Promover el acceso a la salud universal, un compromiso de todos

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(Getty Images)
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La cobertura sanitaria universal es el objetivo primordial de la Organización Mundial de la Salud (OMS); para lograrlo es crucial que todas las personas puedan tener la atención que necesitan, cuando sea necesario, en el seno mismo de la comunidad. A pesar de los esfuerzos por avanzar en este ámbito, millones de personas siguen sin acceso alguno a la atención de salud.

Esta estrategia del acceso a la salud y la cobertura de salud universal implica que todas las personas tengan acceso —sin ningún tipo de barrera— a servicios integrales de salud a lo largo de toda su vida, con calidad, y para que, además, no se vean expuestos al riesgo de enfermarse a pesar de cualquier crisis.

Todos sabemos de la marcada inequidad presente en estos días, y el desafío más grande es contar con un modelo de atención que se ajuste a las necesidades de la población. Esto requiere la implementación de políticas y acciones, con un enfoque intersectorial, para enfrentar los determinantes sociales que afectan la salud de las comunidades.

Un buen sistema de salud se centra en tres valores fundamentales: derecho a la salud, equidad y solidaridad. El derecho a la salud es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, por lo tanto, hay que promoverlo y protegerlo.

La equidad es la ausencia de diferencias injustas en el estado de salud para el acceso a cuidados integrales; será equitativo cuando no le demos lo mismo a todos, sino otorgarle a cada quien de acuerdo con su necesidad. Por último, la solidaridad es la base para la protección financiera. Todos contribuyen de acuerdo con su posibilidad, pero reciben servicio de acuerdo con sus necesidades, de modo tal que a nadie se le niegue el acceso a la salud porque no pueda contribuir.

Un modelo centrado en la persona tiene en cuenta la visión de la persona, la familia y la comunidad, y brinda un sistema confiable que responde de manera humana y holística. Quienes buscamos actuar en este marco reconocemos que debemos fortalecer las competencias de los individuos y de las comunidades para que actúen por su salud. Para ello, es esencial que reciban la información adecuada y participen activamente en la búsqueda del bienestar de todos. Si empoderamos a las personas para que se ocupen de su salud con responsabilidad y la promuevan, lo lograremos.

Los profesionales de la salud tenemos un papel importante que desempeñar: reconocer qué necesitan las personas en términos de atención. Para ello, debemos fortalecer nuestro sistema observando atentamente las inequidades, realizando análisis de la situación de salud, encuestas e investigaciones específicas de la población, para así conocer cuáles son los determinantes sociales que afectan la salud y el bienestar de ella.

Para fortalecer la estrategia también debemos contar con recursos humanos con alta capacidad resolutiva de los problemas más frecuentes y con el acceso a medicamentos y tecnología, para dar una respuesta a las zonas más desatendidas.

Si vamos a promover el acceso a la salud universal debemos comprometernos con los valores y principios de la atención primaria de la salud (APS), para poder ser la voz de muchas familias en situación de vulnerabilidad. Y para achicar las brechas en la cobertura universal de la salud es necesario que quienes están encargados de tomar las decisiones y dar respuestas se comprometan con estos valores y enfoquen sus acciones en las personas y sus familias.

La autora es profesora de la carrera de Medicina de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y Directora Médica de la Posta Sanitaria "Las Lilas".