Evita democratizó el derecho a la felicidad

Cristina Álvarez Rodríguez

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Eva Duarte de Perón
Eva Duarte de Perón

Evita era una mujer libre que desde muy temprano se animó a caminar por su cuenta. Celebro la libertad porque hay quienes la buscan toda su vida y no la encuentran, y ella desde su adolescencia se animó a experimentarla. Habrá tenido miedos pero, sin embargo, puso todo de sí y se convirtió en quien es hoy.

Evita era libre por temperamento, por convicción y por autenticidad. No tenía dos caras. Vivió siempre leal a su verdad, que hizo transparente, y la defendió con coraje.

Fue solidaria desde chica. Audaz con apenas 15 años, cuando cambió Los Toldos por Buenos Aires o cuando con 24 fue elegida representante gremial de sus pares. Con 27 era "primera dama" y en solo siete años de vida política entró para siempre en el corazón del pueblo peronista, en la memoria de los argentinos y en la historia universal.

Perón abrió una etapa nueva en la Argentina. Concibió un nuevo país apoyándose en la potencia de una mayoría que condujo con su reconocida virtud política. A esa racionalidad Evita le hizo un aporte categórico y trascendental: le puso corazón al peronismo.

Al sentido de responsabilidad política de Perón, Evita le incorporó la dimensión del deseo. Eso explica de alguna manera la inmensidad del amor y del odio que su figura despierta.

"La verdad es que siempre he actuado en mi vida más bien impulsada y guiada por mis sentimientos", escribió. Lo hizo desafiando los moldes de los poderes tradicionales.

Hubo un sentimiento fundamental que dominó totalmente su espíritu y su vida, "ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo, cada injusticia me hace doler al alma".

Evita democratizó el derecho a la felicidad. Un derecho que debía garantizarse como real y concreto en las mujeres y especialmente en las niñas y niños.

Detrás de esa tarea frenética a la que se dedicó hay principios éticos que mantienen actualidad. Son los principios de la solidaridad, la educación y la salud públicas, el progreso basado en el trabajo, la dignidad universal. Por eso su invocación es constante, sobre todo ahora que son atacados por una economía que agrede a la mayoría.

Hoy no me sorprende que sean "las pibas" las que estén dándole a la política un sentido fervoroso de emancipación y empatía. Algo parecido encarnó Evita y por eso se la ve joven y libre a sus cien años.

La autora es diputada nacional. Presidenta ad honorem del Museo Evita.