El sueño de la tercera fuerza, cada vez más lejos

Compartir
Compartir articulo
(Franco Fafasuli)
(Franco Fafasuli)

Las elecciones se suceden sin pausa ni éxitos oficialistas. La lógica impone su propuesta de reiteración electoral con alteración de resultados. El sueño del tercer espacio continua, por ahora, ocupando el lugar del imposible. Todos intentan renovarse, se esfuerzan, lo proponen a los gritos, y finalmente volvemos al Gatopardo, a aquel genial Lampedusa que nos propuso que todo cambie para que todo siga igual.

Los partidos están reducidos a empleados de bajo nivel de conocimiento. Los candidatos se encuentran en la dificultad de las necesidades de funcionarios, gobernadores, intendentes y demás cargos electivos que exigen una candidatura nacional potable donde albergar sus listas. La necesidad tiene cara de hereje, pero el ropaje es de oportunista. La política no genera prestigio, siguen en el intento de comprar brillanteces ajenas, como si esos saberes se pudieran trasladar.

Sergio Massa se convirtió en el centro del debate y el lugar común lo arrastraba al espacio de Cristina. Difícil de entender, implicaba renunciar a su futuro sin recibir nada a cambio. Entender no es la tarea del momento, solo explicar aquello que no se entiende. Decadencia de la comprensión, cuando un gobernador saluda al presidente, se presagian ententes, sin embargo el de Salta condenó la política oficial después del abrazo y es así como debe ser en democracia. Solo la crisis nos lleva a confundir saludar con negociar.

Imaginé que no llegaríamos a esto, que alguno asumiría el riesgo del retorno al pasado y se correría para ayudar al cambio. Me equivoqué, todo sigue su curso reiterativo. Muchos opinan como si toda la sociedad fuera de clase media, esto es absurdo. En realidad, le sacaron al menos una quinta parte de sus ingresos a la gran mayoría de la población. Pretender que el recuerdo del robo justifique la vigencia del saqueo es ignorar la necesidad del ciudadano. Empobrecieron hasta el hartazgo y prometían inversiones los mismos que se llevan las ganancias que, en buena parte, ni siquiera merecen o ni les corresponden.

Un grupo visitó al "Pepe" Mujica, es un gesto, intenta ser ideológico. En rigor, para todos nosotros, el "Pepe" es un ejemplo de coherencia y austeridad. Valores que pueden ser imitables pero por desgracia no son contagiosos. Sabiduría, virtud humana difícil de encontrar, suele crecer en el desierto de la codicia y la ambición. En nuestros desiertos solo crecen especies espinosas.

Me siento en riesgo de no tener a quién votar, y sé de sobra que no estoy solo, que somos muchos los que carecemos de fanatismo, única razón para sostener ciertas lealtades. O al menos justificarlas.

Asoma una generación que no milita en el odio ni el resentimiento, gente que no cayó en el antiperonismo ni antineoliberalismo o rencores por el estilo. Sería bueno que asuman el protagonismo antes de la próxima frustración, a la que marchamos jinetes del más absurdo mecanismo de negación. El Gobierno pierde en todas las provincias y algunos explican que podría ganar en la nacional.

Quisiera que Massa, Lavagna, Urtubey y Pichetto pudieran juntos gestar el espacio del centro, ese que tantos necesitamos. Y aclaro que por más que lo nieguen, si en la final se enfrentan Macri y Cristina, es imposible que gane el gobierno. Pueden gastar fortunas en encuestas, las urnas suelen decir otra cosa.