¿Por qué el peronismo ata su suerte al kirchernismo una vez más?

Ricardo Jaen

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La versión del peronismo en esta segunda década del siglo XXI se podría resumir en una confederación integrada por cuatro corrientes donde cada una de ellas representan no solo ideas distintas (en algunos casos diametralmente opuestas) sino también audiencias diferentes.

Esto no sería nuevo en la historia del movimiento, fue siempre su característica más sobresaliente, poder albergar dentro de su seno un arco ideológico tan amplio que siempre le permitía ser opción de gobierno por aquello de aglutinar bajo banderas políticas tan contradictorias como las nacionalizaciones o las privatizaciones a "las grandes mayorías".

Eso sí, esto siempre funcionó con un Jefe Único, cuando no lo hubo por ejemplo a la muerte de Perón o en la elección de 1983, las experiencias pasaron por las luchas internas violentas o contradicciones tan visibles en su armado electoral que fue derrotado.

En el 2015 y el 2017 las divisiones dentro del peronismo, al poner en duda el liderazgo de Cristina, también lo llevaron a tener reversos electorales.

Para esta elección la estrategia de CFK fue sumar a las partes, pero "como señores feudales" cada sector conserva su cuota de poder y solo le cedieron la elección arbitraria del candidato a presidente y la fórmula en provincia con lugares destacados en las listas.

Cristina con La Cámpora y su intención de voto en el conurbano bonaerense, los gobernadores de las provincias gobernadas por el justicialismo, Sergio Massa y finalmente, los  intendentes de la provincia de Buenos Aires, son los cuatro vértices de  poder que conforman este nuevo diseño electoral.

La revolución de "vamos por todo" con un candidato "amable" sumado a caudillos provinciales conservadores (los gobernadores) más la idea de una "nueva mayoría"  que apuntaba a la creación de un partido moderno y tecnológico y "los muchachos del territorio del conurbano" eminentemente, por definirlos de alguna manera, "pragmáticos", es un armado electoral difícil de traducirlo homogéneamente en una campaña y menos aún de pensarlo como sinónimo de gobernabilidad.

Lejos de haber utilizado las dos más inmediatas derrotas electorales para producir una renovación generacional con un severo debate de ideas sobre la base de los nuevos desafíos que plantean los derechos sustentables y convertir al peronismo en una moderna opción electoral de centro- izquierda, teniendo como referencia el capitalismo europeo, defensor aún del Estado de bienestar, diferenciándose de la centro derecha del gobierno y ofreciéndonos una opción diferente de como proyectar nuestra sociedad, sin ya más disyuntivas dramáticas, prefirió prolongar su agonía en beneficio de la dirigencia que detenta poder dentro de su estructura.

Nuevamente perdimos la oportunidad de crear "la segunda pata" de un sistema de partidos fundamentalmente liderado por dos grandes agrupamientos de centro, con adjetivos de derecha e izquierda, aunque sin duda, el mandato cumplido del Presidente Macri en diciembre no será un avance menor.

El autor es analista político.