilidad a todos los argentinos. Lo único importante es el bienestar de los argentinos”. Esas palabras, simples y amables, nos indica que estamos comenzando un nuevo tiempo en la democracia argentina.

Con los resultados expuestos, esas frases adquieren una particular relevancia, tanto para la política como también para la sociedad, porque independientemente de ganadores y perdedores en términos electorales, la convocatoria realizada por Mauricio Macri propone amainar los característicos “chispazos” de la campaña política y abocarse al futuro de todos los argentinos. Es un llamamiento republicano que debe marcar un rumbo para ésta nueva etapa que se avecina.

Pero no debemos perder de vista el hecho de que este tiempo político se debe dar en el marco de una construcción democrática. Atrás deben quedar los discursos altisonantes y la confrontación, para comenzar un tiempo de consensos que atienden el mensaje de las urnas. Este es un gran primer paso para nuestra democracia, comprendiendo que la actitud asumida desde la máxima magistratura de la nación debe tener su correlato en el Congreso de la Nación.

En ese sentido, el escenario para el próximo gobierno va a resultar profundamente comprometido en estos aspectos, y obligará a hacer realidad esa herramienta tantas veces pregonada desde la tribuna política. "Busquemos el diálogo”, sería la acción lógica y racional ante la grave situación desde lo “económico” y especialmente social -con un tercio de la población en situación de pobreza-, y una dirigencia política seriamente cuestionada por los ciudadanos en general.

El ex Canciller alemán Willy Brandt alguna vez dijo: “No somos elegidos por Dios, sino por el electorado, por lo tanto, busquemos el diálogo con todos aquellos que ponen esfuerzo en esta democracia”. Ese debería ser el espíritu y la voluntad en este nuevo capítulo de nuestra historia, porque los desafíos por delante son complejos y arduos, y obligarán a decisiones profundas que deben encontrar un marco de acuerdos -no teniendo la mayoría absoluta en una de las cámaras del Congreso de la Nación- y que garantice la “gobernabilidad” a futuro.

En esta línea argumental, la “gobernabilidad” implica analizar los grados y niveles de “acuerdos básicos” o mínimos entre las distintas fuerzas políticas, que necesariamente deben ser cumplidas por todas las partes si efectivamente queremos lograr la recuperación de nuestra república. No se trata solamente de hacer realidad ese viejo dicho de la política de que “el que gana gobierna y las otras fuerzas acompañan”.

A modo de ejemplo, la Cámara de Diputados de la Nación -integrada por 257 congresistas, donde se alcanza el quórum con 129 de ellos- tendrá el desafío de lograr esos lugares comunes, mediante el diálogo. Frente a los resultados recientes, ninguna de las fuerzas con representación tienen el número suficiente para lograr el tan ansiado quórum. El Congreso ya no será más una “escribanía” del Poder Ejecutivo, sino que deberá transformarse en el espacio del debate y la discusión de ideas y proyectos, tal cual como lo pensaron nuestros padres fundadores.

El escenario post diciembre hará absolutamente imprescindible la construcción de grandes consensos para salir adelante. No se deberá caer en la tentación de alentar la grieta desde el discurso de ganadores y perdedores, porque la gobernabilidad va a depender fundamentalmente de la búsqueda de denominadores comunes y que ya no se tratará como hasta ahora del “ellos o nosotros”. Reconstruir los canales de diálogo institucionales a través del Congreso debe ser uno de los objetivos primordiales en éste tiempo. Se necesita dejar de lado las mezquindades y egos. Es el momento de gestos de grandeza, solidaridad, y apertura, teniendo como norte los grandes acuerdos, porque hay una sociedad que espera y observa y lo que está en juego es la república y el futuro de la Argentina.

El autor es abogado, docente de Derecho Constitucional en la UBA y miembro asociado NYBA