Estuve ayer en la Plaza. Éramos muchos. No me sorprendió: sabía que somos un montón los argentinos dispuestos a pelearla.
Lo primero que tenemos que hacer para lograr una victoria como la que necesitamos es poder imaginarla, y en la Plaza de Mayo éramos cientos de miles que, con mucha convicción, la proyectamos como certeza y la empezamos a construir.
De las tantas charlas que mantuve con algunas de las personas que estuvieron en la marcha, recuerdo una en particular queriendo darme ánimo y a la vez mostrar su determinación. Este muchacho se me acercó y me arengó: "Ahora hay que ir para adelante, hay que pelearla igual, total ya no tenemos nada que perder". Y me dejó pensando. No pudimos extendernos mucho porque preferí no encerrarme en una única conversación, necesitaba ver y escuchar a toda esa gente que llegaba y llegaba sin pausa.
La idea de que hay que pelearla igual porque no tenemos nada que perder, me parece noble, arrojada y, en definitiva, quien pelea habiéndolo perdido todo exhibe un gran acto de generosidad.
Aun así, no creo que sea este el caso, insisto en que nosotros tenemos que pelear porque hay muchas cosas que perder y si podemos identificarlas todas, y también todas aquellas otras que indefectiblemente no sucederán, eso construirá nuestras razones positivas acerca de por qué es necesario que Juntos por el Cambio continúe gobernando.
Del mismo modo en que debemos ser claros, precisos e implacables para identificar nuestros errores de gobierno y corregir con medidas concretas la política pública, debemos levantar bien alto, con claridad y con orgullo nuestras banderas y nuestras conquistas concretas y simbólicas.
La Argentina se debate entre pensar en un país en el corto o en largo plazo y sobre este esquema es que se juega la intensidad y calidad del sistema republicano que tengamos, las políticas de desarrollo económico estructural, el rol del Estado como garante de derechos y promotor de la autonomía y libertad, las relaciones internacionales democráticas y respetuosas de los derechos humanos, la justicia al servicio de la ley y no de la impunidad, y quizás el motivo central, que es la lucha contra la Argentina corporativa.
Si Cambiemos no puede obtener un segundo período habremos perdido todo eso. Debemos identificar nuestros errores, decirlos y corregirlos. Debemos hablar con quien alguna vez no voto y con el que no fue a votar en las PASO.
Tenemos que cambiar Cambiemos, revisarnos, pero no podemos abandonar, no podemos volver al pasado porque eso será volver al sendero de una Argentina autoritaria, donde los que están en el gobierno se creen dueño del Estado y jefes de todos nosotros.
No podemos perder porque sería olvidarnos de recuperar lo robado. El kirchnerismo esta decidió a perseguir por la nulidad de los juicios de corrupción y la autoanmistia. Es Alberto Fernández quien a cambio de su candidatura va a asegurar el pacto de impunidad que beneficia no sólo a sus compañeros de partido sino a gran parte del empresariado argentino que, lejos de competir, ha formada parte de las peores practicas.
Creo, en definitiva, que tenemos el derecho y la obligación de intentar la victoria, que tenemos, también, derecho a la equivocación, que debemos aprender entre todos y apostar al futuro. Si somos capaces de explicar nuestro sueño, el pueblo argentino sabrá que Juntos por el Cambio tiene sentido: construir una Argentina democrática, desarrollada, que promueva la libertad y la igualdad es posible.
El autor es legislador porteño por la Coalición Cívica ARI, Vamos Juntos