Con convocar el miedo al "populismo" no alcanza

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Alberto Fernández y Mauricio Macri
Alberto Fernández y Mauricio Macri

Duele la situación que transitamos, donde el miedo al otro es mucho más intenso que el amor o la fe en la propia propuesta. Estoy convencido de que atravesamos una verdadera decadencia: ni Cristina Kirchner ni Mauricio Macri justifican la pasión que les dedicamos, tan inexplicable en el odio ni  -mucho más absurdo- en el amor que despliegan sus seguidores.

Ninguno de los dos da para tanto. Hay un exceso de pasión con carencia de razón, reducido todo a dos hinchadas de fútbol que defienden sus banderas con más fuerza cuando sus equipos muestran error, extravío y debilidad. Ese genial grito del burrero "vamos todavía" implica que van perdiendo la contienda pero no la esperanza. Y en eso andamos, optando entre dos fracasos con la pasión de los que asumen la agonía de la ilusión. Voté a Macri, hable muchas veces con él, jamás lo volvería a votar. Cando el interés bancario destruye el mismo sistema productivo, cuando la deuda acompaña el crecimiento de la inflación y la pobreza, cuando esto sucede no hay justificación en herencias ni errores sino explicitación ideológica de aquellos que defienden los intereses de las empresas en contra del indefenso ciudadano. Y no me vengan con el cuento del "populismo". Terminaron haciendo lo mismo de siempre: defendiendo a los intermediarios contra los productores y a los grandes contra los chicos. Ideología de ricos improductivos.  Un capitalismo serio exige una burguesía industrial. Cuando ella tiene vigencia hay nación, cuando se imponen los intermediarios buscando importar y desproteger, se termina ocupando el triste lugar de colonia, y entonces sobran varios millones de habitantes.

Fuimos una nación integrada hasta la dictadura, que engendró una deuda sin razón, y Menem destruyó el Estado para enriquecer a unos miles a la par que empobrecía a millones. Destruimos hasta el ferrocarril, caso único en el mundo, inventamos peajes privados en rutas construidas por el Estado, repartimos el Estado como una caja de bombones y hoy se llevan más dinero que el que la sociedad genera, debemos endeudarnos para pagar ganancias de inversores que nunca invirtieron. No soy socialista, pero esto es tan solo un capitalismo improductivo ocupado del saqueo a la sociedad. Ahora van por los salarios y los sindicatos. Luego de eso ya no seremos ni siquiera una nación digna de ser habitada.

Cuando Macri y alguno de sus seguidores me dicen que este es el camino, siento que ofenden mi inteligencia: es sin duda el camino de ellos en el cual nosotros no vamos a dejar de hundirnos, de empobrecernos.

Algunos sostienen que Macri tiene talento, ya que habiendo dañado tanto a la sociedad sigue siendo todavía una opción electoral. Otros pensamos que tuvo que ser muy torpe para luego de cuatro años devolverle a Cristina Kirchner la posibilidad de ganar las elecciones cuando se había retirado sin ningún futuro.

Un poco de esperanza sigue vigente. Macri debió recurrir a un experto político peronista para vice y CFK elegir a un candidato a presidente que fue muy crítico de su gestión. Cambios escasos para la dimensión de la crisis, pero suficientes para el escepticismo reinante. Macri debe demostrar que lo de Pichetto es un cambio real y no una mera justificación de sus errores políticos; Alberto Fernández, convencer de que su camino está más cercano al peronismo de los gobernadores y los sindicalistas que a la demencia de algunos sectores de pretendida izquierda cuya ocupación principal es espantar votantes. Lo cierto es que Cristina Kirchner no era tan de izquierda con riesgos de convertirnos en Venezuela como aparentaba, mientras que Macri terminó siendo un liberal pro empresas privatizadas que difícilmente pueda consolidar su propuesta política. Digo esto ya que estoy convencido de que en un solo período se agotó la propuesta del Pro, y todo queda más claro cuando solo pueden seguir asustando con el miedo a Cristina asumiendo al hacerlo la imposibilidad de mostrar logros propios.

Resulta imprescindible recuperar un rumbo como nación. No es tarea de economistas, encuestadores o asesores extranjeros de imagen: mientras no lo hagamos, seguirá en crecimiento la pobreza y la miseria.

Necesitamos convocar al encuentro de ambos sectores políticos con los pocos empresarios nacionales productivos que sobreviven, al sector agropecuario, sindicalistas y gobernadores, y gestar juntos un nuevo proyecto de sociedad. No podemos soñar con un diálogo actual entre Macri y Alberto Fernández. Solo falta la certeza de que quien gane convoque al derrotado, el candidato o quien fuera que pueda representar al sector. No podemos continuar la decadencia y solo entre todos es viable superarla.

Y la vigencia de esa atroz pregunta de difícil respuesta. ¿Cuál es el valor de la democracia y la misma libertad cuando la desigualdad económica no detiene su camino de empobrecer masivamente? Con convocar el miedo al "populismo" no alcanza. Alguna otra respuesta habrá que dar.